Escribía. Y no podía parar de escribir.
Logró parar. Y comenzó a llorar con una fuerza que no tenía. Llorar. Y llorar.
Después de lo que parecían siglos, alcanzó a parar para respirar.
“¿Qué es lo que ha pasado?”, preguntó él.
“Nada. Absolutamente nada.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario