jueves, 29 de diciembre de 2011

Tu luz, mi luz... (sin corregir)

¿Por qué estoy aquí, y no en otra parte?
¿Por qué estoy sola, y no contigo?
Los colores se transforman, acariciados por la brisa que sigue corriendo aún, empañada por tu aliento, desde que cerraste la boca tras pronunciar aquella última palabra.
El café se me enfría, mientras oigo a lo lejos un susurro; aquella música que nunca oye nadie, porque no deja de sonar. Un macabro valet de melodías originadas por todos los tipos de metal y cristal al entrechocar. Y la luz oscura que sale de mis ojos intenta iluminar mis lágrimas, para que encuentren su destino, ciegas y desesperadas.
Y no salen las palabras. No porque no existan. Viven, por ahora. Pero permanecen escondidas, acurrucadas bajo mil suaves mantas de gris ceniza, de lánguido polvo; y se asfixian. Mueren en el abandonado rincón de mi consciencia, que dejaste hace lo que parece una eternidad.
Y el péndulo de mi existencia oscila sobre un lago negro, cuyas aguas reposan en fría quietud. Se balancea de un lado para otro, jugando con los segundos de mis minutos de mis horas, llevándoselos a su antojo mientras yo tiemblo en la orilla, jugando con la arena sin color que se desliza por el cristal.
Como monstruos de hermosos ojos blancos de todos los tamaños, algo similar a estrellas reluce en algo análogo a un cielo, de una tonalidad que no casa con la noche, que no cuadra con el día, que no evoca a un amanecer, que no se asemeja a un anochecer…
Su luz aséptica envuelve todo, haciéndome sentir enferma y débil, más acorde con el mundo real que mis flores de papel. Todo limpio, todo esterilizado. A simple vista.
Todo negro, pues el blanco pulcro de las luces fluorescentes no son más que una apariencia.
El ardor de tu ausencia traspasa paredes; de hormigón añil, de acolchado blanco. No acepta barreras, y las funde en una masa discorde de llamas danzantes. Me envenena. Me encarcela. Me observa desde las luminosas tinieblas.
Luz de gas, como una nebulosa flotando en el espacio, fuera de lugar, recordando la cegadora gigante roja que se acaba de desintegrar.
Tu foto en la pared, como suspendida en el aire. Como un apagón iluminando entera una ciudad. Fuego encadenado al cuerpo de cera que lo sujeta.
Y me derrito.
Como en un sueño. Y mientras caigo, en el espejo de la pared me veo gritando. Un reflejo incapaz de hacer ruido. Incapaz de explicar el por qué de ese grito.
Y aunque tuviera voz, ¿cómo explicar el dolor? ¿Cómo explicar la razón? ¿La herida abierta por la ausencia de algo que nunca le faltó? ¿Algo que nunca poseyó?
Y sigo mirando a mi alrededor. El agua no ha cambiado. La evanescente luz sigue flotando. Las bombillas de otras estancias relucen en los altos techos… me las dejé encendidas. Pero palidecen, enmudecen. La luz inconfundible de tus ojos las hace temblar. Me llama desde una puerta, rodeada por un mar de oscuridad.
Y como por una grieta abierta en la tierra tras un terremoto, te hundes en la profundidad, cada vez que mi mente empieza a desconectar, a dudar. Porque no eres más que eso.
Un reflejo.
Gotas temporales en un cristal.
Imaginación.
Polvo dorado de magia que sólo poseo yo.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

(Aldous Huxley)

‎"Existe al menos un rincón del universo, que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo" 

martes, 27 de diciembre de 2011

Pintora de verdades inventadas, escritora de recuerdos jamás recordados.

Y que la realidad está llena de manchas enormes, de tinta negra.
La soledad es una puta, y quiere estar en la cama de todos nosotros.
Las verdades son unas mentirosas compulsivas que quieren hacerse reales.
Las personas hacen daño, unas queriendo, otras sin querer.
Los malos te engañan para meterse en tu cama, y los buenos para meterse en tu corazón.
Y no es que no lo sepa, no es que no quiera verlo.
Simplemente me gusta sonreír sin razón.
Me gusta llenar mi cama de peluches hasta que la soledad no tenga espacio.
Me gusta coger mi pluma e inventar mis propias verdades.
Me gusta curar a las personas del daño que otros les han hecho.
Me gusta deshilachar las mentiras que alguien creó, enredando un alma sin importarle.

Me gusta coger mi paleta llena de colores, y mis pinceles despeluchados, y pintar las manchas de la realidad con colores imposibles =)

Y escribiré...

Escribiré hasta dar con la frase más bonita del mundo, para acompañar al acorde más hermoso del mundo, y poder entregártelos, sólo para ti, por ser lo más lindo de mi mundo =)

Demasiados... =)

Soy demasiado emocional, demasiado impulsiva, demasiado nostálgica y odio demasiado la rutina. Demasiado extremista en mis estados de ánimo, demasiado egocéntrica, demasiado desastre, demasiado impaciente, demasiado rara, demasiado perezosa, demasiado sincera. Estoy demasiado tiempo en mi mundo, soy demasiado callada, hablo demasiado. Demasiado otras tantas cosas.
Pero a veces me encantan mis demasiados.

lunes, 19 de diciembre de 2011

No sé...



Realmente... no sé cómo guiarte por aquí... ni siquiera sé cómo dejarte entrar... y yo no puedo salir…
Mi mente es demasiado densa; un laberinto intrínseco, poblado por árboles que echan raíces en contradicciones y sentimientos incomprensibles.
Temo que te pierdas… que mis ramas te aplasten, te desintegren, como hacen con todo el mundo.
Que mis pájaros te ensordezcan, pues yo creé sus voces, sus melodías, y sólo yo debería escucharlos.
Que el aroma de mis flores te deje sin respiración, pues llevan intensificado mi perfume, tóxico en sus pétalos.
Que los espejos de mi palacio de cristal estallen ante un reflejo que no sea el mío, quien lo construyó, y se claven en tu piel, arrebatándole el calor a tus venas.
Que mis estrellas te colapsen y te cieguen, pues son como millones de ojos clavando su brillo febril en quien pasea bajo su ardor.
Y no solo he de temer por ti, pues me aterroriza que tu voz apague mi luna, dejando mi cielo desnudo, sin ese brillo que lo muerde.
Y, ¿qué hará mi firmamento, sin la lujuria que le mece? ¿Sin esa brisa de deseo que le adormece, y a las nubes púrpuras que lo pueblan hace estremecerse?

La repentina y atenazante necesidad de dejar algo atrás, algo que valga la pena. Pero en mi suelo sólo hay tierra, hojas y pequeñas piedras.
Y siento que fracaso. Que no controlo la lluvia en mi propio mundo. Que no puedo hacer que sea mi luna quien le preste su brillo al sol. Que no doy con la combinación de palabras que muevan al viento para que acaricie al mar.
Puedo intentar decidir la dirección en la que se ondulen las ramas de mis llorones sauces, pero no puedo escoger cuándo querrán deslizarse.
Puedo decidir los tonos con que pintar, pero no el matiz que tomarán cuando les de la luz del atardecer.
Puedo coger mil servilletas de colores, y lanzarlas al cielo, esperando que se tornen en  mariposas en vuelo.
Y soplar a esa pequeña llama, sintiéndome culpable al apagarla, para evitar que todo mi bosque empiece a arder.

Palabras ya extinguidas. Titilante luz exigua de los ojos de un monstruo que se desvanece y que renace, como un fénix, de sus cenizas, y se recrea en mis pesadillas.
Pero no puedes ser un caballero de capa y espada. No puedes curar las heridas que hace el silencio cuando las voces cesan. En mi universo no existen los héroes.
Antes me asustaban los sonidos atronadores… ahora me aterroriza su ausencia. Palabras vacías que llenan espacios en blanco, con la decadencia de un suspiro de amor por el odio ensuciado. Y seres que yo misma he creado, y alguna vez deseé haber borrado. Porque hoy me encuentro a mí misma entre las piedras de esta ruina, en medio de las mentiras que sin querer se deslizan. Y oigo tu voz entre las minas, resonando de diamantes a esmeraldas, disfrutando los tesoros, y me siento invadida; un intruso en mi País de las Maravillas. Y me gustaría verte pasear por mis senderos, disfrutando simplemente del eco de tus pasos en mi corazón, del polvo que levantan tus pies al avanzar por mi interior; pero no soy capaz de evitar esta sensación, como de estar sufriendo de mí misma una traición.
Y me arden los ojos y el pecho… no sé lo que hacer. No sé lo que quiero, ni lo que querré.
En mi bosque deja de llover, y yo no consigo llorar, para que no se pierda el verde sin su mar de soledad. Y mi pequeño cuarto creciente, se esfuerza por alumbrar, cada vez un poco más, así que la ayudo con velas, para que no se vaya a cansar.
Quizá solo necesite recostarme en mi interior, y buscar aquella lluvia que con mi certeza se marchó.
Puede que con los rayos iluminando mi palacio, encuentre la solución que en el silencio no hallo.
Saber si sacarte de aquí, o enseñarte a entrar. Saber si quiero que entres, o si te quiero alejar.
Saber cómo compartir una vista de mi mundo, sin ahogarme en la ansiedad.
Saber protegerte de mis propias creaciones que no sé controlar.

Just she... (Incompleto)

Palabras, que brotan de la nada.
De nuevo llora mi alma.
Confusión desatada.
Sonrisas, de labios y de ojos,
pero mi corazón revienta de odio;
él es más ambicioso.
No sé qué quiere. Algo le falta.
Estúpida cabeza. Algo me falla.
Y le miro, y mi mente grita,
pero mi cuerpo suplica;
mis ojos replican.
Golpes, fragmentos. Unirnos con pegamento.
“Humo y polvos”.
Recita el hada;
hada que consigo ver con las drogas,
hechas a partir de las cosas
que guardas bajo tu almohada.
Retales de telas que tejes cuando me ignoras.
Se rompe el nudo de la soga;
de nuevo, tu mundo me ahoga.
De nuevo me aprieta,
cuando al mirarme se aferra a mí esa cuerda.
Y cuando ya creía que podría volar…
tú…me vuelves a atar.
Y te caes de mi altar,
pero, aún no sé cómo, te vuelves a levantar.
Crecer… ¿demasiado deprisa?
Espantar al diablo con mi risa…
¿la felicidad o la locura?
Qué gran mentira,
“el tiempo todo lo cura”.
Se ahoga en el abismo
todo lo que no es romanticismo.
Imaginación realista,
como la vida misma.
Llorar, de rabia y de impotencia,
por no poder llorar.
Por no poder… y querer.
Por sentirme una cría en bragas
ante sus verdades.
Por cómo junta palabras,
por cómo nada en tus mares.
Por saber que ella es mejor,
que lo ve todo a mayor definición…
Pintarme de otro color…
Inferior… Cómo quisiera saber hacerlo yo.
Encajar con tu interior… (como creía que lo hacía)
Y rozar tu corazón… (como creía que sabría)

Aquí y ahora...

...nunca, y en ninguna parte.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Zafón...

"Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad, haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo."

lunes, 5 de diciembre de 2011

“Aquel que ha mirado en la calma de esos ojos, aquel a quien se han abierto esos dulces labios, ¿de qué otra cosa podrá hablar?

¡Paz de la belleza! ¡Paz divina! Quien calmó una vez en ti su vida furiosa y su espíritu lleno de dudas, ¿cómo podrá encontrar remedio en otra parte?"

domingo, 4 de diciembre de 2011

Preguntas y respuestas...

A veces, una buena pregunta nos ayudará mucho más que cualquier respuesta.

Nada es casualidad...

"Una persona nace aquí, y se cruza veintitrés años, seis meses, y dieciocho días más tarde, en este punto con una persona que ha nacido cuarenta años, tres meses, y quince días antes, a mil quinientos setenta y ocho kilómetros de distancia, y NADIE se sorprende.
¿Dónde estarán las personas que no están aquí? ¿Qué estarán haciendo?
[...]
Me gusta el color violeta, porque me acerca más a ti. Porque aquella noche nadie más estuvo allí. Pero la distancia me aleja.
[...]
Me encantan los momentos en los que cesa la música, y comienza a soplar el viento.
Entonces, tras unos segundos aparece ella. La que sé que sí, que será. Que esta vez no me equivoco.
Todo se detiene, y ella pasa ante mí. La miro. Sip. La miro, y espero que ella haga lo mismo.
Desgraciadamente, ella no piensa igual.
Tik, tak. Tik, tak.
Pero como la ocasión pasa varias veces en la vida, es ahora cuando me fijo en la que estoy seguro que será... pero es imposible.
<<He nacido hace veintidos años, diez meses y nueve días, en cualquier lugar, y nos hemos encontrado aquí, en este mismo momento. Pero sabemos que es imposible.>>
En fin... será mejor que siga sonando mi música, y nada se detenga."

Cortometraje "PIENSO, LUEGO EXISTES", de Mario Viñuela ^.^

Postdata...

...no existo.

Ropa celosa... (Incompleto)

Al principio fue extraño, como si no tuviera ningún sabor. Sin embargo, al cabo de un lento segundo, el olor a mora que solía desprender tu cuello me inundó la boca, mezclándose con el vodka, el limón y el ponche de nuestras copas. Una de tus manos se sumergió entre mi pelo, acercando suave pero impetuosamente mi cabeza a la tuya aún más, en un solo movimiento, y haciendo que nuestros dientes se rozasen por un breve instante. Tú otra mano se detuvo justa y exactamente en el borde de mi cadera.
La punta de tu lengua jugó con la punta de la mía durante un par de segundos, como si fuesen dos pájaros bailando en el aire, y después se separaron, dejando a nuestros labios casi espaciados, pero rozándose brevemente. Así, contra mi boca, susurraste mi nombre muy muy bajito, haciéndome sentir como lo articulabas.
De nuevo nuestros labios se fusionaron, mientras una ráfaga sutil de aire ayudaba a tu mano a investigar bajo mi ropa. Hiciste una segunda incursión  a mi boca, esta vez con más detenimiento y urgencia. Repasaste con detalle cada rincón, antes de despegarte un momento, y solo lo necesario, para poder repasar cada milímetro de mis labios con tu lengua, despacio, muy despacio…
[...]

 

Ya no somos.

Contemplando la vista desde el balcón. El viento golpea mi cara, hace ondear mi pelo, y se cuela entre los resquicios que encuentra a través de mi cazadora de cuero para acariciar mi cuerpo.
Veo por el rabillo del ojo al gato sobre la balda de una estantería, tratando de tirar un libro.
La luz de la luna hace palidecer los colores, haciéndolos parecer otros, distintos, con un matiz puro que ninguna otra luz les da. Luz. Luz inmensa en la absoluta oscuridad, tiñéndolo todo de plata, con un brillo mágico prácticamente inexplicable.
Un destello y el sonido de un traspiés. La cadena de una verja entrechocando contra los barrotes cubiertos de hiedra.
Pero solo son vanos recuerdos perdidos en mi mente.
Solo es una habitación de hotel. Las risas, el río, el acero… son sonidos lejos del alcance de mis oídos, solo cercanos a mi memoria.
Mi táctica de volverme loca hasta recuperar la cordura no está funcionando.
Una hermosa flor cuyo nombre desconozco se abre en la maceta que tengo frente a los ojos, saludando a la luna, como un bostezo, como una sonrisa felina… tu sonrisa de gato.
Hace sol, y me besas. Llueve, y nos mojamos. Granizo, refugios… Nieva, y sigues besándome.
Ahora yo estoy en nuestro balcón, pero tú no estás.
Hace sol, y te espero. Llueve, y me mojo. Graniza, e intento refugiarme. Nieva, y sigo esperándote. Pero tú no volverás.
Porque tú ya no eres tú, ya no eres yo… Ya no somos.

Dueño de mis resacas...

Ayer te vi. Estabas con ella.
Vi que me mirabas. Tenía los ojos clavados en ti de manera indirecta pero absoluta. No podía evitar maldecirte en silencio, pensando en lo mucho que me gustaría poder verte como el capullo que los demás piensan que eres. Quizá lo seas.
Desvío la mirada consternada, y la deposito sobre mi imagen. El verde de mis ojos parece estar ahogándose en el color coca cola que los rodea.
“¿Quiere algo más señorita?” La pregunta me llega como con eco, y me hace bajar la vista, descubriendo que la copa que tenía entre las manos ya está vacía. “Claro, rellénela con lo mismo”. Sonrío. Una sonrisa vacía. Una risa hueca.
Más risas huecas.
Pienso en las palabras. Inútiles palabras. ¿Inútiles palabras? Raras. Últimamente todo lo que escribo se queda inacabado. Rebusco en todo mi vocabulario. Tengo ganas de escribirte los versos más bonitos del mundo, con las palabras más acertadas, y la forma más hermosa de combinarlas. Pero no las encuentro, y escribo y borro, borro y escribo… Me da la sensación de haber escrito o leído ya todas las frases bonitas que puede haber.
Y entonces me siento estúpida, y me doy cuenta de que aunque compusiera el mejor relato de la historia no lo leerías.
Me levanto, apoyándome en la barra, y el taburete se tambalea detrás de mí al verse desprovisto de mi peso. A pesar de todo el ruido que me rodea, oigo a la perfección mis pasos sobre el suelo de madera.  
Cuando llego a la puerta, me pregunto dónde voy a ir, y por alguna extraña razón, siento palpable tu presencia, tu calor, al otro lado del bar. Tu mirada clavada en mi nuca, estudiando mis movimientos, mientras ella te habla, y se ríe de algo banal que has dicho, haciendo movimientos exagerados con el cuerpo en un vano intento por llamar tu atención. Noto que desvías la vista de mí, y me giro para ver como clavas tus ojos vacíos en ella, pretendiendo darle emoción a tus palabras, haciéndola creer que le prestas atención, y que estás ahí sólo para ella.
Transcurre otra noche más. Divertida, quizá, si no estuviera empañada por tu presencia ausente. 
Mi esperanza de que entrases de nuevo después de veros salir, pensando que quizá fuiste a fumar, hacía ya horas que se había desvanecido como un soplo.
Al llegar a casa te busco… busco pero no encuentro nada.
A la mañana siguiente, ha pasado otro fin de semana. De nuevo otros cinco días de esperar a que pase la vida, de esperar a que lleguen otros dos días de fin de semana, que volverán a pasar, insustanciales. Horas y horas desapareciendo en el más absoluto silencio; cayendo en mi alma, y filtrándose hasta el olvido, hasta un caos de días y hechos, que no se distinguen ni ellos mismos.  
Paredes azules, techo blanco. En el suelo ropa y papel; tinta en mis manos.
Y un domingo más, tus ojos en mi espejo amortiguan la luz de la mañana, y te vuelvo a nombrar dueño de mi resaca.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

>>"Acercaros al borde", les dijo.
"Tenemos miedo", respondieron.
"Acercaos al borde", les dijo.
Se acercaron. Él les empujo... y salieron volando <<

jueves, 24 de noviembre de 2011

Mi droga más dura...

"Vamos a engañarnos
y dime mi cielo
que esto va a durar siempre.
Perderme en tus brazos,
dulce locura,
tú mi droga más dura."

martes, 22 de noviembre de 2011

Daños físicos...

“Entonces sentí una tremenda opresión en el pecho, una opresión en la que no parecía estar afectado ningún órgano físico, pero que era casi asfixiante, insoportable. Ahí, en el pecho, cerca de la garganta, ahí debe estar el alma…”
— Mario Benedetti. (Vía cuerpo-y-alma)

domingo, 20 de noviembre de 2011

Cansada...

...de que nada sea suficiente. Nada es suficientemente real; real en mi mundo. Es decir, nada es suficientemente mágico.
Nada significa todo.
Nada me mata. Nada me hace sentir viva.
Nada está fuera del tiempo.
Flores malditas, hojas marchitas. Estrellas que brillan al llorar, y que no se ven mientras ríen; pero tintinean.
Cascabeles.
Y perderme en tu cama no mejora la jugada. Ni siquiera cuando la suave alfombra de pelo gris acaricia mi espalda, mis piernas desnudas arqueadas buscando tu cintura...
Porque por mucho que la hoguera resista, la lluvia sigue cayendo fuera.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Maricosa =)

Mariposa:

Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire,
dorada y verde.
Luz del candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!...
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire,
dorada y verde.
Luz del candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!...
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?

(Federico García Lorca)

Fantasía...

Soy la fantasía, y siempre seré mis historias.
Soy la fantasía, y hoy, tú eres mi historia =)

martes, 15 de noviembre de 2011

Duérmeme...

Voy a escribir una letra, que nadie entienda, que ni siquiera rime y que no hable de mí.
Son las siete y un minuto y a pasado ya el momento de volar.
Estos acordes merecen palabras bonitas pero hoy solo sé desordenar…
Por eso… duérmeme. Acaríciame el camino de la frente a la nariz.
Háblame de la suerte que tienen tus pupilas por su azul compañía.
Cuéntame que es lo que ves cuando te quedas a oscuras; porque cerrar los ojos, no significa no ver
Si estás cansado del “nacer, vivir crecer, seguir el camino que alguien marco una vez”, de aprender cosas que se nos olvidaran… más les valdría a ellos aprender a sentir y a amar, y el mundo no estaría lleno de peces gordos, trajeados...que ahí se pudran en sus veinte metros cuadrados.
Si alguna vez tu vida se pinta color agrio, deja que alguien te duerma, te cante, te cuente, te hable, incluso invente cualquier cosa que te haga sonreír.
Que yo ya tengo mil cuentos guardados por si alguna vez acudes a mí, te acuerdas de mí…
Maldigo cada día a aquel que decidió que no podríamos vivir del aire…
Duérmeme....

La última vez...

Que sea la última vez que escribo tu nombre sin querer... y así ningún resto de tinta en un papel vuelva a sentir que existe en vano...
Y todas las promesas de las que la luna fue testigo, que las queme el sol.
Y quédate con tu ego ^.^

lunes, 14 de noviembre de 2011

Momento "viaje al centro de una cebolla" del día.

Gracias, emprendedor de ideas frescológicas, por inducirme a estos momentos de imaginación, ilusión, y sobretodo  happyfidad de niña, aun sin conocernos  ^.^
Smile! =)

Se inunda mi habitación.

Pero al regresar al cuarto, seguían en guardia. Permanecían las máscaras, se mantenían los disfraces.
Las mismas sábanas; distintas camas.

Hasta que un día Él llegó pronto a casa, y la vio pintando.
Movimientos sugerentes, como una sutil danza.
La pintura se esparcía por un lienzo blanco, bañándolo de color, bañándolo de vida.
Las pinceladas se habían abierto paso desde el pincel hasta el pelo de Ella, su cara, su camisa blanca, sus piernas… Su sonrisa estaba tocada en una comisura por un extraño tono añil. Su media y preciosa sonrisa, que hacía tanto que no veía…
Ella se giró, y se dio cuenta de que estaba siendo observada.  Su gesto no se borró, y Él sonrió también. Y de aquel esbozo de sonrisa salió una risa. Una risa dulce, suave y cómplice… Cadencia de ese murmullo que antaño tanto les gustaba oír…

Y Él recordó los dulces que se escondían en la ropa interior negra de su amiga. Lo que era aferrarse a su blusa las noches de después de los conciertos. Su pelo en la almohada, el estremecimiento de su respiración. Cómo se mordía los labios, para sofocar un grito ahogado, cuando todo su cuerpo se apretaba contra ella en la infinitud del colchón. Recordó cómo se perdía en su escote, y entre sus piernas parecía encontrar su hogar. Y cómo el final de su espalda le ayudaba a soñar. Sus caderas le ofrecían la consonancia perfecta, en aquellas noches de acampada bajo la luna llena.
Y se dio cuenta de que el tiempo que perdía escribiendo sus canciones, es el tiempo que le debía a Ella… Al fin y al cabo, todas llevaban su nombre.
Y se inundó la habitación.

Y Ella recordó sus caricias. El sabor en sus labios de las copas de aquella noche. El trayecto ansioso desde su ombligo hasta el destino final. Los ojos clavados en su mirada de agua; lágrimas saladas colándose por sus labios entreabiertos. Tan efímero como el sudor que parlaba su vientre. Tan volátil como las manos de Él en la parte de atrás de su rodilla, apretando su pierna sobre su cadera, a su alrededor.
Los ruidos de mil océanos distintos; las luces de mil ciudades distintas.
Nadie callaba; nadie decía nada.
Sal y limón. Azúcar y miel. El sabor de una piel que la quemaba como el sol al arder.
El tacto de Él, que parecía ser demasiado para que su propia piel lidiase con él.
Morir entre las mil sensaciones del recuerdo y el olvido.
Y se dio cuenta de que el tiempo que perdía dibujando sus paisajes, es el tiempo que le debía a Él… Al fin y al cabo, todos llevaban sus ojos.
Y se inundó la habitación.

Sus almas chocaron en un reencuentro anhelado, perseguido y buscado.
Las palabras se quedaron cortas, las llamas se quedaron pálidas.
Y todo fue un “allí” y “ahora”, sin espacio ni tiempo. Todo fue un suspiro, y un instante eterno. Todo fue silencio, todo fue ruido. Todo fue nada, y nada fue quimera.
Los cristales se rompieron, los latidos se arreglaron. Los recuerdos se olvidaron, los cuerpos se hablaron, y las palabras que se decían, con cada roce temblaron.
Se fugó la sensación de vacío, se acabó el echar de menos los besos tardíos.
Como cantar a las farolas las noches de frío. Como encontrarse al despertar con unos desgastados labios dormidos.
Y volvió Ella a anidar en su lecho; y volvió Él a dormir en su pecho.
Su boca volvía a recorrerle el cuello, el vaho volvía a ser aliento.
Y rieron y lloraron. Y se revolvió su vida entre los besos que habían guardado.
Encontraron entre las olas perdición y salvación. Desvanecieron cuanto había alrededor. Hicieron el amor; hicieron el humor; y en mitad de la madrugada, la casa entera se inundó.

Mientras duermes...

Que te acaricien... Que te susurren palabras aleatorias... xD
Alicuecano, bolita de queso, translúcido, esternocleidomastoideo, vinagre, ¡corujito! ^.^

sábado, 12 de noviembre de 2011

Deep...

So deep, that it did'nt even bleed...
So deep, that I didn't even scream...

Decepciones...

Y otra vez...
Que los malos son muy malos, y los buenos no tan buenos.
Aunque no soy quién para juzgar a nadie, muchos tienen sus motivos para actuar de determinada manera.
Pero como yo no sé ese por qué razonable, por ahora te me has caído del cielo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Revelación!

Y viniendo del instituto, he sabido a ciencia cierta, que si fuera un perro, sería uno de esos cachorritos hiperactivos que van mordiendo la correa, casi arrastras, mirándolo todo con ojitos chisposos, y carita de "Jugar! *-*"
Aunque suelo decir miau, hoy haré una única excepción...
Guau! ^.^

Fuck you, world ^ ^

Si comes estás gorda, si no comes anoréxica. Si bebes eres alcohólica, si no bebes eres aburrida. Si lees eres una empollona, si no lees eres una estúpida. Si cuentas un secreto buscas atención, si no cuentas un secreto también buscas atención. Si dejas que se acerquen a ti eres una chica fácil, si no dejas que ninguno se te acerque te crees demasiado. Si fumas ¿te crees que eres guay?, si no fumas eres una perdedora. Has follado eres una puta, no has follado eres un tonta chica inocente y estrecha. Llevas maquillaje eres una falsa, no llevas maquillaje eres fea.
Nunca se puede satisfacer a nadie…. Ni falta que hace. Haz exactamente lo que te de la real gana.
Reina de las ralladas, niña pequeña, amante de los retos y los buenos vicios... Mi descripción dice bastante... Un tanto visceral, tendencia a la autocontradicción, y  destructiva conmigo misma por elección... Sé disfrutar de mis sonrisas, de mis pequeñas depresiones, de mis momentáneas muertes. 

No lo sufro, lo disfruto.
Que te jodan mundo. Soy perfectamente imperfecta; y me encanta ^ ^

Estrellas que ríen o lloran...

A veces la felicidad es una hamburguesa que te mancha la bufanda, apoyados en el capó del coche. A veces es una canción tuya y otra suya, en una calle oscura, con amigos muy lejanos, una luna en el cielo, y miles de estrellas que ríen o lloran.
A veces la felicidad no es más que secretos, mentiras, miradas, desahogos, penas, sonrisas… que se van a esas estrellas, como el humo de un cigarro antes de dormir.
A veces la felicidad se esconde tras una partida de futbolín contra alguien que ni siquiera conoces, al menos por ahora.
 Quizá esté en una noche de cine, un día de lluvia, una nota desafinada o un chiste malo con el que todos reímos.
Un beso, un abrazo, una caricia.
Un acorde de guitarra, una noche de fiesta, una escapada inesperada, a una playa o una montaña.
Una taza de chocolate.
A veces la felicidad es reírse a oscuras, cuando nadie lo hace, en soledad, y escuchar tu risa que rompe el silencio, haciéndolo todo tuyo para siempre.
Hay veces en las que la felicidad son solo personas.

8 días a la semana.

Que no hay monstruos en el armario, ni los reyes magos te vigilan para ver todo lo malo que haces. Sé que los malos son muy malos, y los buenos no son tan buenos. Créeme, que he aprendido que los conciertos están para dejarse los pies, y la voz. Que los besos a escondidas saben mejor. Que un baño de agua fría a veces sienta tan bien como uno de agua caliente. Ahora sé que no hay calcetines para el pie izquierdo, ni para derecho. Que los tacones a las cuatro de la mañana en una fiesta, ya no están en los pies. Que las medias se rompen muy fácilmente. Que el pintalabios rojo no se borra de las camisas blancas.
Que de siete días a la semana, te echo de menos ocho, y últimamente no me distrae tanto como antes dar saltos sobre mi cama.

Se entristecen mis calcetines a rallas. Hay ceniza de cigarros en el suelo de mi cuarto. 
La oscuridad devora las llamas de mis velas. Me entristecen las abarrotadas aceras…
Golpéame, abrázame, ódiame, quiéreme, mírame, hazme daño, derríbame, intimídame, desnúdame, sedúceme, hipnotízame, recházame, manipúlame, elévame, déjame por los suelos, cuídame, reinvéntame, escúchame, colápsame…
Sólo… haz algo.

martes, 8 de noviembre de 2011

Esquizofrenia?

Definitivamente, la palabra "bipolar" no me hace justicia xD

Instintos ^ ^

Fuera!
Me aburre no sonreír.
Así que me he dicho: voy a hacer lo que me pida el cuerpo, aquí y ahora.
Y si eso implica salir de la ducha, ponerme música, sentarme frente al ordenador, prácticamente desnuda, con un cigarro y una copa de vino, y escribir una nueva entrada absurda en mi blog, pues amén.

Sin existencia.

Y no soy más que otra figura de dos dimensiones. Otra fotografía borrosa en tu muro de las lamentaciones. Y no sé cómo definir mi figura. Parece que no consigo destacar en tu mural.
¿Cómo romperte los esquemas? No encuentro la fórmula para desatar las cadenas; para descuadrarte de tu pose de persona individualista, alejada y ajena, y ser una de esas figuras con volumen, que destaque entre esos miles de personas planas que circulan por tus calles.
Destaparte.
En definitiva: quiero que me mires. Que me mires y me veas. Que me hables y me escuches. Que me escuches y me entiendas.
¿Cuál es la palabra? ¿Cuál es la frase? ¿Qué es lo que me ayudaría a dar el golpe?
No funciona lo que haces tú conmigo. Será que no somos tan parecidos. O será que tú estás más distraído.
Vaya mierda de paisaje. Sólo el humo contesta a mis mensajes.
Y al final me ahogaré, como buena tremendista.  Y caeré, como una mala trapecista, vertiéndome en la tinta de mis letras, como cualquier cosa que no exista.
VACÍO.

"Ni frase, ni verso, ni siquiera un beso. Nada rompe mejor los esquemas que una sonrisa."

(Y ni siquiera lo corrijo)

lunes, 7 de noviembre de 2011

...Insomnio -.-

Cronista de la tristeza, locutora del soliloquio, terapeuta de la soledad.
Acomodada en la compañía, furtiva de la legalidad.
Hiperactiva de la vagancia, inventora de lo obvio, escultora con el gas.
Superlativa en el derroche, ahorradora de deudas, filósofa del desencanto.
Paraguas en una lluvia de estrellas, guionista de un pintor.
Música en braille, amor por horas, placebo del desamor.
Acuarela en el agua, cerilla mojada, viajera sin destino.
Futuro inevitable, escarcha pasajera, coreografía de un suspiro.
Fotograma de un silencio, estampida de un susurro, escondite del miedo, soledad.
Armadura de un vacío, anatomía de un eco, dislexia emocional.
Desguace de esperanzas, empatía en la violencia, final del callejón.
Atracadora de amantes, arpa de cuchillas, vestido transparente.
Fogata en el iglú, cristal de la pecera, tú cuando soy yo.
Hermana de un hijo único, padre desconocido, madre de alquiler.

Sin aplausos...

"La vida es una obra de teatro que no permite ensayos...
Por eso, canta, ríe, baila, llora
y vive intensamente cada momento de tu vida...
...antes de que el telón baje
y la obra termine sin aplausos."

Charles Chaplin.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Cielo gris...

Gris… Cielo gris.
Solo eso.
En ningún sitio... y ni siquiera ahí.
Y el golpe retumba por todo el cuerpo, al fin y al cabo, estaba hueco.
No sé responderme, y me da miedo preguntarme.
Sigo sin entenderme, al menos esta tarde.
Tiempo. Desgaste.
Se apagará el ruido sordo, dejará de ser todo.
Sin nubes... Gris... sigue el cielo gris.
¿Quién cerró la caja de música en la que la bailarina danzaba?
¿Quién impidió su movimiento, dejándola encerrada?
No cae la lluvia en mi ventana.
No me miran las gotas, precipitándose asustadas;
bailando juguetonas en el alféizar de esa ventana.
Sólo queda el aire. Sólo queda el frío.
Tan solo tus ojos fijándose en los míos.
Solo un instante, pero sin decir nada.
Durante un segundo, pero sin ver mi alma.
¿Dónde te has llevado las lágrimas de mi ventana?
¿Cómo me has quitado los acordes de mi nana?
Ahora ya no duermo. Ahora ya no sueño.
Sueño, devuélveme mi música.
Sueño, atrápame en la tuya.
Y el humo de mi cigarro huye como con pena;
se aleja por las paredes, como una enredadera.
Dibuja formas de ensueño, quizá alguna quimera,
que  trae de vuelta a mi cama ese frío que me hiela.
Sólo en un día, sólo con una mirada,
eres el todo y eres la nada.
¿Y después de la nada? Sólo vacío;
el vacío que soy yo cuando no estoy contigo.
Una simple segunda voz, una última palabra,
como lo será ahora aquella bailarina encerrada.
Sin poder bailar, sin su nana;
atrapada en una de esas lágrimas
que no brincan en mi ventana.
Amante y bella egoísta, la luna que vive en tus iris,
que no ilumina mi cielo, ni mis estrellas tristes.
Estrellas tristes fundidas en el gris…
Estrellas fugaces muriendo en el añil.
Gris… seguirá el cielo gris.

Mar de cenizas...

Vienes aquí, y ahogamos los problemas en el humo. Tus ojos me sonríen, y ya no necesito nada más. Escondes tus palabras, e intento sacarlas de tu música.
Creo que te noto temblar; pero es sólo una sensación.
Me cuesta observarte directamente; mi mirada tirita, muerta de calor.
Tu voz penetra en mi mente, dibujando acordes que bailan, como en un ballet dulce y macabro.
Ambos nos habíamos quedado sin canciones para dormir; yo no podía soñar. Te oí llamarme sin hablar. ¿Por qué no dudo en correr hacia ti? Quizá porque tengo la intuición de que si tropiezo en la carrera, me atraparás al vuelo… ¿lo harás?
A veces la intuición me falla.
No quiero pensar… que la apariencia es mentira, y la verdad es real.
Y mientras caigo, me veo gritar en el espejo de la pared.
Soy todo caos… Un caos de gritos; un caos de sueños. Tengo que ser algo más… Tengo que serlo. 
Parece que tú puedes ver mis alas… pero eso no me gusta. No están dignas de miradas. Están sucias y paralizadas. Ennegrecidas de la tierra. Parecen débiles, encogidas en mi espalda, como si tuvieran miedo del aire y del frío. Parecen tan pequeñas… Plumas volátiles que tiemblan en la brisa.
Miedo… Miedo a que me toques y todo se deshaga, se desvanezca. Como el silbido de un tren al desaparecer del andén. Como la melancolía que viene y va, acompañando a las nubes de tormenta y las lágrimas que nos lanzan.
Estrellas colgadas del techo, que impiden el paso a las libélulas en vuelo.
Silencio opresor en tu mirada de agua, que me observa sin verme, que me alza sin palabras. Siento que me ahogo en ese mar, y entonces no sé qué hago. No sé qué hacer.
A veces me encuentro abajo, y ni siquiera sé por qué. Abajo, entre las cenizas, donde quizá realmente esté mi lugar. Cenizas que algún día el viento barrerá.
Calles de adoquines grisáceos por las que querría pasear; grises por esas cenizas que mi vida desteñirán. Solo espero que al menos no lleguen muy alto, y el azul de tus ojos, sea el azul de mi cielo.  

Quédate...

Cena. Velas. Ropa interior negra. Una camisa desabrochada.
Incienso, olor a humo. Fuego y calor.
Decirte al oído “quédate”. Arrancarte la ropa.
Botellas por el suelo. Zapatos bajo la cama.
Asfixiar tu soledad. Ahogarme en tu mirada.
Perderme en el humo de los cigarros de después.
Cigarros que se consumen
ante dos cuerpos que se unen,
entre sudor y saliva.
Naturaleza esquiva.
Estar más tiempo, porque las horas son pocas.
Y hacerlo otra vez, mientras tus palabras me arropan.
Y otra vez, y otra vez…
Y temblaré cuando llores, mientras las flores de tu ventana inundan la habitación de discretos olores.
Que en cada movimiento susurres mi nombre.
Como una pequeña llamita encendida, temblar bajo tu aliento,
que llena mis pulmones del único aire que anhelo.
Como un resplandor. Como un deseo.
Sábanas blancas enroscadas en nuestros cuerpos.
Pura luz, que se funde con el teatro de sombras que bailan a nuestro encuentro.
Como un destello, como un suspiro.
Pasarme las horas con mis labios en tu ombligo.
Que me mires desde arriba, 
tus ojos pintando una sonrisa.
La sonrisa que proyecta en la pared
los millones de colores del atardecer;
como si fueran uno solo,
el del brillo de las velas al arder.
Y con tu voz penetrando en mi alma, volvemos a perecer.
Abrazo estático al final,
que poco dura, pues los gemidos ya se vuelven a escuchar.
Y con un suspiro al mismo tiempo, nuestras almas se vuelven a mezclar.

Ni siquiera hielo. Mil copas vacías expresan mi interior...

Son las cuatro de la mañana,
y de camino a casa
me pongo a pensar:
que me mata cada segundo que no te tengo,
cada minuto que estás lejos…
escondido entre mis sueños.
Te extrañan mis ojos y te buscan;
te encuentran y no estás…
Un cigarro se consume,
ante dos cuerpos que se unen,
entre sudor y saliva.
Cansada de despertar en esta habitación,
donde no hay sitio para alguien como yo.
Dulce, sal, azúcar, amargo.
Agotada de mirar alrededor.
Vivo en una pesadilla sin explicación,
donde todo está varado,
y mi corazón temblando.
Nada, simplemente nada.
Ya no entiendo nada.
Tratando de vivir cada segundo, viva en la muerte,
sin saber qué hacer para atacarlo de frente.
Ni siquiera hielo. Mil copas vacías expresan mi interior,
junto al humo de aquel cigarro, que se cuela en mi canción.
Lápiz, ¿dónde has ido a parar?
¿Dónde te has llevado sus palabras, que ya no puedo escuchar?
Tráemelas de vuelta, para que pueda volver a cantar.
Cantar, mientras la música nos hace girar.
Miro sus ojos, hoy tristes, y sólo anhelo saber por qué;
devolverles el brillo que forma parte de su ser.
Abrazarle al llorar, para que pueda sonreír,
y así yo entienda la vida, y sepa a dónde ir.
Antes suplicaba un nombre,
ahora quisiera poder olvidarlo,
y conseguir convencerme de que no es más que un hombre.
Un hombre, y un niño,
que en su boca y su mirada esconde,
y que en sus versos rompe,
sin saber que por su poesía existo.
Acordes y rimas que me hacen volar,
pero después hacen que la caída sea mortal.
Sin saber por dónde voy, camino por las calles,
deseando que por casualidad me halles.
Con vagos intentos de aferrarme a la rutina,
pero la concentración me esquiva;
tu solo recuerdo me fascina,
y me aleja de la vida tal como la conocía.
Así que sigo con mis cuentos,
esperando fugaces encuentros.
Y mientras tu mirada me obnubila,
yo ya solo ruego que no se rompan
esas mil copas vacías.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Sueño con sus ojos… Recuerdo el principio…

...En un juego de habilidad que nos mantiene despiertos, caigo de rodillas sobre el alambre. El balanceo obliga a mis músculos a conseguir una perfecta exactitud en el movimiento; esa exactitud es la belleza de mi danza.                                                   
Pienso:Las calles en todas las ciudades son iguales. El suelo me haría tropezar. Solo el alambre me sostendrá… pero camino a lo largo de una línea recta… Siempre recta… ¿Y si me dejo caer?”                                                                                                     
Mientras, plácidamente, la multitud de mirones se incomoda en sus butacas, se inquietan, se indignan al ver un ser tan gracioso arriesgarse a la muerte.                                               
Logro el salto, y vuelvo al hambre de vértigo…                                                      

Me agarro con fuerza al asiento del tren, como si aún estuviese en algún punto a muchos metros de altura. Abro los ojos lentamente, y miro el paisaje, el cercano suelo, a través del cristal. Un pájaro revolotea temerariamente, dando vueltas en el aire, desafiando a la gravedad a hacerle caer. Miro el reloj con desgana. Aun falta más de una hora para llegar. Me acurruco en el asiento, subiendo los pies, y me abrazo. Cierro los ojos para no ver lo invisible, sintiéndome pequeña y perdida, como una mota de polvo diminuta flotando en medio de una enorme habitación vacía,  y para cuando me doy cuenta ya es demasiado tarde. Ya estoy prácticamente dormida, por mucho que me esfuerce no conseguiré despertarme.
Ahora volveré a soñar...

El aire me golpea con fuerza, casi se podría decir que con malas intenciones.
Línea recta…
Miro hacia abajo y me veo allí...
Me revuelvo en el sofá bajo las mantas, al notar un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. El sonido de la lluvia me llega desde el otro lado del cristal, y me empuja a abrir los ojos y deslizarme hasta la ventana para verla.
Todo carece de sentido.
Al posar mis manos sobre la lámina de vidrio, noto que está helada. El vaho de mi aliento la empaña, construyendo densos espacios en los que crear pequeños cuerpos de mariposas, y constelaciones. Miro a lo lejos el termómetro de mercurio que descansa colgado junto a la puerta, al otro lado de la sala. Parece tiritar; menos tres grados. ¿Cómo es posible? Fuera debe hacer aún más frío, puesto que aquí dentro me protege el calor de la chimenea.
Vuelvo a dirigir la vista hacia fuera. Entre la niebla y el manto de lluvia que arropa la ciudad –quizá pretendiendo protegerla del frío-, se distinguen las hojas marrones, resistiendo al chaparrón, agarradas a las ramas de los árboles. Un extraño pájaro danza en el aire, casi ajeno al paisaje que le rodea; parece estar en otra parte…; mi mente se revuelve, inquieta.  Un poco más allá, en la plaza, se aprecia a la perfección el color de las rosas sobresaliendo a la capa de volátiles nubes; parecen vivir aún en primavera.
De pronto se me escapa una sonrisa. Es como la obra de un pintor macabro y retorcido. Un otoño vivo, con pinceladas de primavera, arrasado por los rasgos de un invierno devastador. Casi es como… Sí… Es la descripción perfecta que nunca hallé.
Tanto tiempo mirando su rostro, y nunca supe cómo describirlo. Ni con imágenes, ni con palabras…; pinceles y acordes me eran inútiles. Y ahora… aquí… simplemente de pie riéndome de la sencillez de las cosas, arropada en la calidez mis mantas, sintiendo tras de mí el fuego inundando la habitación, y notando en mi cara el frío aliento de la tormenta…, se exactamente cómo plasmar su perfil.
Maldición…
Dejo de observarme en el momento en que me veo coger un pincel, frenética, y abalanzarme sobre el lienzo en blanco.
Creo que es mejor no verlo… ¿O no?
Quiero dibujar sus ojos en la arena, quiero volar desafiando a la gravedad… -la imagen de un pequeño pájaro revoloteando sobre el sonido del traqueteo de un tren llega a mi mente, como un recuerdo lejano de una vida pasada-.
¿Qué debo hacer?
De nuevo les noto aquí, observándome, murmurando. Otra vez siento su odio hacia mí, su miedo, su incomprensión. “¿Por qué lo hará?”.
 La perturbación allí, en las butacas, es casi palpable. No me quitan los ojos de encima. Sus miradas me queman como el hielo…
¿¡Qué hago!?
No puedo vivir en lo seguro… No puedo vivir en la monotonía…
Línea recta…
Mi cerebro envía una petición automática a mi pie derecho, que traza una curva en el aire, invitando al pie izquierdo a separarse del alambre.
Giro completo. El estómago me da un vuelco, y el grito estrangulado de la multitud queda ahogado en silencio, en blancura y oscuridad, en nada.

Abro los ojos sobresaltada, y dando bocanadas de aire, como si un fuerte golpe en las costillas me hiciera respirar con dificultad…
El pájaro sigue ahí, elevándose en el aire, dibujando piruetas junto al vagón...; sintiendo… el vértigo…

La multitud de mirones se incomoda en sus butacas, se inquietan, se indignan al ver un ser tan gracioso arriesgarse a la muerte.                                                                       
Logro el salto, y vuelvo al hambre de vértigo.                                               




                                                          
PS: El primer párrafo, es en sí un "minirelato" que escribí hace ya mucho tiempo. Lo podéis encontrar en las primeras entradas del blog, en "mayo". Se llama "Funambulista".
=)

martes, 1 de noviembre de 2011

=)

"El serio problema que tienen mis ojos, es que no serán capaces de alcanzar su máxima belleza hasta no tenerte delante y adquirir tu reflejo en ellos."  

miércoles, 26 de octubre de 2011

Las letras y ganas se caen de mi cama.

Miento como una bellaca cuando digo que ya me da igual.
Me he pasado la vida rogando, suplicando por ella, pero la verdad está sobrevalorada.
Tengo una sonrisa pintada. Las letras y ganas se caen de mi cama.
Incluso los monstruos tienen pesadillas. Cuando enciendo la luz, sueñan que no son más que sombras escondidas en las llamas de mi cuarto. A veces hasta siento el impulso de proteger a mis fantasmas, día a día haciéndome compañía.
Como una estrella de la mañana. Espejos. Pasillos enteros de espejos, que devuelven el reflejo de una pincelada desgastada, con sus mezclados tonos descoloridos. Un prisma desenfocado. ¿Qué colores me componen? Deberías notarlos en mi voz… si te parases a mirarla… Añil disfrazado de verde obsidiana; ámbar escondido entre negro deshilachado; rojo manchado de plata envejecida; blanco esparcido sin control por el violeta ambiguo… Unos enredados en otros, promiscuos, trepando por sus lagunas de indefinición, de tintura cristalina.
Tantas cosas por las que ardemos, que al final olvidamos qué encendió el fuego.
Como un papel quemado por los bordes, atrapado entre las páginas arrugadas de un viejo libro. Un libro que descansa, sin un título en el lomo; entre miles de semejantes, en la estantería de una gran biblioteca. Una biblioteca con ventanales de hermosas e imponentes vidrieras que desprenden magia en el polvo que flota en los rayos de luz que las atraviesan; con suelos y paredes de madera que guardan tesoros que jamás fueron escondidos, pues nunca fueron encontrados. Un pequeño papel, con su contenido ya apenas visible, preguntándose qué vela lo quemó, qué mano lo encerró… Respuestas invocadas a base de gritos mudos que se elevan como el repiquetear de una campana lejana.
Hoy en día nadie escucha las palabras que la música les dicta.
El silencio… Las mentiras…
La risa es el mejor mar en el que ahogar el llanto, pero a veces nos volcamos en las sonrisas de locura, y a golpe de carcajada nos quedamos observando cómo hasta nuestra sombra nos deja en la estacada… Así me hallo a mí misma, sola al amanecer, regalando lágrimas a las golondrinas que desean teñir de morado sus alas. 
Me siento bien bajo la lluvia. Estos días nublados me protegen de lo que hay más allá de las nubes. Pero la crisálida se rompe, y los rayos de luz me ciegan, permitiendo el paso al impertinente sonido de los aviones, y al insistente ardor de tu mirada, que se niega a bañarme. ¡Qué frío de repente! Pero la nieve se resiste a caer. Sólo la escarcha se digna a desnudarnos y sorprendernos.
Y, despojada de mi ropa, emprendo otra vez el viaje sin destino concreto; otra vez el rumbo cambiado, otra vez el viento de cara.

Quisiera ser... ("Quisiera ser", Los de Marras)

Quisiera ser la llave del candado de tu destino,
la coraza que te haga ser silencio en el bullicio.
(…)
Ojala yo pueda ser el filtro que te haga ver
los colores que se esconden detrás del amanecer,
para que cada mañana tu sonrisa me haga andar…
(…)
Quisiera ser la percha en la cuelgues tus sueños.
El que mate a los fantasmas que aparezcan en tus cuentos.
El recuerdo que te alivie cuando te sientas perdida...”

domingo, 16 de octubre de 2011

Yo no soy perro flauta...

...soy gato tambor ^ ^

        Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ  l
         
(゚、
          
 l ~
         じしf_, )



Esta noche, va a salir el sol =)

jueves, 13 de octubre de 2011

Laurel...

Cual Apolo y Dafne...


"A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro oscurecían;

de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!"
(Garcilaso de la Vega).

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"En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada."

lunes, 10 de octubre de 2011

Amapola...

Sólo quiero mirarte a los ojos, y comprender la vida.
.......
Saber qué ves cuando me miras.

jueves, 6 de octubre de 2011

Fragmento...

-Casi había olvidado tu cara… y tu pelo…
-¿He de sentirme ofendida?
Él recuperó la compostura, e hizo un ademán similar a una leve reverencia.
-Simplemente es contradictorio. En ocasiones, no somos capaces de recordar con exactitud a las personas que más merecen ocupar nuestra memoria. Nuestra mente no es capaz de almacenar con justicia semejante belleza, que ni tan siquiera es concebible mientras la observas directamente. No es asimilable, por lo que mucho menos conservable. Aunque sería un reto muy interesante para un pintor loco o un músico extravagante y reputado plasmar tal beldad; sin duda sería tremendamente difícil dar con los colores y los acordes lo suficientemente lúgubres y luminosos como para ser dignos de representar la profundidad de su mirada.
-Yo… Siento lo que…
-Vos, mi lady, sois demasiado bella para vuestro propio beneficio. Por eso destruís todo lo que tocáis. Pero sé que no lo hacéis intencionadamente, no tenéis por qué ofrecerme ninguna disculpa. Y ahora, señorita, si me disculpáis, tengo infinidad de asuntos que atender.
- ¡Esperad! ¿Me decís que terminó?
-Preguntádselo a la música.
Una media sonrisa, que no alcanzó sus ojos, relumbró como un latigazo en la cara de él, antes de que se diese la vuelta.
Ella, en silencio y con los ojos brillantes, observó cómo se marchaba, con la capa ondeando a su espalda con gracilidad y una extraña fuerza, atravesando la estancia por la que no corría ni una pizca de aire. Y aunque desde el gran salón no podía verlo, ella, antes de dejar desamparada de sentir su presencia, escuchó como sus manos arrancaban los hermosos sonidos de una última canción a un arpa en el jardín. Una última canción que dibujaba un bosque con recodos escondidos entre la niebla, bajo un manto de lluvia que hacía resaltar los dorados y verdes de las hojas sobre el suelo y en las copas de los árboles. Una última canción inexplicable, como poseedora de un extraño encantamiento.
Una última canción, como una honda mirada intrusa en su interior…
Y se quedó sentada, sin correr hacia la ventana para ver cómo sucedía. Se quedó sentada, disfrutando de la magia, sin buscarle trucos al mago. Sentada… hasta que el polvo de hadas que danzaba en los rayos de sol que llegaban desde la ventana, no fue más que simple polvo suspendido en el aire.

lunes, 3 de octubre de 2011

Un par de fragmentos de conversaciones con Auri

("El nombre del viento")

"A-¿Qué me has traído?
K- ¿Y tú? ¿Qué me has traído?
A- Una llave.
K- Es muy bonita. ¿Qué abre?
A- La luna.
K- Ah, podría serme muy útil.
A- Eso mismo pensé yo. Así, si hay una puerta en la luna, podrás abrirla. Aunque yo no fomentaría esa clase de comportamiento insensato.
K- Te he traído un poco de pan. Y una botella de agua.
A- Eso también es muy bonito. ¿Qué hay en el agua?
K- Flores. Y el trozo de luna que no está esta noche en el cielo. Lo he metido también.
A-Yo ya mencioné la luna.
K- Entonces, solo flores. Y el brillo del cuerpo de una libélula. Yo quería un trozo de luna, pero solo conseguí el brillo azul de una libélula.
(…)
A- También me gusta cuando está nublado. Pero hoy está bien. Es acogedor. Como la Subrealidad.
K- ¿La Subrealidad?
A- Vivo en la Subrealidad. Es muy grande.
(…)
A- Anoche salí. A lo alto de las cosas.
(…)
A- Vi a Elodin.
K- ¿Al maestro Elodin? ¿Él también estaba en lo alto de las cosas?
     ¿Te vio?
A- Nadie me ve. Además, estaba muy ocupado escuchando el viento. Anoche el viento sonaba muy bien."





"A- Te traía una pluma con viento de primavera, pero como te has retrasado… voy a regalarte una moneda. Te protegerá por la noche. Te protegerá cuando pueda protegerte, claro.
K- Yo te he traído tomates, judías y una cosa especial. Sal marina.
A- Pero qué bonito, Kvothe. ¿Qué hay en la sal?
K- Sueños de peces. Y canciones de marineros.
(…)
A- Esta tiene un deseo dentro. Asegúrate de que sabes qué quieres antes de morderla.
(…)
A- No, no te vayas. Su voz es como una tormenta, y sus manos conocen todos los secretos ocultos bajo la fría y oscura tierra."






"K- ¿Qué me has traído esta noche?
A- ¿Y tú? ¿Qué me has traído?
K- Te he traído vino de miel.
A- Oh, que regalo tan magnífico. Imagínate cuántas abejas borrachinas. ¿Qué hay dentro?
K- Rayos de sol. Y una sonrisa, y una pregunta.
     La pregunta está en el fondo.
A- Una pregunta muy pesada. Yo te he traído un anillo.
K- ¿Qué hace?
A- Guarda secretos.  
     No los revela, los guarda.
K- Me encaja.
A- Son tus secretos. ¿A quién iba a encajarle?
(...)
A- Últimamente, el viento ha arrastrado muchas hojas hasta la Subrealidad.
K- Ah, ¿sí?
A- Y se ha instalado un búho. Una hembra. Ha construido su nido justo en medio del Doce Gris, con todo el descaro del mundo.
K- Entonces, ¿eso es algo fuera de lo común?
A- Por supuesto. Los búhos son sabios. Son cuidadosos y pacientes. La sabiduría excluye la audacia.
K- Y esta, ¿es audaz? ¿Es exploradora?
A- Sí, ya lo creo. Tiene cara de luna malvada."

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Subrealidad... Bajantes, Brincos, El Bosque, Miradero, Grillito, Centenas, Candelero, Trapo, Doce Gris...


Quédate...

...hasta el día en que lluevan pianos...

viernes, 30 de septiembre de 2011

Trazos inseguros... inacabados y retorcidos.

¿Por qué? Te recuestas en la cama y, como siempre, vuelve la pregunta indeseada.
¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cómo llegaste hasta aquí? Sabes que la mayoría de culpa es solo para ti.
Me miras. Me miras sin verme. Yo no me veo. No te veo. No me siento.
Me siento a tu lado, pero el suelo está vacío. Sólo hay un bordillo, y en silencio esperamos con los ojos cerrados que el asfalto nos diga algo; pero hoy está silencioso.
Si me voy, te vas; pero si estoy, no vienes. Me coges de la mano, y me siento sola y perdida. No te acercas, y me caigo.
Si me pierdo, encuéntrame. Si te pierdes, yo contigo. Si dudo, me empujas. Si dudas, te entiendo. Si callo, escucha mi mirada. Si callas, leeré tus gestos. Si yo, tú. Si tú, yo también. Si lloro, ríeme. Si ríes, lloraré. Si yo, tú. Si tú, yo. Sin ti, nada. Sin mí, prueba… Y es lo que harás. ¿Es lo que haces?
No me entiendes. A veces no me entiendo; cuando no sé lo que digo. Y aunque sé lo que dices, tampoco sé lo que quieres decir.
Pedir por favor, no sirve de nada. Ni siquiera un abracadabra, si no sabes lo que pides, si no sabes lo que esperas. ¿Qué podrías pedir? Todo aquello que puedas alcanzar. ¿Qué puedes alcanzar? Todo aquello por lo que luches.
Luchas a ciegas, y sin armadura; sin fuerzas; sin ayuda.
Estrellas que se posan en mi mesilla, para alumbrar un cuarto sin ventanas, pero la oscuridad las apaga.
Las lágrimas corren por dentro, y las libélulas huyen, sin un río que sobrevolar.
Volar… desde el borde de un acantilado, buscando esquinas en el mar.
Una voz, afilada como el cristal. No me corta, porque no me habla. No me dicta las palabras tan deseadas. Cualquier palabra, cualquier sonido que espante el ruido de por las mañanas, y el silencio de cada noche. Y poder ver a través de esas palabras.
Ver al fantasma que no atraviesa las paredes de mis pesadillas para desmoronarlas.
Y me parezco tan poquito a la imagen que te viene a la mente cuando escuchas mi nombre…
Y no me tienes. Y no te tengo. ¿Eres tú? No soy yo. Se me olvida a veces cómo serlo.
Cosas que perdimos en el fuego… En el fuego que creamos al hacer la danza de la lluvia demasiado cerca de los árboles.
Llamar a una puerta cerrada para escapar de las llamas, de la luz de las velas que tiñen tus ojos de rojo.
Escuchar sólo un latido de mi corazón… Pero hay más. Que no se oyen, que no se escuchan.
Aléjate, pero sin soltar mi mano; porque ya no te veo; ya no te alcanzo.
No te alcanzo, porque eres aire. No hay nada. Sólo estas palabras, que se dirigen a un tú sin que haya nadie. Quizá no hay nadie porque no hay un yo. Quizá por eso tampoco hay lágrimas.
Pintar en el suelo con tizas de colores. Dibujos que sólo dejarán polvo volátil cuando mis pies descalzos los pisen al levantarme.
Lloran los relojes, y es que el tiempo no pasa…Qué deprisa pasa el tiempo. Qué despacio pasa el tiempo. ¿Tiempo?
Como encontrar a un alma perdida, en un lugar de perdición.
Mírame. No me veas. No me quieras. No me olvides. No respondas. Háblame.
No me perdones.
El silencio desde donde la música es posible…
Incéndiame.

"Báilame el agua"

Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.
Sácame de quicio.
Llévame a pasear atado a una correa que apriete demasiado.
Hazme sufrir.
Aviva las ascuas.
Ponme a secar como a un trapo mojado.
No desates las cuerdas hasta que sea tarde, demasiado tarde.
Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea ni tuya ni mía, que sea de todos.
Líbrame de mi estigma. Llámame tonto.
Sacrifica tu aureola. Perdóname.
Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.
No me arrastres. No me asustes.
Vete lejos. Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Sangra mis labios con sanguijuelas de colores.
Fuma un cigarro por mí. Traga el humo.
Arréglalo y que no vuelva a estropearse.
No lo tragues. Échalo fuera.
Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.
Sueña retorcido. Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos.
Dame la llave de tus oídos. Toca mis ojos abiertos.
Nota la textura del calor. Hasta reventar.
Sé yo mismo y no te arrepientas.
¿Por cuánto te vendes?
Regálame a tus ídolos. Yo te enviaré a los míos.
Píllate los dedos.
Los lameré hasta que no sepan a miel, hasta que dejen de ser miel.
Sal, niégalo todo y después vuelve.
Te invito a un café. Caliente, claro.
Sin azúcar. Sin aliento.