jueves, 28 de junio de 2012

Game over. (Sin corregir)



Y aquí sigo, derritiéndome como una luna con cara de gato malvado, desesperando una ausencia.
Una nueva noche de quemar recuerdos. Hasta el humo que me consume se sorprende.
Cierro los ojos. La oscuridad me ciega. Sueño con aquel verso que se perdió en el “tarde”.
Las espinas pierden los pétalos, que caen temblorosos en golpes rotundos.
Motivos perpetuos, sentados en la acera del andén de una condena.
El tren que no llega con las verdades deshechas.
¿Para qué?
Aferrándome por inercia a la nada de un “te quiero” vacío; aún no sé si al tuyo, o al mío.
Golpear al odio, a ver si en el acierto del error se vuelve indiferencia.
Jugármelo todo a la última carta, tirada a destiempo.
Probar con miradas huecas, en lugar de clavarle los ojos al suelo.
Y entre paréntesis y tiempos en blanco, pierde importancia llenarlo.
La duda. La pregunta. Las llamas en busca de cenizas que no viajen al pasado.
Mariposas que no piensen en volver.
Canciones que no confundan la nostalgia con el deseo de volverte a ver.
Caes. Te pierdes entre olvidos. Te diluyes entre agua.
No queda ni el rastro de una mancha borrosa en los posos de aquel “te” que casi sentí ayer.
Idea y realidad. Actos y gesto. Entre ellos aparece la sombra del tiempo perdido, muerto.
Soledad abstraída. Calles abarrotadas, sin espacio para sentarse a esperar un "nada" tardío.
Ganas ahogadas en el mar de los que no saben nadar y flotan, perdidos.
Minutos de silencio por los gritos que implosionan antes de chocar con la pared.
Interrogación que suena a lugar lejano, a tener que correr.
Romper el vértigo al quererlo coger.
Y no me decido entre saltar o volar.
Al fin y al cabo, algo me dice que será el mismo final.
Un “tú” sin mí.
El punto final de un precario “nosotros” sin ti.
Cada segundo pasado, convertido en un futuro imperfecto enterrado.
Cada uno de los besos robados, reducidos al recuerdo más efímero que se haya olvidado.
Olvidado.

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