domingo, 30 de diciembre de 2012


¿A qué? Ya no importa. Sólo importa jugar; seguir, o empezar.
Pero eso no lo explica. Porque mi pelo cae como una telaraña a los lados del paisaje, escurriendo agua. Porque mi piel, llena de arañazos, incluso sobre las huellas moradas de golpes que no tengo archivados.
¿Y de dónde me saco una razón?
Y ahora es cuando empiezo a hablar conmigo misma. Con esa vocecita de dentro, tan irritante. Pero ella da excusas, no razones.
Bah, no sabe jugar. O tal vez son mis exigencias de reina las que están fuera del tablero. “¡Que le corten la cabeza!” Ya sabéis, como la teoría heliocéntrica, pero con la Luna. Una luna malvada y con ojeras.
Yo, que soy más vagabunda de nubes –que casi siempre escupen fuego-.
Esperad. Un traguito; se me queda la boca seca. Los dientes. Los verbos. La lengua. Afilar.
Ya está. Ya se me ha escapado; el turno, y una vuelta del mundo.
Y lo peor es que sigo con la garganta moribunda, el pelo mojado, y la piel agrietada.
Pero jugamos. Mudos. Jugamos. Sino, no me explico tu sonrisa de gato psicótico en pleno invierno.
Qué gracioso.
Recuerdo. Me estás apartando el pelo.
Recuerdo. Tu lengua también corta.
Recuerdo. La humedad de mis pupilas en equilibrio con la de tus labios.
Y sangrar los verbos, por qué no. Pero excusas, y no razones. Y a veces las sonrisas alejan.
Y cielo despejado. Y boca seca.
Y olvido. Y jaque mate.
Y sin echar las monedas, el agua, la sal, el polvo, cenizas.
“GAME OVER”.

…Y seguimos jugando.


-En fin, estas cosas son el resultado de estar ya medio dormida, cuando “un algo” te golpea, y te hace levantarte de la cama, e improvisar. Al empezar el texto no pretendía que saliese algo así, ni si quiera algo parecido, pero… dejarse llevar es lo que tiene. Mañana dedicaré el tiempo a escribir lo que realmente tenía pensado, y esto que quede como un pequeño residuo nocturno espontáneo.
Bona nit =)-

jueves, 13 de diciembre de 2012


“Ser o no ser, ésa es la cuestión. ¿Qué es más noble: sufrir en silencio las flechas y los embates de una Fortuna indigna, o levantarse en armas contra un mar de adversidades y eliminarlas combatiendo? Morir, dormir. Nada más… Si con el sueño se borran todos los males, ¿qué más se puede desear? Morir, dormir… Dormir… Soñar. He ahí el problema: no saber qué sueños acompañarán el sueño eterno. ¿Por qué, si no, soportamos el yugo opresor, el desdén de los soberbios, el amor burlado, la lentitud de la justicia… cuando cada uno puede liquidar sus cuentas con un simple puñal? ¿No será que sentimos temor ante el país no explorado más allá de la muerte, un país del que no regresa ningún viajero, y preferimos sufrir males conocidos antes que huir hacia lo desconocido? La conciencia hace de todos nosotros unos cobardes, los colores naturales de nuestro impulso palidecen bajo la sombra del pensamiento, y las empresas de mayor importancia tuercen su curso y dejan de tener nombre de acción… Pero, silencio… ¡La bella Ofelia…! Ninfa, recuerda mis pecados en tus oraciones”.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Trabajillo para clase.


TINTA Y ACORDES.

Los rayos del sol entra por el ventanal, y hacen que la estancia, ya de por sí luminosa, desprenda una luz blanca y apacible.
Las motas de polvo danzan en la luz.
En contraste con la armonía de la sala, el corazón de Tinta repiquetea en su pecho como una bailarina a la que le dan cuerda, y luego encierran en una caja de música.
Su voz, por el contrario, huye de sus cuerdas vocales como el sonido de una campana, dulce y lejana. Acaricia la tapa cerrada del piano, mientras Silencio, al otro extremo de la sala, juguetea con su reloj, como siempre, con la vista fija en un cuadro.

TINTA.- Nunca fue suficiente.
SILENCIO.- Exacto. Nunca. No te has dado cuenta ahora.
TINTA (Gritando).- ¿¡Y qué esperabas que hiciera!?
SILENCIO.- Decirme la verdad. No podía esperar menos de ti.
TINTA (En un susurro).- Como si no supieses ya la verdad…
SILENCIO.- Nunca pensé que fuera tan fuerte. El amor.
TINTA.- ¿Lo dices por ti, o por mí?
SILENCIO.- Ambas cosas, por desgracia.
TINTA.- Silencio, siempre has sabido cómo soy. Sabías que terminaría marchándome tarde o temprano…
En ese momento, un joven (Cuervo) entra en la sala, con paso firme y decidido, la mirada cargada de triunfo.
CUERVO.- ¿Ya estás lista? Tengo el coche en marcha.
SILENCIO (Dándose la vuelta, bruscamente).- No, no está lista. Estamos hablando. No estaría de más que esperases fuera, con tu estúpido coche.
CUERVO.- Claro… mi coche es el estúpido.
Tinta se sienta en la banqueta del piano, y se revuelve, inquieta, pero no dice nada que interrumpa la discusión.
SILENCIO.- ¡Desde que tú apareciste nada ha ido bien!
CUERVO (Calmado e impasible).- Yo sólo le ofrecí lo que tú no podías darle. (Da unos pasos hacia Silencio, pero manteniendo la distancia) Nunca has sabido comprenderla.
La expresión de Silencio se torna tan blanca como las radiantes paredes de la habitación. El aire que salía de los pulmones de Tinta muere en la garganta, justo antes de salir, produciendo un sonido mudo y seco.
SILENCIO.- Mira, ahí tengo que darte la razón.
CUERVO.- ¿A caso no la quieres tanto como dices? ¿No quieres su felicidad por encima de la tuya?
TINTA.- Cuervo…
CUERVO.- No, Tinta. Quiero entenderlo. Comprendo que duele, pero si tanto amor te tiene…
SILENCIO (Interrumpiéndole).- El ser humano es egoísta por naturaleza. Quiero que sea feliz, sí, pero siempre tendré clavado ese ojalá. Ojalá pudiese ser feliz con sus sueños a pequeña escala. O mejor, ojalá que su sueño fuese yo.
CUERVO.- Tienes razón. Es muy egoísta.
Tinta apartó su mirada de agua de Silencio, al que había estado observando fijamente mientras éste hablaba. Una lágrima de sal y cristal rodó silenciosa por su mejilla.
TINTA (Su preciosa voz tintineante, agridulce, acarició suavemente el aire).- De todos modos, yo sólo podría “ofrecerte páginas anémicas de besos”, acordes menores escotofóbicos, y “un cubo de basura con papeles”.
SILENCIO.- Tú y tus juegos, Tinta. Cómo los odio; desde que hicieron que me enamorase de ti. Siempre te alejan.
TINTA.- Sin tiempo y con espacio, ¿eh? Aunque nunca suficiente.
Silencio apretó el reloj entre sus manos.
SILENCIO.- Siempre estuviste fuera de alcance, en un mundo de flores de papel y estrellas de neón. Ni en una canción se te podría tocar.
(Tinta se pone en pie)
TINTA.- ¿Ahora te has vuelto un poeta?
SILENCIO.- No. Sólo intento hablar en un idioma que se parezca un poco más al tuyo. Quizá por sentirte un poco más cerca, por última vez.
TINTA.- El eco de nuestros pasos suena a tropiezos, Silencio. Este abismo nunca fue mío; siempre me deja con hambre de vértigo. Esta línea recta nunca tuvo plural.
(Cuervo miraba a uno y a otro)
SILENCIO.- Sí… Parpadeas sombras, con restos de pasado en las pestañas. Los ojos de hoguera medieval clavados en el presente, y los sueños quién sabe en qué tiempos verbales.
TINTA.- Recitas cartas jamás escritas, y manos vacías.
CUERVO.- Es hablar por hablar. Una despedida, evitando el adiós. Tan patético como pretender seguirle el juego a Miss poesía. Es un triste intento de comértela a versos. (Volviéndose hacia Tinta) ¿Nos vamos?
SILENCIO (ignorando a Cuervo).- Tinta… No es piel de porcelana limpia lo que te pido. No te imagino sin el caos por tu cuerpo, sin tu ruido, pero…
(Tinta se estremece dentro de su vestido, blanco en tiempos pasados, con su expresión de luna deshecha).
TINTA.- Ya lo hemos hablado, Silencio… Nos despertamos muertos, con restos de Sol en los labios. Nos vendemos sólo por mucho invierno, y un poco de calor. Como si fuésemos algo más que unos extraños.
(Cuervo empieza a impacientarse, incómodo. A pesar de la confianza que tiene en las pasiones de Tinta, teme ver un hálito de duda en la boca temblorosa de la chica.
Sin embargo, los labios de la muchacha sólo tiritan porque odian decir adiós, aunque desean hacerlo con todas sus fuerzas.)
CUERVO.- Tinta, deberíamos irnos ya.
SILENCIO (A Cuervo).- ¿¡Quieres callarte de una vez!? Ya has hecho bastante.
CUERVO (Impasible, de nuevo).- Ofrecerle a tu amor lo que siempre a querido. Lo que necesita.
TINTA.- Basta. Cuervo, espera fuera. No te preocupes, saldré en seguida.
(Cuervo duda, por un instante, y clava sus ojos en Tinta. Finalmente, abandona la estancia)
SILENCIO.- En seguida…
TINTA.- No hay vuelta, Silencio… Atrás. De hoja. Me voy.
(Silencio se acerca a ella, con el peso del mundo a su espalda)
SILENCIO.- Quiéreme, Tinta. Quiéreme al pie del punto final.
TINTA.- ¿Qué te quiera, dices? ¿Acaso crees que no te quiero?
SILENCIO.- …
TINTA.- Mi pequeño romance… Siempre has sido mis domingos por la tarde, ¿lo sabes?
SILENCIO.- Sí, lo sé, pero… Quisiera ser tu adicción, y no tu costumbre.
TINTA.- Tú. Y yo. Sólo mirándonos, y sonriendo. Sin excusa, sin temblar. Sonriendo y muriendo.
(Tinta vuelve a sentarse en el banquito, y Silencio se sienta junto a ella, poniendo su mano sobre la de la joven)
SILENCIO.- Siempre siendo musa, poeta, y verso, todo al mismo tiempo. El fantasma, y lo real.
(Tinta se gira, levanta la tapa del piano, y comienza a tocar una canción suave y nostálgica, mientras Silencio la mira. Durante un rato, sólo se escucha la música.
Finalmente, para, y deja caer las manos sobre sus rodillas, con la cabeza gacha.
Silencio permanece mirando las teclas)
TINTA (en voz baja).- He de irme. (Carraspea, y sube la voz) Cuervo me espera.
SILENCIO.- ¿Dónde irás? (La mirada de Tinta habla por si sola, así que antes de que abra la boca, añade:) Lo sé, lo sé. Sólo quiero saber el primer destino.
TINTA.- Ni yo misma lo sé. Cuervo aún no me lo ha dicho.
SILENCIO.- Espero que te vaya bien. De verdad.
TINTA.- Te voy a echar de menos.
SILENCIO.- No; en realidad sólo será melancolía. De vez en cuando.
(Tinta sonrió. No era una sonrisa alegre)
TINTA.- Si que debes odiarme, utilizando mis propias frases contra mí.
SILENCIO.- ¿Odiarte? Ojalá pudiera.
TINTA.- Serás feliz, Silencio. De verdad que lo serás. Todo esto… se te pasará.
SILENCIO.- ¿Y a Cuervo?
TINTA.- ¿A Cuervo?
SILENCIO (riendo).- Mi preciosa catástrofe, tú siempre tan inocente. ¿No has visto cómo te mira? No sé si conservará su calma cuando le llegue a él la despedida.
TINTA.- Él sólo me ha ayudado.
SILENCIO.- Tinta… Bueno, en cualquier caso él parece tener mucho más aceptado tu amor.
TINTA.- Sí. Al fin al cabo, me descubrió por él. Y por él me ha ayudado.
(Tinta clava sus dulces ojos en el piano, por un segundo libres de tristeza, brillantes)
SILENCIO.- Quién iba a imaginar que aquella oferta arreglaría tu vida, y rompería la mía en pedazos. (Tras un breve instante en que ambos permanecen callados, continúa) Echaré de menos oírte.
TINTA.- Qué tontería; mi música no es difícil de encontrar.
SILENCIO.- No es lo mismo que verte temblar bajo el calor de los focos, desnuda por dentro, recitando notas que, en tu presencia, no era difícil imaginar que eran para mí. Cuando estés lejos, eso será casi imposible.
TINTA.- Una parte de mis canciones siempre irá para ti.
(Se miran a los ojos durante un instante eléctrico, y comienzan acercarse, hasta que sus labios se rozan. Antes de juntarse en un beso, Tinta gira la cabeza, y su suave boca roza la mejilla de Silencio, como el breve aleteo de una mariposa, provocando un huracán en su estómago)
TINTA.- Yo…
SILENCIO.- Dilo. Sé que lo odias, pero es lo mínimo. Me lo debes. Dilo.
(Los ojos de Tinta se desbordaron, y tardó un momento en poder hablar)
TINTA.- Adiós.
(Tinta se levantó y, sin correr, pero con paso ligero, fue hasta la puerta. La abrió, y se detuvo un instante, pero cruzó el umbral sin mirar atrás, y dando un ligero portazo que resonó por un instante en la estancia, que ahora a Silencio le parecía tan vacía. Se queda paralizado, junto al piano, mirando la puerta, y el reloj que había estado apretando, cada vez más, ahora se escurre de sus manos. Con voz baja y rota, habla para la ausencia de alguien que ya jamás volverá)
SILENCIO.- Un portazo; tu última nota para mí. Nunca volveré a saber qué suelo estás pisando, qué aire estás respirando. Pero sí sabré qué Luna te tendrá hechizada. Y siempre tendré la certeza de que sigues a tus acordes, vayas donde vayas. Tú, y tu sonrisa, y tu fe ciega en aquello que me leíste una vez. ¿De quién era aquella frase? No lo recuerdo. Pero sí recuerdo qué decía: “Al fin y al cabo, como alguien dijo, la vida es una canción, y el amor es música, y el amor es todo lo que necesitamos en esta vida”.
Adiós, Tinta. El silencio, frente a tu mundo de melodías, nunca fue suficiente.

FIN.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Lady Drama. Translúcida.


(Des)esperar ausencias nunca fue su punto fuerte. Al fin y al cabo, siempre tenía preparadas las maletas. Incluso entre sábanas (des)hechas de promesas ya cumplidas.Miss Catarsis. Mis Cafeína. Letras, y ella misma el humo.  ¿Quién necesita nicotina? ¿Quién sobrevive a su invierno? En acordes. En carne viva.

lunes, 29 de octubre de 2012

De lirios y de algo diminuto. Que no sé sangrar, si no es a letras con sal.

Sirena. De sal. Rincones húmedos de la inspiración. Flotar. Acordes. Peso y levedad. Mis letras al fondo, haciendo a tus palabras resbalar. Tus ojos clavados, mi piel se hace polvo. Volar. Mira un poco más allá; de todos modos, no verás. Y alimenta con tus versos la oscuridad, que duerme en mi boca entreabierta. Agrietar. Devastar. Pero siempre perdura el hambre, en medio del caos que no sabrías deletrear. Correr. Arañar. Tu corazón, como un tobogán. Cuerdas vocales para caminar; equilibrios, sin altura suficiente para saltar. Y me paro. Y me caigo. Y el ritmo se para, y se caen mis engranajes al abismo. Maquinaria chirriante, color Marte. Pide un motivo. Ni eso. Excusa. Vértigo. Qué más da. Que nunca supe ser de, y la carne se hace viento, que todo se lo llevará.

domingo, 21 de octubre de 2012

Sé que sólo soy un gesto perdido entre un millón de palabras.
Y quizá cuando cale la lluvia, sea yo quien moje tu cuerpo, 
escondida en las caricias de las gotas, en los mordiscos del viento,
aunque sean otros los que pasean a tu lado, en esta parada sin tiempo,
pero con espacio.
Mis labios secos, sangrando impaciencia. Arañazos que no tengo. Sólo mi piel se agrieta. Escuecen las costuras, desgarran los abrazos. Miradas lejanas, que no vacías. Juego desde lo más alto, a ver si nos duele el aire entre líneas. Se corrompe el orgullo, se desnuda la inocencia. Entre sábanas ajenas escondemos pesadillas.
Incluso la piel falla, y la tinta se corre sin necesidad de lluvia. 
¿A qué recurrimos esta noche? 
Intento sumergirme, de todas las maneras posibles, pero el humo asciende, y ya no lo veo. Me quedo abajo. 
Me hago verso, y me caigo de la cama. 
Las sábanas se deshacen. La almohada se duerme, y mi voz, hecha eco, se pierde. 
Me cubro las letras; se me notan demasiado los abismos cuando tú me miras. 
Aunque quizá hable demasiado de abismos, para estar tan necesitada de vértigo. 
¿Es mi nombre eso que has dicho? No. Sólo el dibujo de un espejismo. 
Mira el reflejo. Es casi como ver mi propio grito. 
Hace cosquillas. Se vierte. 
Sangro brillo, y se me escapa el deseo de ser una estrella. Fugaz, como tus nostalgias. Sólo por morir de algo. De madrugada. De sobredosis. De alguien.

viernes, 19 de octubre de 2012

Punto; nadie sabe cómo.

Oyes el crepitar del fuego, que en realidad es agua. Agua arrastrando recuerdos y olvidos. Te hundes. Y respiras. Rozas el calor que despierta en tus ojos, empapados. Llueves. Tiemblas. El deseo se hace dientes afilados; la posibilidad se hace lengua. Y de los labios, ligeramente separados, se escapa una traición, que se deshace en eco, y se torna brillo. Aullidos; gota a gota, grieta a grieta. Al final, la sonrisa de la luna traspasa las piedras y difumina cada sombra. Ligera, aprieta.

"Está hecha de cicatrices; es el verbo en carne viva".


Allí estaba, como un poema en carne y hueso que juguetea, saltarín. El tintineo de un giro tras otro.
Los pies descalzos sobre la fina línea recta que hace que todo gire. El hambre de vértigo a una distancia prudencial del cielo.
Era pura rima, en acordes disonantes, arañando el papel.
Qué fácil es bajo la lluvia. ¿Y cuando deja de llover?

jueves, 4 de octubre de 2012

Insomnio asfixiándose en humo. Letras ahogándose en café. Me echo de menos. Otra vez.

La nada sueña música, en los vértices más vacíos. Hasta del silencio. La melodía. Aún no inventada, latía en sus ojos. Disonante. Caos organizado entre los dedos, que retorcían colores diluidos. Sombras descorazonadas de realidad y perfección. Donde me llueves a errores. Y ya no sé si el amor es por la piedra o por el intento.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Dejé atrás el viento helado de las calles de Madrid, y bajé las escaleras con desgana.
La gente chocaba con prisa, unos contra otros, en un revoltijo de colores y voces que se mezclaban con el chirrido procedente de las vías, ahogando la música de un violín prácticamente ignorado.
Mis botas pasaban desapercibidas entre el ruido de tacones, y mi lentitud permanecía invisible entre carreras contra el tiempo. Cuerpos veloces que ondulaban mi vestido al pasar, y desaparecían en cuestión de milésimas de segundo.
Entré en el vagón de metro sin esforzarme apenas por esquivar empujones, y levanté la cabeza, esperando tener suerte.
Sorprendentemente, un asiento me esperaba encajonado entre un enorme tipo con bigote, y una pared.
Me dejé caer como si en lugar de salir de clase acabase de llegar de la guerra, y miré mi reloj.
Eran las tres, y el segundero, insaciable, no se conformaba. Parecía martillearme en las sienes, así que saqué mi libro de lectura de la mochila, para intentar ahuyentarlo.
Qué mejor que evadirte entre letras tras otro agotador día de rutina (más las horas que aún quedan por delante).
Tras casi diez minutos intentando leer, finalmente desistí. El ruido de mis tripas reclamando comida me impedía concentrarme.
Levanté mis ojos, y se posaron directamente en la figura que había sentada frente a mí. Un chico posiblemente algo mayor que yo, con un abrigo largo y gris, y un sombrero negro, sujetaba unos papeles entre sus manos, tenso.
El pelo castaño le acariciaba los hombros, y de entre sus labios salía un ligero vaho, a pesar del calor dentro del vagón. Sus ojos azul hielo se alzaron para clavarse en los míos, y casi pareció que abrasaban la hierba verde de mis iris.
De repente, todo el metro pareció temblar, pero al mirar a mi alrededor nadie más daba muestras de haberlo notado.
Una especie de aliento gélido bajó por mi columna vertebral, y otra vez pareció tambalearse todo.
Esperé un rato, aferrando con fuerza el libro cerrado que descansaba en mis rodillas, fijándome en cada rostro. Por no variar, todo el mundo parecía ajeno a la realidad, cada cual sumido en su vida. Nadie demostraba haber percibido nada.
Llegué a la conclusión de que era cosa mía, y volví a mi lectura. Sin embargo, seguía sin poder prestar atención a las páginas, pues cada vez era más alta la queja de mi estómago; casi podía compararse con el ruido de un animal salvaje.
Volví a cerrar la novela, con un ligero golpe seco, y levanté la mirada. El muchacho del sombrero me observaba fijamente, y su boca se torció en una extraña mueca cuando el vagón vibró de nuevo.
Con una sacudida del aire, una sombra se deslizó por el rabillo de mi ojo.
Se desplazaba de un lugar a otro de la estancia, emitiendo un horrible y constante sonido gutural, desgarrador, que aumentaba poco a poco de volumen, y trajo a mi memoria descripciones poco tranquilizadoras de relatos de Lovecraft.
Nadie más reaccionaba... excepto él. ¿Acaso también lo veía?
Aquel ser no era más que una especie de borrón oscuro en movimiento, pero era más que suficiente para cortar el aliento.
Cada vez hacía más frío allí dentro.
El chico frente a mí se revolvía en su asiento, inquieto, pero no asustado.
La imperiosa necesidad de echar a correr me agarrotaba las piernas, dejándome inmóvil, mientras la certeza de la imposibilidad de salir del vagón en marcha, me sumergía en un mar de claustrofobia.
Una mirada de aire me arañaba las mejillas húmedas.
El rugido roto, cada vez más intenso, surgía del interior de aquel vacío, lleno de la nada más absoluta, hasta hacerme sentir que unas afiladas garras rasgaban una pizarra junto a mis tímpanos. Una enormidad azabache, donde no se oía ni mi voz, ni nada que no perteneciese a esa negrura.
Un grito murió hecho añicos en mi garganta, e hizo palpable mi pánico, mientras, bajo su abrigo color ceniza, el joven se estremecía visiblemente.
Dijo algo, pero sus palabras se ahogaron entre despreciables sonidos, tan agudos como graves, mezcla de gruñidos y rechinamientos.
Era estridente y ensordecedor. Creía que me estallaría la cabeza.
Fue entonces cuando el chico me cogió la mano. La sombra desapareció.
Sólo se oía el parloteo de la gente y el traqueteo del tren sobre las vías.
Al levantarse de golpe para venir hacia mí, los papeles se le habían desparramado por el suelo, y su sombrero se había caído, y había llegado más allá de nuestro vagón, fuera de su alcance. Tenía el pelo revuelto, y miraba hacia abajo.
Mi respiración agitada se acompasó cuando subió la cabeza y me miró a los ojos fijamente.
Un gesto de alivio iba a asomara mi cara, cuando vi algo raro.
Sus ojos eran ahora glaciales, casi blancos, y en ellos parecía balancearse una mancha negra, de un lado a otro, como bailando.
Su boca se convirtió en un torvo intento de sonrisa, que se ensanchó poco a poco hasta desdibujar por completo todos los rasgos humanos de su semblante.
Pareció proferir simultáneamente un conjunto de horribles sonidos que atravesaban sus cuerdas vocales, algunos procedentes de su estómago, otros que aparentemente partían de sus ojos. Todo a la vez, colisionaba en mis oídos como una especie de aullido deformado, que estoy segura que sería capaz de romper Sol y Luna si no estuviésemos bajo tierra.
En una curva, mi cabeza chocó contra el cristal de la ventanilla, y mis párpados se abrieron de golpe.
El señor del bigote me ofrecía, con una amable sonrisa, el libro, que debía haberse caído de mis manos mientras dormía. Lo cogí, devolviéndole la expresión.
El asiento que tenía delante estaba vacío.
Respiré hondo, tranquila. El calor comenzaba a sofocarme bajo la bufanda.
Tres paradas más tarde, llegué a mi destino, y me puse en pie, despertando mi cuerpo entumecido por el viaje.
Al bajar, me pareció ver de reojo una silueta gris, que recogía algo del suelo y se lo colocaba en la cabeza, antes de descender del vagón contiguo, y perderse entre formas difusas que danzaban por el metro, diluyéndose como sombras de un teatro en la pared.

sábado, 1 de septiembre de 2012


"Hay que decir adiós a quien siempre se despidió, porque se pasó la vida despidiéndose. Nunca lo hizo de un modo sentimental, apenas dolorosamente; se despedía siempre con la exactitud de un cronista que atrapa el pasado, porque quiere la realidad presente, el germen del futuro.
Esta búsqueda del tiempo perdido que ha sido siempre una parte esencial del escritor: arrebatar al olvido lo que nos pertenece, atrapar otra vez el vértigo de lo que hemos vivido, mirar hacia el pasado invisible para hacerlo transparente".

domingo, 26 de agosto de 2012

Inciso.

"Cuenta a todos que lo sabes.
Cuando incendias sin querer,
sabes que alguien más se rompe.
Sabes que todo lo rompes."

jueves, 23 de agosto de 2012

Al vacío. Miradas incómodas.


Bailaba. Nunca le importó por qué. Hasta que la música cambió el registro, y el giro se hizo brusco, se hizo lento. “¿Dónde está mi dulce vértigo?”
La cuerda, tensa, siempre recta. Siempre arriba. Nunca le ha gustado.
Pies descalzos. Que se agarran, que resbalan.
Su vestido morado jugando con el viento.
Le encanta ondularlo, justo antes de hacerla caer.
Y cuánto le gustaban las escaleras de piedra, para volver a subir.
El tacto, duro y frío. El color de las cenizas que volaron. Cómo parecían no tener fin.
Y escuchar, desde arriba, el eco de sus pasos, que suenan a tropiezos. A fracasos embotellados que no dejan de vagar por el mar, pero se pierden.
No sé seguir.
He perdido. Palabras en recuerdos. Recuerdos, que no olvidados. Pero están perdidas.
Sin acorde exacto.
Paraguas rima con besos. Delicados.
No se gastan. Se rompen. Pero quedan. O se marchan. Los pedazos. ¿Aire?
Se los lleva. Tiene pocos. Muchos. Y me suelta el pelo.
Y jugamos. A trazos. Con las pompas de jabón, haciendo como que existes. Y nos miramos.
Y nos quedamos. Con los pedazos.
Y olvido, del verbo lengua.
Y rebusco. Los busco. Y llueve. Los toco.
Los siento. Lo siento. Corta. 
Los tiro. Me voy.
Me voy. Despedida sin. Mirar.
Y. Cosido entre paréntesis. Adiós. 

martes, 14 de agosto de 2012

Roma Romaní


 "Roma Romaní no es una princesa como las demás.
Su palacio es un carromato tirado por un viejo jamelgo.
Su reino no tiene límites,
y ha dado varias veces la vuelta al mundo.
Su padre no tiene corona. Todos sus dientes son de oro, y ese es su único tesoro. 
Va de pueblo en pueblo, acompañada de toda su corte, 
para presentar sus actuaciones.
Roma es una artista de círco; su número preferido: 
atarse a una cuerda y girar, girar, girar…hasta tocar las estrellas."

domingo, 22 de julio de 2012

Viajo por ahí como la luna. Cambiando de luces. Demasiado llena; de vacíos y huecos.


Con los dedos transformados en sombras; arañazos huecos.
La vista, fija en la arista. Al final del miedo a la oscuridad, vacía y espesa. Ascendiente.
Con el peso del tiempo apretando cada vez más. En cada golpe retrasado. En cada eco adelantado. Tic. Tac. Tic. Tac. ¿Quién va delante? ¿Quién va detrás?
Avanzando hacia ninguna parte.
A ciegas. El sonido de su propia locura; agrietando los afilados cristales restantes del reflejo de su alma. Brillante; transparente. Hueca, demasiado llena; cortante.
Sumirse en la falta de respiración. En el dolor de la respiración. Tranquila. Agitada.
Sangrando palabras desde el dolor punzante, en el centro del estómago. Cadáveres de mariposas que se retuercen. Se revuelven en los huesos del huracán que un día provocaron sus alas. Siempre rotas, desde el principio; desde que empezaron a volar.
El centro. El ojo. Ciego; de ver.
Suplicando por aire a alguien que nunca fue capaz de mantenerla respirando. O quizá…
El absurdo de la fe. Ciega; de no ver.
El absurdo del deseo. Deseo de lo que no fue. De lo que pudo. De doler.
La presión en las sienes. El abismo en el pecho.
Esas sombras inútiles, que agarran los vértices. Incapaces de hacer fuerza; incapaces de crear luz.
Vértices efervescentes. Esfuerzos diluidos.
El peso del silencio, borrado por palabras huecas. Dibujos, del peso del vacío.
Borrones. Manchas
Y en el suelo. Sin notar el golpe. Ya no hay vértigo. Sólo una superficie firme y tambaleante. Sólo paisajes, girando; sin pararse, igual que él. Igual que el Mundo. 

miércoles, 18 de julio de 2012

Todo se marchita.


El corazón, que anda escondiendo entre válvulas el miedo a perder la fuerza necesaria para intentar atravesarme las costillas. Un engranaje chirría. Ya empieza a ser todo color Marte.
Las garras, desde lejos, cada vez aprietan más. Se clavan a los vértices desde el silencio, y sangran nuestra piel con colores afilados.
"Nuestra". Letras que se nos cayeron de la cama., y sólo mi nombre ensuciando la alfombra.
Y después. Léeme este atardecer.; si aún te queda aunque sean un par de palabras.
Hiéreme, y sácame de aquí.
Empújame hacia el fuego de una estrella, allá, abajo. Al fondo; del abismo. Suplicando por el vértigo.
El universo, de colores, en sus ojos cerrados.
Colores, que se lleva el humo, que se diluyen entre ríos de pintura en un vaso de agua. Y ascienden.
Ascienden hasta el mar de las vicisitudes.
Y es allí donde la quimera se eleva ante mí, tan etérea y tan sólida entre nubes de carbón. Me mira fijamente, y salen burbujas de agua de su boca, en un grito sin aire.
Y me ahogo en el único resquicio de dolor que asoma a tus ojos. Sin que me mires, claro; eso nunca.
El monstruo solitario bajo la cama, que no sabe apartar las sábanas. Que no sabe meterse dentro.
El deseo, desde fuera. Siempre desde fuera. Fuera de ella: fuera de él. Y yo me lo guardo dentro, en la cajita de Pandora donde guardé las mariposas, de un malva desteñido.
En el suelo, mi ropa y papel. Tinta, en mi cuerpo.
Una despedida, gastada de arder sólo por un extremo. Un "adiós" que se perdió en un laberinto de hielo en tus labios cerrados, secos.
Nieve. Niebla.
Matices del negro.
Polvo. Hierro.
Levedad... Peso.
Pesa. Pesas.
Volamos. Pasado.
Con dinamita y pólvora.
Pero respira tranquilo el aire viciado de tu instinto. Sólo quien se ahogó estalla.
Sólo la fe, convertida en sombras que bailan en la pared. Con alas. Sin poder volar.
Sólo un aullido que ya no tiene voz para quebrar.
Sólo la luna, que ha dejado tu cama, para irse a cantar sus versos a donde la anhelen escuchar.

viernes, 13 de julio de 2012

Um.


Tan musa, tan artista. Tan firme, tan equilibrista. Tan inspiración, tan página en blanco. Tan mía, tan de nadie, tan suya.
Tan todo, tan nada. Tan extremo, tan balanza. Tan contradicción, tan firme.
Tan palabra, tan silencio. Tan música, tan viento.
Tan de allí, tan de echar de menos esto… Tan de ninguna parte.
Tan frágil, y tan fuerte. Tan hielo, y tan ardiente. Sola, entre la gente, siempre tiene quien la lleve.
A un sitio perdido. Al hogar de un sueño muerto.
Tan temprano como nunca, tan tarde como siempre.
Un héroe para un nada que salvar.
Una espada para un instante que está por llegar.  
¿Nos protegemos? ¿Nos herimos?
(Quizá luego. Puede que no.)
Ahora y siempre, perdidos en aquel nunca que esperábamos con desesperación.

jueves, 28 de junio de 2012

Game over. (Sin corregir)



Y aquí sigo, derritiéndome como una luna con cara de gato malvado, desesperando una ausencia.
Una nueva noche de quemar recuerdos. Hasta el humo que me consume se sorprende.
Cierro los ojos. La oscuridad me ciega. Sueño con aquel verso que se perdió en el “tarde”.
Las espinas pierden los pétalos, que caen temblorosos en golpes rotundos.
Motivos perpetuos, sentados en la acera del andén de una condena.
El tren que no llega con las verdades deshechas.
¿Para qué?
Aferrándome por inercia a la nada de un “te quiero” vacío; aún no sé si al tuyo, o al mío.
Golpear al odio, a ver si en el acierto del error se vuelve indiferencia.
Jugármelo todo a la última carta, tirada a destiempo.
Probar con miradas huecas, en lugar de clavarle los ojos al suelo.
Y entre paréntesis y tiempos en blanco, pierde importancia llenarlo.
La duda. La pregunta. Las llamas en busca de cenizas que no viajen al pasado.
Mariposas que no piensen en volver.
Canciones que no confundan la nostalgia con el deseo de volverte a ver.
Caes. Te pierdes entre olvidos. Te diluyes entre agua.
No queda ni el rastro de una mancha borrosa en los posos de aquel “te” que casi sentí ayer.
Idea y realidad. Actos y gesto. Entre ellos aparece la sombra del tiempo perdido, muerto.
Soledad abstraída. Calles abarrotadas, sin espacio para sentarse a esperar un "nada" tardío.
Ganas ahogadas en el mar de los que no saben nadar y flotan, perdidos.
Minutos de silencio por los gritos que implosionan antes de chocar con la pared.
Interrogación que suena a lugar lejano, a tener que correr.
Romper el vértigo al quererlo coger.
Y no me decido entre saltar o volar.
Al fin y al cabo, algo me dice que será el mismo final.
Un “tú” sin mí.
El punto final de un precario “nosotros” sin ti.
Cada segundo pasado, convertido en un futuro imperfecto enterrado.
Cada uno de los besos robados, reducidos al recuerdo más efímero que se haya olvidado.
Olvidado.

martes, 5 de junio de 2012

Aquí queda... Sin revisar.


Un mañana que ya se ha escapado. Un pasado al que esperamos, y nunca llega.
Árboles de Navidad, con las luces fundidas en primavera.
Veneno que no mata, pero duele.
Desde que por las mañanas no amanece. Y ya no te puedo culpar.
Las lágrimas que ya no riman como antes, desde el mes en que te llevaste mis consonantes, y no me dejaste ni una vocal.
Agua de mar que sabe a despedida. Cenas con copas de vino vacías; con vinagre en las heridas; sin velas encendidas.
Quién le explicará a nuestros planes que se perdieron, y no hay salida.
Labios que tiemblan esperando un poco de saliva.
Pero todo está seco desde que hasta las cenizas de la hoguera nos esquivan.
Mis sábanas huelen a desencanto.
Tu piel está hecha de los sueños podridos que nunca logramos.
Tiempo que ya no se atreve a pasar por el lugar al que un día escapamos.
De lo fácil. De la mano.
Quién iba a decir que sería tan sencillo.
Quién iba a imaginar que sería tan quebradizo
Elegir.
Sobretodo cuando no te dan opciones que medir.
Sólo un final, y orgullo sin medida.
Sólo un consuelo que se ha dado a la bebida.
Sólo un atisbo de esperanza, que se fugó para meterse en la cama de cualquier desconocida.
Una Julieta pirómana.
Un disparo a quemarropa.
Canciones incendiadas en cada nota.
Unos labios que saben a fresa. Pero no saben amar.
Llamas que se apagan cuando deberían brillar.
Como París con reloj.
Como golpes sin dolor.
Una traición, sin culpable ni receptor.
Un círculo cuadrado. Cansado. Desertor.
Y a medio camino, murió de vieja la quimera.
Cansada de intentar trepar por las enredaderas.
Sin ganas. Sin cuerda.
Sin humo ni tierra.
Sin alma. Sin pena.
Dime por qué. Por qué no me cala esta tormenta. 

lunes, 4 de junio de 2012

Hesse, "Sueño de flautas"


"La vida no es lo más elevado y hermoso, si no la muerte. (…)
Pero tampoco era la muerte lo más hermoso y alto, tampoco había en ella consuelo. La muerte era la vida vida, y la vida la muerte, y estaban enzarzadas entre sí en un furioso combate de amor, y esto era lo último, el sentido del mundo, y de allí se desprendía un resplandor que podía, a pesar de todo, alabar toda miseria, pero también una sombra que enturbiaba todo placer y belleza rodeándolos de tiniebla. Pero desde esa tiniebla ardía el placer más bella e íntimamente, y el amor ardía más profundo en medio de esa noche.”

viernes, 1 de junio de 2012

Nos tememos a nosotros mismos.


“Yace aquí un hombre que huyó de su sombra toda su vida; que derrochó toda su vida huyendo de una
sombra.  Y ese hombre no sabía siquiera tanto como sabe su lápida.  Pues la lápida
está en la sombra y no corre, así no hace sombra.”

miércoles, 30 de mayo de 2012

Lija y terciopelo.

Despierta. Atenta. Mira cómo remienda el Sol; cómo me cose al colchón.
Y así no, fijo que no. No me hará falta mirar, ni alzar la voz, para ver como se desboca; cómo me quema en la boca.
Y en cuanto voy al rincón, "venga quillo, vámonos".
Ya sabes quien ha llegado, y hay que andarse con cuidado.

Se enmarañan hasta las patas de araña en su pelo.
Cuando besa tiembla el suelo.
Y soñaba calentar lo de abajo del ombligo.
Yo soñaba que quería soñar contigo. Sólo contigo.

ESO SOMOS TÚ Y YO.
EL SUELO Y EL CIELO.
PUTADAS Y AMOR.
PEREZA Y DESVELO.
LIJA Y TERCIOPELO.

Empréndelo. Que no, que no. Que para mí este vuelo se hace de un trozo de cartón.
Y si falla, se inventa.
Afuera la ropa, y ya salen las cuentas.
Y a besarte lo que pueda, en el tiempo que nos queda.
Y corrernos despacito.
(...)



miércoles, 23 de mayo de 2012

Y si no se puede dormir, pues se improvisa un rato...

Veamos qué sale... Y... disculpadme si es algo atroz, tened en cuenta la hora y la falta de sueño =) 
Ahí va: 



Así que allí estaba Ella, parada frente al edificio gris, en el que ya sólo quedaban tres ventanas despidiendo esa manchada luz amarillenta.
La lluvia oscurecía el color ceniza del edificio, al igual que el negro de su pelo. Los mechones empapados se pegaban a su abrigo verde, hasta la altura de su cintura.
El sonido de los truenos resbalaba por su cuerpo inmóvil.
Tenía la vista fija en una de las ventanas del edificio, una de las apagadas, aunque apenas la estaba viendo.
Notaba a su corazón estremecerse cada vez que latía, aunque seguía sin saber si era por la tormenta, o por la duda.
Allí estaba. Esperando. A que su miedo la empujase. A que su orgullo la dejase tirada, igual que hizo Él en alguna que otra ocasión.
"¿Y si nos equivocamos?"
Observando a través de los fríos muros el sueño tranquilo de su error favorito, se dio cuenta de que esa pregunta estaba fuera de contexto para ellos.
Claro que se equivocaban. La pregunta es... ¿se ha cansado Ella de equivocarse?
No quería sueños. No quería conformarse. Pero... ¿entonces?
Ella siempre ha odiado ese punto medio. Ese lugar silencioso y vacío, donde no se puede elegir, porque no hay opciones.
Soledad.
¿Por qué lo llaman "soledad"? Es un nombre tan... luminoso.
Quería comprenderlo. Quería comprender. ¿O no?
No se escuchaban pasos, sólo pensamientos. Como siempre.
Porque Él era ajeno a todo. Él vivía el cuento sin leerlo. Los cambios los recibía sin más, o los provocaba sin moverse.
Él miraba sin ver; nunca veía. Y Ella necesitaba alguien que compartiese el peso de su mundo, el peso de las cosas que se ven, las mires o no las mires.
Y preguntándose si alguien más en el mundo veía, se dio cuenta, de que las cuestiones, eran otras. Que su llanto estaba fuera de lugar en aquella carretera, que sus suplicas sobraban en aquella habitación.
Así que allí estaba, el viejo edificio gris, calado hasta los cimientos, escuchando apenas el eco de unos pasos lejanos, que se oía cada vez menos; observando las gotas morir contra una carretera desierta.

lunes, 21 de mayo de 2012

Intento de... algo.


Comprime mis pulmones, da de arder a mis pensamientos. Aspira el humo de mis miedos, y no lo sueltes. Deja que tu peso me muestre la levedad del mundo. Llama al orden a mis ganas, ahoga mis gritos en nuevas olas de placer. Quédate inmóvil, meciéndote por dentro. Mira a través del espejo que separa nuestros mundos.
Quítaré la venda de mis ojos, con cuidado, sin abrirlos, y la usaré para atar tus manos.
La presa del delirio de un presente que se cree pasado (o futuro), de una realidad (inexistente quizá) que se cree un sueño anhelado.
Notas musicales atrapadas en el cuerpo de un piano.
Siénteme cerca, sin notarme lejos. No destruyas las penas, sólo consuélalas.
Acaricia el calor. Baila con mis noches. Apodérate de mis horas sin olvidar un segundo.
Escúchame sin oírme. Provoca el añorado temblor de los cimientos sobre los que estoy construida.
Averigua los colores de mi alma, sin hacer trampas, sin estremecerla. Busca. Encuentra.
Calla. Dilo todo, sin mover los labios; deja la boca así, entreabierta, para que pueda ver el escondite de los pecados.
Conviértelo todo en un "seguro que". Dale vida con un "no sé si". El equilibrio perfecto en el ecuador de las dudas que saltan al vacío, por la grieta que abrieron los susurros a media luz.
Voz tenue que dibuja cuentos aún no inventados, que proyecta recuerdos aún no hallados.
Tropieza con las nubes que me caen encima cada vez que te vas. Trae tormentas de miradas desprovistas de mentiras, repletas de verdades ausentes.
Captura el olor de una noche atrapada en el ombligo de mi mundo.
Cierra la puerta. No me dejes huir.  No me dejes soltarte.
Quita los frenos a los aviones de papel, que vuelen por el techo, que se estrellen contra el suelo; que vuelvan a volar.
Trae a tus monstruos para que jueguen con los míos.
Enséñame lo que de verdad es la libertad. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Agridulce e incompleto.


Hoy es una de esas tardes.
Tardes de Los Smiths dando vueltas en el tocadiscos; de café; de humo de cigarros y de inciénso enredándose en las dudas; de papeles arrugados tirados por la habitación; de velas, de luces, que matan tanto la oscuridad como la luz, que sólo dejan espacio a un teatro de sombras temblorosas en el gotelé; de pintura derramada por el suelo; de tormenta, y brillante gris.
Tardes... de estar agusto en soledad con una misma. De no necesitar a nadie, ni nada más que lo que hay en este cuarto. De no querer que ninguna palabra rompa mi silencio, ni mucho menos que ningún silencio manche mis pensamientos.
Tardes casi de cuento. Tardes en las que eres casi feliz.
Pero todo es agridulce, y está incompleto. Como si faltase una última frase, para poder poner el punto y final. Tardes que serían perfectas...
Serían perfectas, si después de la soledad y la tarde, llega una noche de luna llena de cosas buenas; de Sabina en la radio; de humo lejano; de llamas más brillantes; de vino en copa, y una caja de pizza encima de un mantel de cuadros...
De sexo de postre, con amor espolvoreado. 

viernes, 18 de mayo de 2012

La ensalada de una equilibrista.

Desde que el sol amanezca entre montañas hasta que la noche te ofrezca tu abrigo,
despierta tus sentidos amigo,
no te pases la vida mirándote el ombligo.
Háblame de ti, cuéntame que te gusta hacer cuando no puedes dormir.


Y no te pido comprensión, pues no hay en mi mundo, ni medida, ni equilibrio, ni cordura, ni pretensión.


El dragón ha olvidado mi castillo y ya no hay nadie que custodie la torre en la que habitan mis flores.
Es una cuerda floja hoy, lo que ayer era hormigón.
Háblame de ti, poeta enamorado de una sensación fugaz,
de un sentimiento que viene y va, como tus palabras al cantar.


Y no te pido comprensión, pues no hay en mi mundo ni medida, ni equilibrio, ni cordura, ni pretensión.


Cuanto más busco la lucidez, más me alejo del punto medio que busca su madurez.
Equilíbrame, llévame donde la fuerza de la gravedad, venga en pac con un arnés, y no con el miedo a caer.
Es una cuerda floja hoy, lo que ayer era hormigón.


Y no te pido comprensión, pues no hay en mi mundo ni medida, ni equilibrio, ni cordura, ni pretensión


Vulnerabilidad que calla la voz de mi valor...
para dar por terminada esta canción.

Miradas de ocre y ámbar. Minireflexión.



Un mundo en el que nadie es un pez gordo. Estamos los pezqueñines, y después los peces mágicos, que nacen con un brillo y un color especiales, que ninguna pintura puede imitar.
Claro, que a pesar de todo, no es el futuro ni el destino quien decide si luchamos por tener una gama de colores intensos, aunque sean mate, o si nos conformamos con colorearnos mojando levemente el pincel en suaves tonos pastel, aguados en océanos blancos...

Cuando estoy contigo, soy uno de esos peces brillantes por un rato. 

sábado, 12 de mayo de 2012

Esperando todo. Esperando algo. Esperando nada.



El futuro, el futuro es como una gran sala de espera, como una gran estación con bancos y corrientes de aire; y detrás de los critales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme, tienen prisa, cogen trenes o taxis, tienen un sitio a donde ir, alguien con quien encontrarse; y yo me quedo sentada esperando,
- ¿Qué espera?
- Que me ocurra algo.

domingo, 6 de mayo de 2012

viernes, 4 de mayo de 2012

jueves, 3 de mayo de 2012

Hace tiempo que no improviso...


Como si fuera una bailarina encerrada en una caja, y alguien le hubiera dado cuerda, mucha cuerda, pero sin abrir la tapa. Mi corazón choca contra mi pecho una y otra vez en vanos intentos por salir, mientras mis ojos no se mueven ni un milímetro de tus labios entreabiertos.
Tu olor entra por mi nariz como el aire más ansiado… Esa mezcla de cuero y mora en la que viaja el recuerdo de noches sin farolas en el interior de tu viejo coche negro.
Humo de cereza en los espejos; vaho en los cristales. Música de fondo, de un CD que gira a duras penas… demasiados días acompañándonos a contar estrellas. Como una banda sonora propia.
Aquella espera eterna. El frío, el calor. El miedo, la impaciencia. La duda que grita que está segura. Las prisas, las ganas de que el momento dure para siempre.
Pero con la lluvia se fue la simpleza de las contradicciones.
El dolor ya no es dulce, todo está siempre incompleto. El vacío se llena de aire comprimido que me asfixia. Debajo del agua, ya no me hace sentirme sola el sonido de las cosas lejanas; me reconforta.
Los coches sólo son ruido molesto; los edificios gente despierta de madrugada; el pilla-pilla un juego de niños.
El polvo de hadas no es más que suciedad acumulada en las estanterías de mi cuarto, que ya ni siquiera baila en las franjas de luz.
No te arrepientas.
No me busques entre las sábanas de la cama en tu ático junto a la estación.
Ya no hacemos ruido. Ya no tentamos a la suerte. Se ha roto el hilo por el que últimamente hacíamos equilibrio.
Las horas no son mías. Los desayunos no son tuyos.
Intentos de arañar que no hacen sangre, sólo una fina línea blanca.
Esto no es a lo que yo llamaba latir.
Pero se sigue inundando mi mente cuando miro ese diminuto espacio por el que huye el aire de tu boca. Siguen haciendo un último esfuerzo mis pulmones para captar el olor de tu pelo rojo, que aún recuerdo pegado a tu frente y tus hombros por el sudor.
Arrepiéntete. Encuéntrame perdida entre los monstruos de debajo de esa cama.
¿Qué estamos haciendo mal?
¿Amor o nostalgia?
Mírame y devuélveme a la vida. Dime que tú también estás buscando las respuestas; dime que no me he equivocado de preguntas. 

sábado, 21 de abril de 2012

In my own wonderland.


El suelo retumba, y un hormigueo sube por mis piernas, alborota mi estómago, y sigue ascendiendo hasta hacer temblar mi corazón. Mis ojos bailan por la sala, girando con todo lo que encuentran para guardarlo en mi memoria como detalles de lo que quiero, de lo que soy.
Miradas fugaces de gente que siente, pero no comprende. Aquí es todo demasiado grande, no puedes intentar abarcarlo, sólo puedes tirarte de cabeza y sumergirte.
Y yo ya me he convertido en un pez. Me cuesta respirar cuando estoy fuera. Todo es silencioso y tranquilo. ¿Acaso a la gente no le molesta que no haya ruido? ¿Qué no les recuerden que están vivos?
Cierro los ojos dejando que me invada, y por un momento estoy de nuevo perdida en aquellos bosques encantados en los que no sabes donde estás y todo parece posible. De nuevo en aquellos acantilados de vértigo, frente al mar. 
El mar… una inmensidad comparable únicamente a la del amor… Y eso es en lo que estoy inmersa… Furia, euforia, felicidad, tristeza, soledad, pasión, melancolía… todo comprimido en amor.
“Life is a song, love is music… and music is all we need in this life.”

jueves, 19 de abril de 2012

Nota informativa =)

Contra todo pronóstico, estoy usando twitter de manera considerable (y eso que lo odiaba xD) Hoy, que he puesto un número medianamente importante de frases, me he dicho que voy a poner por aquí otro link (a parte del de mi perfil) a mi cuenta de twitter, para quien quiera pasarse a echarle un ojo a esas frases que no andan por aquí =)
https://twitter.com/#!/Auri_Cat

(@Auri_Cat)

Gracias! ^.^

martes, 17 de abril de 2012

No estaba segura de si estaba así que...

... si me repito, mil perdones:


Y en la niebla perpetua, busco el claro azul de tus ojos, como si fueran la única escalera para alcanzar la libertad; la única salida posible.

La distancia entre tu piel y mi lengua me intoxica y me pesa, como el plomo.

Y me ahoga la sensación de querer escribirte el conjunto de palabras más bello del mundo, que te haga temblar, y te saque una pequeña lágrima salada (de emoción, no de tristeza… nunca de tristeza). Y mi cabeza analiza todo mi vocabulario. Búsqueda intrínseca entre todas las combinaciones posibles de esas palabras. Y mi pecho estalla. Pero solo salen trocitos de mi alma en todas direcciones, nada de letras. Y no sé cómo escribir esas piezas; no sé cómo traducirlas.

El momento en que me encuentras y me abrazas, me sueltas y me pierdo.
Y todo en un momento.
No lo entiendo.
Y mi cabeza no retiene. ¿Cómo te he abrazado? ¿Cuándo te he soltado?

jueves, 12 de abril de 2012

Buscando entre copas...

..., y entre copa y copa, sólo encontré hielo haciendo desaparecer el sabor.

Pequeña intervención "a pie de página"

Titiriteros, funambulistas… Me atraen tanto esas “troups” medievales que salen en las películas y en los libros, con sus ropas de colores, sus malabares, sus sonrisas… Alguien como Dedo Polvoriento, el "escupefuego", eso es lo que yo necesito. Alguien que sople mi fuego interior  y convierta una chispita bailarina en una llama viva con fuerzas para volar.

(Gracias, ya de paso, a Cornelia Funke, por ese maravilloso personaje, y ese maravilloso libro que es "Corazón de Tinta", que si no habéis leído os recomiendo. Es un libro perfecto para enseñar a alguien que no está familiarizado con los libros, a amar la lectura... y para recordar a los que ya la aman, por qué lo hacen ^.^)

miércoles, 11 de abril de 2012

Viejos documentos...

"How can this song contain my words before I even think of them… before I even think of you… But now this sweet sadness takes me back… and I don’t wanna fight, I don’t wanna stop it… I just wanna lost… Lost myself in you."

viernes, 30 de marzo de 2012

Creo que está repetido... pero aquí está de nuevo...

RAYUELA (Julio Cortázar):


«Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa...() Tan triste oyendo al cínico de Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes sobre la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo a empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de las palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general, sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? ..,


Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de las manos y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y...


Horacio, Horacio.
Merde, alors. ¿Por qué no?. Hablo entonces, de Sévres- Babylone, no de este balance elegíaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

domingo, 25 de marzo de 2012

Gamoneda.

"Temes mis manos, pero a veces
sonríes y te extravías
              en ti misma.
y sin saberlo extiendes luz en torno a ti
y yo adelanto mis manos
y no llego a tocarte;
únicamente acaricio tu luz."

Bécquer.

"Colección de argumentos, ideas y planes de cosas diferentes que se concluirán o no según sople el viento."

sábado, 17 de marzo de 2012

Todo termina, y solo deja paso al agotamiento y la rendición...

Nunca siento una inspiración real.
Cuando escribo esos poemas, esos relatos… Cuando toco algo con la guitarra…
Nunca siento que salga de mí más que apenas medio gramo de algo…
Nunca siento un torrente saliéndome de dentro, mi alma tan reflejada, la inspiración brotando de mi cuerpo, salvo cuando estoy en este estado de desesperación, ansiedad, ganas de morir para acallarlo todo. Como si fuese a explotar. Sólo ahí, me siento capaz. Sólo ahí, veo un atisbo de talento. 

Entrada "no-literaria"

Pido perdón a los ojos lectores que hayan podido sentirse de algún modo "molestos" por este bombardeo de entradas (mañana habrá tantas que me dolerá la cabeza al releerlas e intentar organizarlas y archivarlas en mi mente)
Me disculpo porque tengo la consciencia y el sentimiento de que, como otras que he puesto en alguna ocasión, son entradas que no tienen por completo el carácter que deberían tener los artículos de este blog. Si bien tienen una entonación un tanto poética o literaria, no llegan a ser merecedoras de estas "etiquetas". Más que entradas para el blog, serían apropiadas para anotaciones en un diario.
Pero tanto como sentir que están en el lugar inapropiado, sentía que debían estar subidas aquí.

Lo siento, ya sabéis...
En cierto modo, es muy egoísta. No están dedicadas a los lectores. Ni siquiera espero que sean comprendidas (al fin y al cabo, son bastante incomprensibles incluso para una parte de mí). Son únicamente para el puro "desahogo", para que este blog esté "completo" a mis ojos. (A veces no puedo evitar ver este blog como un "diario parcial".

Supongo que la creatividad desbordante, puede no significar más que un momento de demasiada luz/oscuridad. Precisamente... "DESBORDANTE".
Intento de vaciar; de barrerlo todo.

-"(...) la coraza que me haga ser silencio en el bullicio (...)" (Los de Marras)-

De nuevo, mis disculpas.

¿Eterno retorno?
 Incursión de lleno, -de nuevo-, en el caos organizado.

Respirar.

Inspirar.
Espirar.

*PUM*

-Y el golpe retumbó por todo el cuerpo; al fin y al cabo, estaba hueco-

··silencio··

Sin frenos.

Escribía. Y no podía parar de escribir.
Logró parar. Y comenzó a llorar con una fuerza que no tenía. Llorar. Y llorar.
Después de lo que parecían siglos, alcanzó a parar para respirar.
“¿Qué es lo que ha pasado?”, preguntó él.
“Nada. Absolutamente nada.”
Meterte con ropa bajo el agua y sentir el peso. 
El peso y la levedad.
Vivir en la verdad.
Relatividad. 
¿Podría alguien ser "tu" verdad?

Escarcha

Miedo a que caiga, a que se pierda en el olvido, a que el agua lo diluya convirtiéndolo en una simple mancha deshecha.

...

"Te quiero".
Telón.