domingo, 26 de febrero de 2012

Tiempo...

...que se escapa.
Me asfixio; no puedo respirar, y cuando lo consigo, me duele.
Siento cómo me consumo poco a poco. No quedará mucho de mí.

"Polvo somos, y en polvo nos convertiremos."

sábado, 25 de febrero de 2012

Reflexión del día

Todo el mundo descubre, tarde o temprano, que la felicidad perfecta no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideración opuesta de que lo mismo ocurre con la infelicidad perfecta. Los momentos que se oponen a la realización de uno y otro estado limite son de la misma naturaleza: se derivan de nuestra condición humana, que es enemiga de cualquier infinitud. Se opone a ello nuestro eternamente insuficiente conocimiento del futuro; y ello se llama, en un caso, esperanza y en el otro, incertidumbre del mañana.

jueves, 16 de febrero de 2012

Simplemente...

...me echo de menos =(

(O eso creo [¿?])

Necesito escribir, así que... improvisemos algo. Como salga ; )

La soledad dicta el paso del tiempo, y la nieve convierte en vaho el aliento.
No puedo dibujarte una mirada en el cristal, porque cada vez que lo intento, alguna de las gotas que juegan en lo alto de la ventana resbala y cae, y antes de chocar contra el suelo y morir, deforma los trazos que nunca llegas a vislumbrar.
Como pasando páginas de un libro, camino de puntillas para no hacer ruido, descubriendo lo que viene, perdiendo y encontrando el equilibrio.
Como un viejo vinilo dando vueltas en un tocadiscos, compartiendo, quizá involuntariamente, una canción, en una sala tan solo ocupada por un desgastado vaso de vino, con hielos ya derretidos.
Bajo el agua en una bañera de acero, un ahogado grito de auxilio. Palabras que viajan en pompas de oxígeno, que mueren en un vano intento de traspasar una barrera de jabón. Silencio comprimido. Movimiento reducido.
Exilio, en la oscuridad encendido,  bajo las mantas de la cama; un mundo paralelo de lo conocido.
Humo que juega a imitar a las nubes. Formas que se van, y no vuelven. Que no bajan, solo suben.
Conocimientos buscados, experiencias anheladas; influencias involuntarias. No pude elegir lo que quería saber y lo que no, siempre faltaron el “retroceder”, el “deshacer” y el “suprimir”. Un pequeño fallo en los supuestos cuentos de hadas.
Pero, ¿qué más da? Nunca me llamó la atención el príncipe azul, siempre me atrajo más el color malva.
Sin embargo últimamente no me he sentado con los pies colgando al borde de un acantilado, ni he encontrado mi reflejo perdido en el fondo de algún lago. ¿Se habrá asfixiado?
¿Acaso la ingenuidad tenía razón y te lo has llevado? Como quien hubiese el brillo a la luna robado. No… No es posible… Porque ni el más tenue resplandor se puede contener en un bolsillo. Quizá en un corazón… pero yo sé muy bien que en el tuyo nunca tuve un sitio.
Así que cogeré mis notas musicales; bailaré bajo la luz de las farolas que se cuentan cuentos en las calles.
Viajaré hasta el lago más cristalino de mi hermético mundo, y provocaré ese ligero sonido que producen las piedras al rebotar sobre el agua, hasta que mi reflejo despierte, y desperezándose como un gato adormilado, salga a la superficie para saludarme. 

jueves, 9 de febrero de 2012

Hojas caídas...

"Soy fruto de aspereza y maldición.
Amargo y mancho mortalmente el labio que me toca.
Mi beso es flor sombría de un Otoño muy largo…
Exprimido en tus labios dará un sabor agrio,
y todo el Mal del Mundo florecerá en tu boca"

Um...

Lágrimas de neón. Peces espaciales. Estrellas evanescentes. Libélulas metálicas. Gotas de lluvia fosforitas. Cascabeles aromáticos. Luces comestibles. Cristal repleto de plumas. Arena con sabor a cereza. Hogueras medievales enamoradas... 

martes, 7 de febrero de 2012

Sonrisas...

Hay personas que harían cualquier cosa por hacerte sonreír. Y son esas personas, las que merecen ver tu sonrisa.

Monstruos sobre la cama

Las notas que tu voz funde con el silencio chocan lentamente contra mis párpados cerrados, emitiendo un suave sonido, como de cristales rompiéndose a cámara lenta. Las hojas agrietadas revolotean trémulas alrededor de mi cuerpo; alrededor de la cama. Fijo la vista en un punto del sedoso lago, en la superficie, justo donde el reflejo del sol nada de espaldas. Me ciega. Abro los ojos. Tus iris casi parecen resplandecer más. Pero no estás aquí; eso me protege. Aislado, fuera de mi mundo; por mi bien, por el tuyo. Sin embargo no te gusta ser consciente de que jamás podrás entrar. Intentas obviarlo, y no lo consigues. Autoengaño; curiosa palabra.
¿Demasiado insulso todo? Sí. Sin duda.  Para mí. Y para ti. Porque dentro hay rincones demasiado vacíos. Porque fuera todo se ha vuelto demasiado frívolo.
Las voces son ahora diferentes, y el aire que antes me soplaba juguetón en la cara, ya no las aleja.
Necesito volver a oír el sonido de las olas. Llevo mucho tiempo sin oírlas. Quiero sentir su fuerza infinita arrastrando las piedras de mi orilla, llevándose todo cuanto no debería saber, cicatrizando mis heridas. Volver a sentir la inmensidad azul a mi alrededor… dentro de mí…
Puedo oírlo. Ese horrible sonido metálico. Ese horrible sonido de claustrofobia; de falta de libertad. Apenas alcanzo a verlo porque tú estás delante, pero he llegado a vislumbrar su sombra, su silueta.
Tú ni siquiera lo oyes.
Patas. Ramas. Y las libélulas se funden con las palabras de consuelo al alzar el vuelo, ocultándose tras el cielo.
Papel. Letras. Y los recuerdos de historias aún no inventadas se cuelan por las ventanas abiertas.
La luz que desprende una oscura tormenta de verano, mezclando el olor de las gotas con el calor pegajoso y agradable que te hace creer que nunca dejará que el frío hiera tus ojos. Pero una fina capa de escarcha recubre las canciones de los pájaros, y ya no podemos bailar junto a la hoguera, haciendo a la arena volar.
Odio… Odio que apaga la luz de esas llamas. Todo se reduce a oscuridad. Ya solo quedan los gritos, y mi corazón tiembla de terror; se encoje en su cueva, porque no quiere que todo termine en dolor… pero él nunca fue escritor. Nunca supo juntar palabras.
Así que, aquí tenéis. Triste y poco poético; vacío o no; sea como sea, el final de un oscuro corazón. 

lunes, 6 de febrero de 2012

Estrellas de neón.

Añorada estrella… sabes que no puedo enfadarme contigo, pero anoche me fallaste. Te olvidaste de cuidarme con tu brillo… Sólo hubo oscuridad.
A veces ni por la mañana amanece, y únicamente escucho los cantos de pájaros nocturnos durante una eternidad.
Empieza a asustarme lo que pueda ver a la luz. Porque ahí fuera, todo se ha vuelto frío e inhumano. Sólo gente pasea por las calles. El verde de los árboles tiembla bajo el mortecino brillo gris del cielo. Las mágicas luces ya no se encuentran entre la fosforescencia artificial de las farolas bajo las que cantamos por las noches.
Y aún así no lo daré por perdido.
No mientras en algún rincón quede una flor creciendo entre la madera de un puente. Mientras queden playas desde las que ver cómo se funden el mar y el cielo en el horizonte, convirtiéndose en el mismo azul infinito.
Mientras quede música. Mientras quede el aroma de la lluvia, y el aire frío de una montaña.
Mientras quedes tú. Brillando por encima de las deslucidas nubes. Iluminando mi oscuridad. Sacándome de entre las patas de mis propios monstruos, que se desintegran bajo tu resplandor.
Así que, no te apagues. No te extingas. No te rindas. Por favor.