Los pasos pesados volaban por el eco de madera. La oscura tela negra bailaba lenta, dejando un suave olor a primavera con reflejos verdes. El pelo enredado en astillas y recuerdos, disimulaba una sonrisa enroscado en una trenza de raíz con flores muertas. La tinta corría helada por las venas, y un acorde menor bajaba hirviendo en dirección contraria por el mismo carril.
Huir en vuelo estático. Carcajada ensayada de fondo. Máscaras de porcelana que se rompen al caer; al ser lanzadas.
La clave está en el ruido con sabor a tropiezos y saltos.
Vertical, o negociando. Todos sabíamos que a ese vestido le gustaba cantar, ignorando a los efervescentes peces de neón que se funden con las farolas cualquier noche de borrachera.
Apaga la luz. Sigue caminando.
Y entre aller simple y giro de caleidoscopio, seguirá pese a todo la incapacidad de distinguir los orgasmos, de las cuerdas que suben y bajan el telón.
viernes, 19 de abril de 2013
Para una amiga, que le gustó mucho.
Me besaba incluso en primavera, en época de alergia, cuando tenía que escoger entre mi boca y respirar. Pero bueno, él siempre decía que era lo mismo.
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