miércoles, 18 de mayo de 2011

Y darle la vuelta al reloj de arena...

Invertir el proceso. Que vuelva a caer cada pequeño grano, lentamente.
Démosle vueltas al reloj de arena. Una y otra vez.
Démosle vueltas... hasta que nos cansemos de la música... Hasta que nos cansemos de bailar...
Haz sonar el violín para mí... hasta que nos cansemos de girar.
Hasta que toda la arena haya caído, y ya no quede más; y el tiempo se detenga, y ya sólo exista el sonido de esas cuerdas, y la imagen en el aire, de cómo solíamos danzar.


[Inspirado por el corto "El músico y la muerte" (Muzikant a Smrt), de Lubomir Benés.]

martes, 17 de mayo de 2011

En ningún lado.

Ni siquiera ahí.

Dibujando fantasmas huidizos...

"Cuando los monstruos de debajo de la cama estrangulen tu garganta, seré el caballero que cure las heridas que hace el silencio"

¿Irse en silencio?


La niebla de los ojos parece evaporarse, el frío de los labios comienza a mitigarse. Alzo la mirada, pero sigo sin conseguir ver nada en medio de esta luz sin color. Otra vez estoy buscando sin buscar nada. ¿De nuevo me hago las preguntas equivocadas? Tanteo a mi alrededor, deslizando las manos en el vacío, rompiendo con suavidad el aire. No sé si me siento ligera o me siento pesada. No sé si el dolor lo causa tu ausencia o tu presencia. La luz empieza a aclararse, volviéndose grisácea, como si vieses un anochecer nublado tras una pantalla de cine. Una luz fría que entumece los sentidos. Pero al menos ahora veo qué me rodea… ¿veo o imagino? Siento que te alejas, que te acercas, que no llegas… Y me miras desde lejos, pero apartas la mirada. Rozo el suelo con los pies, y me siento con delicadeza, tratando de ocultarme al encogerme, ocultarme de una mirada que no se posa en mí, que no me pertenece, (¿o sí?). Todo vuelve, -las pesadillas, los temblores, las lágrimas derramadas sin control, las voces en mi cabeza (susurros de gente que no hablaba), la sangre en mis labios…, y el dolor, ese dolor que me impedía respirar y que fue lo que me volvió como fui…como soy.
Contemplo el agua, frente a mí, susurrando mi nombre como si fuese una palabra olvidada.
La figura de un reflejo se forma en el agua, mirándome. Por un instante me volvió a latir el corazón, pensando que tus ojos se dignaban a fijarse en mi presencia, pero la imagen no era tuya. Un rostro familiar y extraño me observaba desde el agua. Su pelo intentaba tapar su cara, llena de sangre, sangre de sus lágrimas. Me asusté; intenté gritar pero no pude, estaba sumergida en la mirada de la criatura. ¿Otra macabra pesadilla? Observada por un reflejo de mi cuerpo, un reflejo de mí misma. Me agarró con toda la fuerza que parecía tener, (a pesar de no ser mucha, sus uñas arañaron mi piel). Apoyándose en mi brazo se incorporó, salió del agua, escurriendo gotas que caían por su cuerpo, por el mío. Jadeaba. Me miraba, con una especie de tristeza y odio. Abrió la boca, y un grito, un grito silencioso, sin sonido, se coló en mi interior, destrozándome completamente por un instante.
Cerré los ojos, para apartar el ruido. Cuando los abrí ya no estaba.
Otra situación que no sé controlar. ¿De vuelta al frío? Pensé que no volvería a pasar. ¿Por qué? Seguro que tu también te lo preguntas… ¿O no lo sabes? ¿O no te importa? Quizá no importe en sí… Un hecho más. ¿Será lo mismo? ¿Será peor? ¿Será?
(No sé si preguntarme, no sé si dejar. No sé si quiero saber, no sé si quiero ignorar.)

Tus miraditas..

Ellos nunca me entendieron, claro. Cuando dije que te quería demasiado pude considerarme afortunada, incluso cuando me hiciste daño, incluso a estas alturas creer que yo no valgo es tan estúpido como impertinente. Y... bueno, cuando me faltes siempre tendré tu idiota sonrisa en la cabeza, como la del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Esa sonrisa tan burlona, esos ojos castaños y densos con vetas negras... no paro de hablar de ti, esto es una mierda, ¿por qué echarte de menos no funciona? Dicen (o eso he oído de la tía más estúpida y amante de la hipocresía que he conocido jamás) que cada vez que pronuncias o piensas en el nombre de alguien esa persona siente cómo le pitan los oídos. Así que sólo espero que no te quedes sordo por mi culpa... no sé cómo seguirías con tu preciosa música entonces. A estas alturas todo el mundo debe saber ya a quien me refiero, pero a no ser que seas una persona muy detallista y que al contrario de lo que pienso y de lo que parece, me quieras de verdad... eso significaría que nunca entrarías aquí, nunca verías lo que hay más allá de mi ropa extraña... Y ya ni siquiera sé cómo continuar. Cierro mis ojos y noto lo mucho que me escuecen. No quiero que vuelva a pasar. Me prometí a mí misma no llorar, no volver a abrir mi corazón de esas formas... lo abro sólo para aquellas personas a las que quiero... tú ya te hiciste tu hueco, lo malo es que no te vas. Y esto es simple desahogo. ¿Cómo me deshago yo del vacío? Lléname. Cólmame. No pudiste hacerlo cuando tuviste la ocasión... jódete. Sigue mirándome. Saldré adelante contigo o sin ti. Me dejaste pasar... lo siento por ti cariño, de veras que lo siento, compórtate y dime las cosas a la cara. No soporto tus miraditas, me gustan demasiado...

Ojos que no descifran...


Esa llamada que nunca llega. Ese beso que nunca te roza. Ese abrazo que no sabes si te llenará. Ese amor que no sabes si se acerca o se aleja. Ese sabor a marchito recorriéndote la garganta... Tan extraño y tan sincero...
Por encima de todas las emociones, la incertidumbre es la más sincera. ¿Por qué? Porque no nos dice nada. Nos pone el corazón a mil por hora, y tu vida se debate en un blanco y negro puramente existencial. No es ni felicidad ni tristeza. No es ni alegría ni pena. Es un, "¿qué es?" que te agobia y te llena.
Y como todas las verdades de este mundo, intentamos evitarla a toda costa. Maldita sea ella y la sensación que deja sobre nuestro cuello.
La seguridad nos dice que el tatuaje nos gustará siempre, cuando sabemos que es mentira.
La tristeza nos dice que todo saldrá mal, cuando sabemos que es mentira.
Y la única que nos dice que el mundo no es como nosotros pensamos, que no nos miente al fin y al cabo, es la que debe desaparecer.
Pero cuando surge... Ten cuidado. Contrólate, y simplemente déjate llevar. Lo que tenga que llegar llegará, nos guste o no.
A qué sabrán esos labios... Latidos  del corazón a mil por hora al pensar en ciertos ojos... esos que no comprenden los caminos que se les abren... esos que no descifran del todo esos mensajes...


-Si la incertidumbre desaparece, quiere decir que lo sabremos todo... que no habrá duda...
Y alguien dirá:
¿No sería eso aburrido?
No. Sería el fin del mundo.-

Como un día de niebla constante... =) Pero sale el sol al pensar para qué besarte...


Sentía la hierba húmeda bajo mi cuerpo, ondulándose con el suave viento que parecía bailar a mi alrededor. Apenas se oía su susurro, casi parecía tratar de ser sigiloso. Abrí los ojos, para ver de qué se escondía, por qué trataba de pasar desapercibido, pero no conseguí ver nada apenas. La luz parecía proceder de la tierra sobre la que estaba posada, una luz sin color, pero que parecía desprender un suave blanco puro. Volví a cerrar los ojos, y un ruido comenzó a investigar mi cuerpo, un sonido extraño, con un timbre metálico similar a un millón cristales diminutos cayendo del cielo lentamente,  y estrellándose en el suelo con delicadeza. Piezas demasiado pequeñas para juntarse y reconstruir algo, pero lo suficientemente afiladas para cortar. Volví a intentar fijar la mirada en algo, y conseguí ver a través de la extraña luz. Las hojas muertas descansaban en el suelo, como agotadas tras haber descargado una gran cantidad de ira al haber sido arrancadas de sus ramas. La niebla trataba de mantener encerrado al cielo sobre mí, ocultando algo que quizá no debería ver.




Puedo llamarte sin hablar…. ¿O no me oyes? ¿O no me escuchas?

Sueños... Metáforas... A veces poco es mucho... Finales cambiados (al menos para la imaginación)

Calidoscopio...
Calidoscópica...
Calidoscópicamente...
...Solo hace falta girar la rueda o cambiar de luz, para que cambie el paisaje.

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Iba caminando por la carretera, bajo esa luz casi negra que parece ser permanente, impasible al paso de las horas, de las estaciones, cuando comenzó a formarse una capa muy fina de agua. Tú me mirabas desde la acera contraria, con preocupación brillando en tus ojos.
Pensé que el agua era a causa de la lluvia, pero no llovía. Fijé la vista en el suelo, tratando de ver más allá, bajo el asfalto, y sin saber como podía verlo, me percaté de que bajo el cemento todo era agua, como un océano gigantesco sepultado bajo el camino artificial. Sería ese mismo agua, que calaba, lo que mojaba la carretera. Levanté la cabeza y vi que tu mirada seguía fija en mí, atravesándome por completo, y a la vez produciéndome la desagradable sensación de que no me veías.
A medida que avanzaba, parecía que mis pies se hundían más, y de pronto, con uno de los pasos que di, me sumergí por completo, como si acabase de tirarme y hundirme en una piscina. El agua estaba congelada, aunque a veces pasaban junto a mi cuerpo corrientes cálidas que me confundían. Aguantando la respiración, cerré los ojos por un instante. La imagen que atravesó mi mente fue únicamente de tus ojos. ¿Por qué estaba preocupada por ti, siendo yo la que estaba bajo el agua, sin poder respirar? Alcé la mirada con ansiedad y descubrí que seguías ahí, mirándome, esta vez casi con dolor. Por un momento dejé de sentir el agua a mi alrededor. Te habías acercado al borde, y tenías un brazo extendido, ofreciéndome tu mano. Inclinabas tu cuerpo hacia delante, en un amago de venir hacia mí, a sacarme, pero no llegabas a saltar.
Mi pelo flotaba a mi alrededor, suspendido, y mis brazos y piernas estaban paralizados. No pude aguantar más el aire, por lo que abrí la boca y lo dejé escapar todo, haciendo salir burbujitas. Por alguna desconocida razón, no me ahogaba.
Comencé a nadar, decidida sin saber por qué, hacia lo más profundo. Miraba hacia abajo, y todo lo que veía era completa oscuridad. (¿Por qué iba hacia allí?)
Nadaba, nadaba, llegué a adentrarme en aquella absoluta falta de luz, en la negrura,  pero nunca tocaba tierra.
Entonces, aunque no se veía nada, vi un montón de preciosas mariposas pasar frente a mi cara. Unas eran doradas y plateadas, otras eran malvas. Algunas rozaron mi rostro con sus alas, como una suave caricia inesperada.
De pronto las mariposas se fueron, apresuradas, terminando su hermosa exhibición con brusquedad. Algo me rozó y me asusté, dando un espasmo en el agua. Me di la vuelta y entrecerré los ojos, tratando de ver bien cuanto me rodeaba, pero solo había agua, oscuridad, inmensidad rodeándome.
Una tenue luz comenzó a llegar desde algún punto en el fondo, permitiéndome ver que lo que me había rozado era tan solo un pequeño grupo de flores azules y amarillas. Una dulce melodía, suave, interrumpida, con unas cuantas notas sueltas acá y allá, que erizaba la piel, comenzó a llegarme desde el mismo lugar del que provenía la luz. Sentí que los ojos comenzaban a brillarme. Miré de nuevo el agua jugando con mi pelo, con mi corto camisón blanco, y las burbujas que salían por mi nariz y mi boca. Miré hacia arriba preguntándome de  nuevo donde estabas, pero ya solo había oscuridad sobre mí.
Seguí nadando, hasta que estuve justo suspendida sobre el lugar del que procedía la luz. Ahora, de cerca, ya distinguía el lugar. Una verja de hierro, unos cuantos árboles, altos y hermosos, pero de aspecto frágil. Posé los pies en la tierra. Podía caminar por el fondo sin subir a la superficie, aunque mi ropa y mi pelo continuaban flotando libremente en el agua.
Di unos cuantos pasos, y comencé a distinguir pequeñas lápidas de piedra entre los árboles. A medida que avanzaba más, las tumbas aumentaban en número; había algunas más grandes, otras más pequeñas, e incluso las había que estaban custodiadas por hermosos ángeles de piedra de  rostros melancólicos. Comenzaron a aparecer mausoleos en los laterales, que se entreveían entre los árboles. Me acerqué a uno de los bordes del cementerio, pegándome a los troncos. Tras las criptas solo se veía la misma oscuridad de antes. Seguí caminando, fijándome en las velas y flores, y en los símbolos e inscripciones que decoraban las paredes de fría piedra de las sepulturas.
De repente me quedé paralizada. Notaba algo en mi nuca, como agudos pinchazos constantes hiriéndome la piel. Me di la vuelta y se me heló la sangre. Estaba allí, parado, como una estatua más, vestido completamente de negro, mirándome con unos extraños ojos, rojos, de expresión triste, que quemaban como el hielo. “Que chico tan extraño…” Tenía la cara pálida como un halo de luna, fragmentada, rota, como si fuese un puzzle del que habían colocado las piezas, pero no las habían encajado. Su cuerpo parecía interrogarme.
Comencé a llorar, sin explicación aparente. Observé cuanto me rodeaba, y caí en la cuenta de que ya no estábamos en el cementerio; nos encontrábamos de nuevo en medio del océano de oscuridad, donde no se veía nada. Y a pesar de no ver nada, a él le seguía viendo, continuaba distinguiéndole a la perfección. Pero aunque permanecía viéndole, por un motivo que no llego a imaginar, mi boca no dejaba de articular las palabras “ojala pudiera verte”, mientras mis lágrimas seguían ahogándose en el agua.
Entonces se acercó, y con toda la delicadeza del mundo apartó las lágrimas de mis pómulos con el dorso de la mano. Su tacto era como el de un fantasma; apenas me rozaba, pero a la vez me atravesaba. No podría decir si su piel era fría o cálida, pues no podía distinguirlo.
Tenía el absoluto convencimiento de que no podía oírle, sin embargo escuché su voz dentro de mi mente, suave y susurrante: “podrás verme, y estar conmigo…siempre” Como en una especie de eco, volvió a llegarme la música, a la vez que él pronunciaba esas palabras. La melodía parecía tener voz a su vez, diciendo con un sonido tintineante y agudo apenas audible “yo leo tu mente, tú escuchas mis palabras…”
“Yo quiero estar contigo”, dibujó mi boca. Sabía que podía entenderme. “Siempre lo quise. Pero tú no deseas estar conmigo” No pretendía afirmar la última frase, pero algo hizo que las palabras escaparan de entre mis labios, aunque ni siquiera comprendía por qué estaba tan segura de algo así. “¿Acaso anhelas mi compañía?”
De repente una luz muy brillante, procedente de las llamas de varias velas que ardían con fuerza a pesar del agua arremolinándose sobre ellas, iluminó una cripta a unos pocos pasos de donde estábamos, y la bandada de mariposas con la que me topé hacía un tiempo (no sabía exactamente cuánto), se introdujo por la rendija que dejaba la puerta entreabierta, (“deja a las mariposas llorar, déjalas llorar por ti…”)
Y yo, sin saber por qué, fui detrás. Lentamente, como si desease entrar, pero a la vez me resistiese. “Entra, y pronto podrás verme…”
Un olor extraño, acariciante y agradable, llegó hasta mí (por fin un aroma, no había percibido ninguno desde que me adentré en el agua y dejé de apreciar tu olor…) Una duda traspasó mi alma de pronto… “¿por qué ya no estoy preocupada por ti?”; pero el titubeo se desvaneció entre las gotas de agua, como una pequeña llamita sin fuerzas para brillar.
Alcancé la puerta, la abrí más, hasta casi la mitad, y eché un vistazo dentro. Se distinguía una luz gris, gris muy claro, como de un hermoso día nublado, pero luminoso, sin que el sol asomase por entre las nubes rompiendo la magia. Sabía que allí dentro si que no podría respirar, que iba a morir si me encerraba allí con aquel extraño ser, (¿por qué iba a confiar en él?). Puse un pie más allá del umbral de la losa de piedra que conformaba la puerta, y note su mano introducirse en la mía. Su tacto seguía siendo volátil, sin embargo parecía un tanto más consistente. Las piezas de su cara parecían comenzar a caer, empezando a dejarme vislumbrar un resplandor verde en sus ojos, (tremendamente similar al de los tuyos, solo que más brillante, más presente), y una tenue sonrisa en su boca –triste, pero una sonrisa, al fin y al cabo.
Fue en ese instante, cuando me di cuenta de que no importaba el aire, no importaba el agua, ni la luz ni la oscuridad, ni la vida ni la muerte, no importaba nada, si él iluminaba mi mundo privado con su sonrisa.
Y entonces entré, y la puerta se cerró tras de mí.

“Como si pudieses elegir la lluvia que te va a calar hasta los huesos después de un concierto… “


 Dejas correr la sangre, fingiendo considerablemente bien fría indiferencia. Pero de reojo te veo bajar los parpados y dejar salir todo el aire lentamente por tu nariz. Siento los latidos de tu corazón bajo mi piel, como un golpetear constante e insistente, pero que no quiere gritar demasiado. ¿Quién dijo que la eternidad era inalcanzable? La suave luz ilumina tenuemente tu rostro, haciéndolo parecer frágil, brillante, y me pregunto qué aspecto tendrá tu alma… No tengo bastante fuerza para abrazarte como quisiera, pero me conformo con apretujarme contra ti, como una niña perdida protegida por una muralla –de la cual a su vez intenta cuidar. ¿Me dejas cuidarte? Sería feliz pudiendo hacer desaparecer todo a tu alrededor, hacer que olvides lo que significa el dolor. Preguntas contrarias vagan sin rumbo por mi cabeza mientras observo el caos organizado a nuestro alrededor. ¿Qué más podría necesitar? Sería capaz de estar aquí tumbada el resto de mi vida; tengo todo lo que necesito, todo lo que me inspira.
-Te odio por no dejarme pensar en otra cosa que no sea tu boca-

Emptyness

 El golpe retumbó por todo el cuerpo, al fin y al cabo, estaba hueco

Nada.

Increíblemente extraño.

A veces...

...me siento tan vacía, que extraño el dolor.

Es algo parecido al típico juego...

Dos sentimientos contradictorios que luchan entre si, intentan invadir cada rincón de tu ser, asesinar al contrario.
No se dan cuenta de que realmente da igual quien gane.
Vencedor y vencido solo tendrán la compañía de su soledad cuando acabe el juego.

MANIOBRA DE ESCAPISMO.

Se cansó de huir, (de hacer que nada importa y correr rápido, tan rápido que el viento te impida pensar, te impida sentir.)
Pero también se cansó de huir, (de detenerse, dejar sangrar las heridas mientras espera al brillo de nuevos filos.)
Y entonces se dio cuenta:
No huía.
Luchaba con su mente, su risa, su alma descosida. No puede ser valiente quien no tiene miedo.
Siempre será adicta al misterio y terciopelo.
Sonrió,
en ese momento una pata del monstruo se desvaneció....

La distancia adecuada (19)

La evidencia en gotas cae por mis botas.
Me muero por estar contigo al natural, saber quién eres tú,
saber por donde vas.

Las cosas se evaporan o se deshacen (al parecer)

- De todas formas las gotas de lluvia parecen peces cuando les da la luz de las farolas…
-Independientemente de que sea verdad... ¿y?
- Es la prueba definitiva: Si hay ballenas en el cielo... puede ser cierto la ya gastada frase de nada es imposible.
- Exacto… "la ya gastada frase".... poca gente queda que vea peces en el agua... deben haberse vuelto efervescentes.

¿Mejor estarse quieto?

Cuando se entiende lo que a la vez no se entiende, cuando se apuesta a caballo perdedor simplemente porque te cae mejor, cuando se avanza aunque sea andando hacía atrás...
Cuando se abandona el tranquilo país de la indiferencia.

lunes, 16 de mayo de 2011

Como cuando empiezas...

...a bucear por un río o mar de agua helada.
Al principio te duelen los dedos, sientes que te asfixias pero más tarde el frío en vez de ser dolor o aunque siga siéndolo te revitaliza, te despierta, te libera,
y das otra brazada.

Y es un pensamiento...

...desastroso, desordenado, raro, cambiante, suicida, contradictorio, sensiblero, indiferente, idiota, imaginativo, impulsivo, perezoso, interesante, pesimista, optimista, activo, torpe, frívolo, inseguro, capaz, infantil, dulce, loco, explorador, curioso, tímido, rabioso, extrovertido, incomprendido por si mismo, lujurioso, soñador, borde, morado, sincero, inconstante, amable, egocéntrico...

=) Frases varias del día (no son mias)

"No es necesario enjaular al ave para oír su canto…"
"The sky is deeper than a dream"
 "El corazón golpea hasta que muere"
"La belleza del desierto reside en el agua que oculta en su interior"

Me gusta andar deprisa.

"Si el orgullo tira de la cuerda, por dios temo que se rompa el arco"
A veces el silencio cuesta más esfuerzo que hablar,
a veces el orgullo es solo el disfraz de la cobardía,
y los actos delatan.
Aunque a veces,
es hora de romper arcos.

Se duermen las extremidades...

y las neuronas no dejan de estar en movimiento. En tu cerebro no paran de producirse reacciones químicas que provocan que no sepas ni lo que estas pensado.
Reír y llorar a la vez.

Caos organizado.
Equilibrio inestable.

Y una media sonrisa...

...al sentir un poco de viento en la cara.
El calor abrasa las piedras, arde en la piel. Cuando tu mente piensa en la palabra aguja y tu sangre es de fuego.
Pero yo soy de aire, yo soy de viento, de cambio y viaje, incluso cuando los pies solo pueden caminar por la misma calle. Hoy se me viene a la mente la palabra vibrar.

No es...

No eres tú, no es la gente, no es el ambiente, y puede que ni siquiera sea yo. O quizá si seas tú. O sea yo. O puede que sea todo a la vez. El caso, es que ahí está.

Mario Bennedetti.

"Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres”

Perfect charming selfishness...

Disfrutando de su egocentrismo… o queriendo, que al fin y al cabo, es lo mismo.
Miau…
Pero sigue sin entender nada.

Y lo es...

Qué fácil es hacer las cosas complicadas… o en su defecto, su contexto.

Where is my mind?

"And the sex, and the drugs, and the complicatios..."
(Placebo. Meds)
I need Lithium!
-And in the end I guess I'll have to fall... always find my place among the ashes...
Can't break free untill I let it go... Let me go... 

No quedaban...

No quedaban lobos que pasearan junto a la luna. No quedaban lobos de suave ropaje. No quedaban lobos que deslumbraran con sus dientes. No quedaban lobos en su bosque.
Y al hacer la maleta, caperucita solo quiere guardar los aullidos en su mente.

Conversaciones que dan lugar a reflexiones (a veces escasean con demasiada frecuencia)

 -Es mejor que digas lo que piensas, sin más... Arriésgate, díselo.
[Deberías decir lo que quieres decir. -Ya quiero decir lo que digo, ¿no es lo mismo? -¡Por supuesto que no! (Alicia en el País de las Maravillas)]
-El tiempo dirá.
-El tiempo dirá. Y murió en silencio
-Morir en silencio mola. Es muy elegante
 -Y no es mejor morir escuchando tu nombre susurrado por unos labios que acabas de besar?

Besos bajo la lluvia.

Lloraba con rabia, con desesperación, ahogándome en lluvia salada y cólera.
Le golpeé, le dije que le odiaba, le miré con todo el desprecio que pude impulsar hasta mis pupilas.
Cada vez llovía con más fuerza, y cuando me abrazó y me dijo que me amaba mientras yo continuaba tratando de herir su cuerpo y su orgullo, parecía caer un segundo diluvio universal.
Sus ojos y un espasmo recorrieron todo mi cuerpo por dentro, mientras la lluvia y sus manos lo investigaban por fuera.
Estallé, lloré con una fuerza que no poseía, y lancé mis labios a los suyos, para coger el aire que me haría poder respirar de nuevo, mientras la lluvia nos sumergía en un mundo infinito, después de un año sin ver caer una gota del cielo.
Poco a poco las fuerzas desaparecieron, y los besos se volvieron suaves, pero manteniendo su pasión.

Luz oscura. (Dedicado a quien ya sabe =))

Miro hacia arriba, arriba…arriba… Ahí está. Pequeño, brillante, con su luz gris pálida. El puntito parpadeante revolotea en mi cielo púrpura, y con un destello casi apagado, me sonríe. Sus esfuerzos por iluminarme, a pesar de que su propia luz es ya casi inexistente, hacen que se me empañen los ojos, y piense en el dolor que debe inflingirle que yo no haga más que debilitarle, haciendo que mi oscuro cielo se cierna sobre él, lo rodee, intente engullirlo.
La velocidad comienza a ser excesiva. Las gotas de lluvia, que ya apenas siento, empiezan a arañar mi piel, haciéndome sangrar. La sensación es confusa. La luz oscura me ilumina de nuevo. ¿Por qué no se marcha? (Ojalá no se marche…)
Freno en seco, y me agacho para olisquear las flores de papel. La estrellita se esfuerza en iluminarlas, dándoles un tono apagado, apenas gris, pero al menos algo más interesante que la total ausencia de color que tenían antes.
Me recuesto en mi interior, a escuchar el silencio. Con los ojos cerrados, casi palpo su presencia, y me invade una horrible sensación de culpabilidad, al sentirme reconfortada por su exiguo brillo.
Abro los ojos de nuevo, y me doy cuenta de lo mucho que adoro encontrar ahí su resplandor cuando despierto, (casi me hace olvidar las pesadillas, las locuras de los sueños…)
Casi me ahoga la frustración, el ansioso deseo de tocarlo, de proporcionarle más luz, y conseguir que brille, -para él, para mí.
Mi puntito se esfuerza por irradiar su luz, por cegar, porque alguien lo observe brillar con su luz, su oscura pureza, simplemente como es. Se desespera con la idea de que nadie sepa verlo. Empleo todas mis fuerzas en levantar la mirada hacia el cielo.
El agua negra empieza a adquirir un tono azulado, se empiezan a escuchar sonidos lejanos, como un dulce repiquetear de campanas.
Necesito creer en mí por una vez; ya no solo yo dependo de ello. Y a pesar de que la lucecita titila lo más alto que puede en el cielo, esforzándose por mantenerse fuera de mi alcance, sé que encontraré la manera de volar, de escalar al purpúreo infinito, y colgar rayos de luz de la nada, salvándonos, iluminándonos a ambos.

Olvidaron.

Respiraba agitadamente mirando al techo, cuando, de pronto, lo supo.
Sabía qué era lo peor.
No eran los escalofríos, ni los espasmos involuntarios en su cuerpo, ni siquiera la sensación de que a su sangre le faltaba algo (ligeramente tóxico, ligeramente amargo.) Ni los radicales cambios de humor. Ni el zumbido constante en su cabeza, muy profundo. Tampoco las largas horas de insomnio y ansiedad.
No. Lo peor era saber que ambos cargaban con ello. Otra vez. El terror ante el terror.
Quiso llorar de nuevo, pero una inesperada caricia en su brazo la sacó de sus pensamientos.
Se volvió, y vio sus ojos, a través de su pelo. Una mirada indescriptible mientras se subía encima de ella, envolviéndola con su calor.
Y por otro eterno rato más, olvidaron.
Olvidaron las semanas que estaban por venir.
Olvidaron el futuro.

De pronto.

Y de pronto, en un grito quebrado, el tiempo se
d
e
t
i
e
n
e
.
 (Aspira)
 (Inspira)
 Cuando vuelve a seguir su curso, todo es rojo y huele a sándalo.

Una vuelta...

Y otra…
 Y otra y otra…
Y otra, y otra, y otra…
 Vuelves a aspirar. Sigue ahí.
Y sabes que esta noche tampoco podrás dormir.

Para una vez que se consigue ser cruel, qué mejor manera que con palabras e indiferencia.

Si cuando me den la noticia de tu muerte (real o fingida, no me importa), ves que tardo en reaccionar....
....No es por pena ni dolor, no es porque esté impresionada, ni porque me haya quedado en estado de shock, ni porque sienta un nudo en la garganta, y muchísimo menos (¡¡no, por dios!!) porque miles de agujas colapsen mis ojos luchando por salir en forma de lágrimas.
No.
Lo más probable es que simplemente esté pensando cuál sería la reacción más aceptada socialmente para un ser humano, antes de llevarla a cabo.
Espero que no te importen esos milisegundos, sabes que siempre me costó identificar y fingir mis sentimientos.... cuando los hay.

Perdí mi inspiración, pero ahora he vuelto para encontrarte

Se llamaba Nadie y tenía los ojos tristes.
En silencio, en la distancia, me pedía ser La Luz, El Mal, El Origen y el Final.
Se llamaba Nadie y tenía los ojos tristes, pero nunca llegamos a conocernos.

Simple.

*Bang*

Mariposa azul. Violín en la oscuridad.

Tu presencia es un océano de llamas,
arde mi aliento como el sol, iluminado.
Un escorpión envenenado entre mis labios,
una mariposa azul, tenue como lluvia de mayo.


(O lo que es lo mismo: como convertir una especie de proyecto sobre el individuo A, en una realidad sobre el individuo B)

El mar. El sonido de la lluvia sobre las hojas secas. Tus ojos. Una mariposa azul.
Un violín en la oscuridad. Suaves besos. El aire que nos envuelve. El roce de tu piel.
Cálidas lágrimas de alegría rodando por mis mejillas. Tu aliento en mi oído. Complicidad.
Un abrazo junto al fuego. Tus huesos contra los míos. Tus manos trenzando mi pelo.
Devoraría tu alma sólo por tenerte siempre conmigo.

NO EXISTIMOS.

Quizá despiertes un día y te des cuenta de que no eres quien dices ser.
Que todos tus amigos no existen. Que el amor no es real. Que los ángeles caen como pájaros heridos.
Quizá despiertes un día y descubras que en lugar de tu cuerpo solo hay aire.
Que el azúcar es amargo. Que nunca tuviste nada. Que tu vida no ha tenido sentido.
Quizá despiertes un día y te des cuenta de que estás muerto, de que quizá nunca viviste.

Mister nobody =)

"Dicen que si respiras más despacio el tiempo se ralentiza" (De la película "Las posibles vidas de Mister Nobody")

-Podemos intentarlo. Quizá nos asfixiemos, quizá lo consigamos. Marchando una de tiempo en pause, con patatas y sin mayonesa!-

Rayos de luz y oscuridad.

Oscura noche.
Niebla entre los árboles:
destellos de luz.

(¿Alguna vez has regalado un rayo de luz?)

Serenidad... nunca la tendré ni la quiero.


Los dos puntos que siguen se extinguieron. No dejaron ni odio para renacer, solo el dolor fantasma de los miembros amputados.
Solo ".", solo el dibujo de un agujero

Días extraños.

Temblando como una hoja
sentada en un rincón mientras el suelo tiembla…
Encerrada en una vida que no me pertenece,
y que no controlo
Cuando he de gritar, callo…
Cuando he de callar, grito…
Y el laberinto se hace cada vez mas largo
a sabiendas de que no encontraras la salida
tan pronto como parece…
El camino que guía a la contracorriente
puede llevar a terrenos muertos
La tormenta ha vuelto unas horas…
para que no me olvide de su existencia
Se ha ido tan rápido que
el dolor se ha quedado mirándome con ganas de más;
intento fallido, hoy no caeré por el precipicio.
El tiempo me ha hecho asegurar bien las cuerdas
antes de rendirme al viento.

Aun me queda algo de nieve naranja en los labios
-la guardo para días extraños como este-

Salva mis palabras.

Salva mis palabras para que no caigan en el olvido, que no las guíe la escarcha.
Que tiemblen si yo tiemblo y que me acompañen cuando huyo.
No dejes que me abandonen, no quiero ser fantasma de un imposible…
Salva mis palabras para que me acompañen al abismo,
que me protejan de lo invisible cuando la locura acecha,
que me lleven al límite cuando la conciencia haya muerto.

Salva mis palabras para que rompan el silencio que envuelve todo, y a todos…
Que me saquen de la angustiosa calma que me rodea.
Que quemen todas esas afiladas estrellas que me dañan cuando duermo…
(extraño lenguaje de los sueños)

Salva mis palabras para que no sean la voz de una mariposa muerta

A veces se me olvida, a veces me ahoga.

 Mendigando un poco de frío
Que me hiele las entrañas
Que me recuerde que sigo viva

Pidiendo un poco de lluvia
Que me cale hasta los huesos
Que me despierte de mi sueño

Necesito un poco de tormenta
Que acabe con esta angustiosa calma
Que me alumbre en noches que no acaban

Quiero un poco de granizo
Que cubra la ciudad de hielo
Que hiele mis miedos hasta que mueran resquebrajados

Sueño con un poco de nieve
Que congele el aire que, a veces, me olvido de respirar

Masticando hielo. Dulce locura de la existencia...

Una vez mas, huía de su pasado...

 Aquel que le susurraba cada noche al oído, dejandole cortes muy profundos pero imposibles de ver dentro de su herida invisible.
¿Qué tenia la noche para que los fantasmas la amaran tanto?
 No era tan solo el silencio sepulcral, ni los grillos sobre la ventana, era algo mucho mas importante que eso, era la ausencia de luz.

Si, odiaba la noche porque le cegaba los ojos que con tanto dolor conseguía mantener abiertos el resto del día, la odiaba porque era la que trasportaba esas pesadillas que con macabra insistencia depositaban el pasado en ella, como quien deposita migas de pan en el lago a sabiendas de que los peces se las comerán sin pensárselo. Detestaba sentirse tan vulnerable de algo que no existía, porque  tan solo recordamos lo que nunca sucedió.


¿Qué hace fuerte a una persona?
¿Sonreír aun cuando por dentro su corazón se rompe a pedazos?
¿O acaso es aguantarse las lágrimas con el único anhelo de no parecer triste?

Hubo un tiempo en que era así pero comprendió que de nada le servia fingir ser fuerte si al llegar a casa sus lagrimas no podían parar de salir hasta la mañana siguiente, cuando volvía a ponerse la mascara, cuando volvía a fingir que nada pasaba, cuando volvía a ser otra. Da igual cuantas ciudades recorriese, al final siempre pasaba lo mismo y siempre acababa huyendo despavorida, creyendo inútilmente que si se alejaba los fantasmas del pasado no la perseguirían, pero nadie, ni siquiera los fantasmas,  puede escapar de sus recuerdos.

Ahora ya no duerme y mastica estrellas en vez de hielo. ¿Quien puede dañarla ahora?
Nadie.
Sus malos recuerdos están escondidos bajo llave en una caja de madera, los guarda la dulce locura de la existencia.

11 minutos

Un minuto para procurar soñar despierta y que cuando duerma, vuelva a soñar

Un minuto para olvidar las tempestades que chocan contra mi ventana

Un minuto para tirar nervios y desconfianza que no debieron de nacer
Un minuto para quemar guiones, los actores que lo deseen tienen el derecho de salir del teatro

Un minuto para hacer desaparecer todos los relojes que hacen que mi mundo gire tan condenadamente rápido
Un minuto para charlar con los monstruos que viven bajo mi cama, tanto tiempo allí deben de estar aburridos
Un minuto para pintar retratos y para dejar que, lentamente, sus almas se apoderen de mi pincel

Un minuto para arrastrarme bajo los laberintos de mi subconsciente
Un minuto para recordar mi naturaleza, hay veces que me olvido de mis alas
Un minuto para gritar bajo la lluvia, la mejor manera de fundirse con el cielo

Y un estúpido minuto más para encontrarme.

¿A mi lado?


Sin ojos, 


Busco a tientas una luz violeta que ilumine la oscuridad,


 Pero todos saben que en mi bosque


Las luces violetas no aparecen hasta madrugada.


He caído de mi torre ,


sin cuerda, ni león alado.


No huí,  te lo juro ,


Tan solo resbalé cuando bailaba por el borde...


Ya sabes lo mucho que me gusta subir a mi ventana cuando llega la noche...,


Mirar al vacío y saltar hasta que las gárgolas del castillo me obligan a dormir.


Y ahora estoy tirada en el frío suelo plagado de hojas muertas,


Perdida en aquel lugar al que todos han ido pero del que nadie habla,


 a los pies de mi torre.


Hoy las gárgolas no serán despertadas por mis gritos desde la ventana.


Pero no tengo miedo...aunque sé que no pararás mi caída.


 ¿A mi lado? Una extraña rosa que siempre muere antes de crecer.



Cristales... Cristales esmerilados... Transparencias... Destellos... Libélulas.

A veces desearía ser como un soplo de aire, para poder colarme por la cerradura de tu cajita de cristal, esa que escondes, esa cuya existencia tratas de ocultar, la que no muestras a nadie, y la que tal vez yo nunca consiga que me enseñes. Esa que siempre veo, a través de tus palabras, y que podría llegar a intuir en tus ojos, pero que desaparece cuando siento que voy a lograr tocarla.
Tengo la esperanza de que algún día abras el cerrojo, porque yo sola no puedo hacerlo, por mucho que quiera. ¿Lo harás?         ¿Qué guardas ahí? Recuerdos, miedos, sueños, pesadillas, tentaciones... No lo sé, tendrás que decírmelo tú...Pero no los ocultes todos... porque... un día abrirás los ojos y estarás dentro... Entonces ya no habrá nadie que pueda sacarte...porque te llevaras la llave contigo... Y creo que mis labios no saben susurrar las palabras secretas...

Gloria Fuertes.

"Yo quisiera ser ángel y soy loba
Yo quisiera ser luminosamente tuya
y soy oscuramente mía."

Destrucción

*Se negó a imaginar  su próxima vida
y los libros dejaron un rastro de sangre al desaparecer.
*Creyó a todos cuando le dijeron que ella era una melodramática, que exageraba demasiado y que no debía sentir tanto.
Entonces, una bailarina cayó cuando danzaba bajo la lluvia.
*Empezó a ignorar a las mariposas
y sus alas se empezaron a deshilachar.
*Cosió sus ojos y su boca como hacían todos
y las libélulas se marcharon al exilio.
*Rompió todos los espejos con el único anhelo de no ver su rostro
y entonces los cristales rotos agujerearon el cielo.
*Quiso dormir para siempre
y las estrellas murieron en el firmamento
*Tiró a la basura todos sus dibujos
y los recuerdos la hicieron marioneta de su inconsciencia.
*Encadenó sus manos a la pared para que nunca más pudiese correr
y oscuras aves de hielo cubrieron el cielo.
*Borró la palabra libertad de sus cuentos
y la niebla ahogó los sueños.
*Hizo trizas su paraguas
y el miedo se alimentó de los truenos.
*Nunca más volvió a escribir
y entonces… entonces las palabras reprimidas rompieron su alma.

Ahora… ni siquiera sé si vivió para contárselo al mundo
O si lo que oí no fueron sus murmullos ahogados en el tiempo
Quizás muriese de dolor como hacen todas las muñecas abandonadas en el desván.
O quizás estuviese viva, aunque hay vivos que ni siquiera respiran  porque parecen estar muertos.

Wake me up when June ends...

Escribo para sentirme mejor.
Escribo para no gritar y quedarme sin voz.
Susurros de promesas muertas,
que pasan de mis lágrimas a mi boca
y de mi boca a mi alma,
la cual intento cerrar con la esperanza ( ¡inútil intento! ) de que no me hagan daño.
Me mareo, siempre me mareo.
Mis manos intentan cubrir mis ojos  mientras todo gira,
pero han sido arañadas, y ahora es tan difícil...
porque la sangre de ellas brota
 y el dolor se hace grito,
 se hace rabia,
 pero luego... se hace sueño.
                                             
Y sólo aquí,
en este rincón donde puedo ser yo misma,
donde, al igual que las bailarinas
mis manos no son mas que
títeres de las emociones
que me queman por dentro
cojo mis alas, me las coso a la espalda
 me miro en el espejo
Y grito que no tengo miedo,
miedo al dolor.
 WAKE ME UP WHEN JUNE ENDS.

Ventanas...

 Desde mi ventana,
con mariposas entrelazadas en los dedos
y la cabeza apoyada en el cristal,
el cual se empapa con mis suspiros
mientras la brisa me hiela las manos.

Me gusta sentir el frío  en las muñecas,
me recuerda que estoy viva.


He dejado la ventana algo abierta.
Prometí cerrarla,
insonorizar mi habitación,
pero no puedo evitarlo.
Hay veces en las que me acerco demasiado
y temo traspasarla y caer al vacío,
y es entonces cuando mis manos
cierran la ventana por completo.


Y aguardo,
esperando.

Añorando el momento preciso
en el que los cristales se quiebren
con las gotas de lluvia.
Y será cuando el sol se filtre por mi ventana.
Y será cuando me siente sobre ella,
con los pies colgando,
desafiando al vacio,
pero no habrá miedo.

Pues si algo malo pasa,
tendré miles de cristales para reconstruir mi ventana.



La ventana se ha roto.
Esta vez no me acerqué demasiado,
fueron los rayos de la tormenta los que atravesaron mi cuarto
y me encontraron en un rincón.

Invisibles, quisieron que me precipitara hasta la nada,
pero no pudieron llevarme.

La madrugada ha llegado.

Abro los ojos,
el suelo cubierto de cristales rotos me da la bienvenida.
Con cuidado los recojo
y los pego a mi vetana, uno a uno.
-Tardaré demasiado- me repito, - pero sé que cuando termine,
habrá valido la pena.

...Demasiado

Demasiado frágil
Demasiado rara
¿Puedes ver cómo el cristal hiere sus manos?
Ya ves, quien dijo que no era real se equivocó

Demasiado fuerte
Demasiado viva
No son lágrimas vacías lo que recorren sus mejillas
Ya ves, quien dijo que su fortaleza era inquebrantable se equivocó

Demasiado complicada
Demasiado irrealista
Porque oye, siente y ve demasiado, tiene miedo de no poder evitarlo
Ya ves, quien dijo que estaba perdida en su mundo paralelo se equivocó.

Demasiado decidida
Demasiado asustada
Ve una luz en el camino donde antes se empeñaba en ver sombras
Ya ves, quien dijo que perecería ante la desdicha se equivocó.

Isabel Coixet, "Mi vida sin mi"

“Esta eres tú, los ojos cerrados bajo la lluvia. Nunca imaginaste que harías algo así, nunca te habías visto como...no sé cómo describirlo.
Una de esas personas a las que les gusta la Luna, o que pasan horas contemplando el mar o una puesta de Sol...Seguro que sabes de qué gente estoy hablando, o tal vez no. Da igual, a ti te gusta estar así, desafiando el frío, sintiendo cómo el agua empapa tu camiseta y te moja la piel, y notar cómo la tierra se vuelve mullida bajo tus pies, y el olor, y el sonido de la lluvia al golpear las hojas. Todas esas cosas que dicen los libros que no has leído...
Ésta eres tú, quien lo iba a decir...tú."

Diálogos innecesarios...

-Nada… supongo.
-Entonces lo entiendes todo y… te da igual, supongo.

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-¿QUÉ PASA SI TE DIGO LA VERDAD?
-Nada
-¿QUÉ CREES QUE SERÁ?
-Nada
-ESTA BIEN, TE ODIO
-¿Qué?
-NADA

Poemaa

I can’t be myself anymore. I’m lost in here; between walls, cold walls.
I’m screaming ‘till I get husky, just letting this feeling in myself gets out!

It’s too much to ask for a light in the sky, which guides me thru this darkness?

I don’t feel like myself in here, these walls are getting closer and closer.
There’s something around me, I can feel it. I can almost touch it in the nowhere.
I’m not crazy, why I’m in a straitjacket? This empty room gives me shivers.
Everything is white but I feel like everything is dark.

Get me out of this jail, I swear I will be good… I swear…
I yell and yell, why no one it’s listening? Don’t let me here!

I’ll be good… I promise… I pro…mise…

I feel dizzy, the walls are moving in circles around me. I can hear people screaming, but it seems familiar to me. Why? Why I know those people?

I can’t take it anymore. I want to leave this place, isn’t funny.

These people in my head, shut up! Stop yelling me! Wasn’t my fault, wasn’t my intention.
I’ll never hurt someone again… just a few more… they deserve it!

I’m not smiling, it’s just a spasm. I’m not happy, I’m just remembering all the people I hurt…

Poema.

Una noche,
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
una noche, en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mi ceñida, toda, muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulados, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra,
fina y lánguida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
¡eran una sola sombra larga!
Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chillido
de las ranas…
Sentí frío; ¡era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
era el frío de la nada…
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
¡iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
se acercó y marchó con ella.
¡Las sombras en lazadas!
¡Las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Las sombras que se buscan y se juntan en las noches de negruras y de lágrimas!...


Poema =)


1ª parte:

Tras la perpetua niebla habitas mi alma,
te adhieres a ella
como beso estremecido,
como labios que tiemblan
en su único camino.
Danzas sin temor a las sombras,
las rodeas con peculiar forma
ondeando en mis sentidos,
siendo mágica frontera de lo desconocido.
Mi única quimera,
siente esta rabia que me atormenta,
donde lo sobrenatural es llama eterna.
Marioneta en tu mundo,
de tu cuerpo de inmortal,
luminoso, oscuro;
mas en esta luna de fuego
tus manos revolotean por mi cuerpo helado,
y en mi mirada una lágrima dibuja tu belleza,
viajando a la deriva hasta caer en tus labios
donde se mezcla con tu aliento que me paraliza,
mientras tus ojos se fijan en los míos…


2ª parte:

Soy un ángel sin alas,
la que te encarcela
en los pliegues de la sinrazón.
Perlas ensangrentadas
cubren tu espalda,
crueles besos sin acabar.
Sólo quiero adorar tu cuerpo,
abandonarme al sutil encanto
del crujir silente de la seda de tus sábanas.
Soy solo una grieta
en el tiempo de los dioses,
donde eres mi eternidad.
Brillantes siluetas adormecen
esos sonidos lejanos,
perdidos en las brumas
de mi alma pasajera.
El susurro de mi nombre salido de tus labios
mueve el pelo que me cae por la frente,
empapada en tu sudor,
como un baño de delicioso dolor,
de deliciosa muerte.
Luces oscuras, brillantes, gélidas y pálidas,
palpitan a nuestro alrededor,
como sombras de un teatro
que danzan en nuestro abrazo;
como neblina salida del reflejo de un lago,
niebla que se desvanece,
como una llama, como un gemido,
como mi sombra cuando tu aliento la toca, frío.
Cálido es tu abrazo,
que hace palidecer las sonrisas
de los espectros que nos miran
desde el otro lado,
que me hace a su tacto inalcanzable
salvándome del frío eterno
de mi condena oscura,
incapaz de ser salvada… a ojos mortales.
Pero tu oscuridad ilumina la estancia,
el suelo, la cama; luz oscura que ilumina mi alma;
luz oscura que atraviesa nuestra piel pálida.
Tus labios rozan los míos,
dejando un río de sangre,
dulce sangre carmesí,
que se mezcla en mi lengua con tu sangre,
la que desprenden tus labios que continúan besándome.
Mis manos, que se deslizan por tu cuerpo,
ávidas de ti, como mi boca,
se encuentran con tu piel,
que me quema como el hielo,
que desprende el veneno
que me salva de la muerte…
con la muerte.

Búsqueda. (Uno de los primeros relatos largos que hice)


BÚSQUEDA

“¿Quién soy?” Aprieto las manos contra el espejo. Tengo la mirada fija en mis ojos, grises como la niebla. Paseo la mirada hasta mi pelo negro que cae en ondas por mi espalda, y la voy bajando lentamente, pasando por mi pálida frente y mis blancos pómulos, mi nariz pequeña y respingona, mis labios apretados en una fina línea como si quisieran guardar algo, mi barbilla agachada en un gesto para ocultarme de algo, de alguien, o de todo. Ese rostro tan conocido, me parece tan ajeno a mí, que me pregunto en que está pensando la chica que veo. Llevo apenas tres segundos observando mi cara, y me doy la vuelta. Respiro hondo varias veces seguidas y recuerdo la cara de la bruja. Me siento en el suelo, me abrazo las rodillas y me dejo llevar por el recuerdo.

Avanzo con cuidado. Siempre lo hago, y es lógico hacerlo cuando eres la persona más torpe del mundo. Está muy oscuro, debe de ser tarde... espero que no demasiado. Me deslizo silenciosa por el camino, si es que merece ese nombre. Este lugar siempre me ha gustado muchísimo. Huele a hierba mojada, a árboles altos, a naturaleza, a aire limpio. Aunque siempre que pienso en este sitio viene a mí el olor de los libros, el cuero y el papel gastado. Debe ser porque siempre voy allí a leer. Es un parque natural, pero tiene todo lo necesario para ser denominado bosque. Hay árboles altísimos cuyo nombre nunca supe, caminos bordeados de piedra y flores azules, hierba y tierra mezcladas en una sinfonía de tonos marrones y verdes. Casi diría que se puede palpar la frescura del suelo, como si acabase de llover, aunque haga semanas que no cae una gota del cielo. Hay un lago cerca, y aunque siempre acabo llegando allí, nunca supe muy bien decir dónde se encontraba. A la derecha del sendero más grande, está el cementerio del pueblo. Es un cementerio muy grande, aunque es un pueblo muy pequeño; nunca lo entendí. Es el típico cementerio de las películas, con altas y hermosas estatuas de ángeles alados, panteones familiares que nadie sabe qué familias pueden costearse en Shadow Hill, flores lúgubres, pájaros negros, y gatos merodeadores. Y que ese precioso cementerio estuviese frente a ese hermoso bosque, era para mí la suerte más grande del mundo, pues a nadie le gustaba ninguno de los dos lugares. Nunca había nadie allí, por eso yo me pasé allí más de la mitad de mi vida. Al principio no era más que un lugar donde estar sola, donde desconectar de la agonía del mundo. Pero poco a poco, cada vez que iba, fui descubriendo más cosas. Hasta que aquel se convirtió en mi lugar.
 Al comienzo del bosque siempre se une a mí un gato gris. Es completamente gris, excepto una de las patas delanteras, que es negra. Le puse de nombre Ceniza, aunque nunca utilizo su nombre. Apenas le hablo. Él y yo nos entendemos con la mirada mucho mejor que con las palabras. De hecho, me da la sensación de que él odia cuando le rompen el silencio. Según avanzo, empiezo a verlas. Aquellas mariposas violetas que me persiguen durante horas, y que parecen ansiosas por llegar, aunque da la sensación de que no saben a dónde ir; como yo. Caminamos, y caminamos, hasta llegar a nuestro claro. Es el lugar más mágico del mundo: Las mariposas violetas y las flores azules se duplican. Ya no hay tierra, sólo hierba, suave y susurrante. Pequeñas florecillas blancas y amarillas pasan casi desapercibidas bajo las magnificas y grandes flores azules.
Pero ese día no me dirigía al claro a leer o a descansar. Le estaba buscando a él. Tenía que encontrarle cuanto antes, y sabía que estaba allí porque la escritora de recuerdos olvidados me lo había dicho:

“-¿Quién eres?- Le pregunté a la chica. Era bajita y muy delgada, parecía que se fuese a romper. Tenía el pelo muy largo, castaño, con el sol parecía dorado, y tenía unos tirabuzones como los que tienen las princesas de los cuentos. Era como un delicado dibujo posado, grácil, en su lienzo.
-Soy una escritora de recuerdos olvidados-, me dijo. Era la primera vez que la veía, allí, sentada al borde de mi lago secreto, pero recordaba haberla visto antes, además varias veces, y recordaba exactamente dónde.
-No te creo-, le dije-.Te vi junto a la casa abandonada cuando corría hacia el acantilado. Eras la chica de la máscara que leía cuentos sentada en la fuente de la plaza, fuiste tú la librera que me vendió el libro que está sobre mi mesita de noche, me vendiste una rosa violeta a la salida del museo, y ayer mismo te vi dibujando mariposas en los cristales del tren. Has de ser un sueño, o tan solo eres una chica a la que le sangra la muñeca que me está contando un cuento sin fin.
-  No te estoy engañando y tampoco soy un sueño. La gente a la que le gusta escribir no puede estar en todos los sitios, tan solo las escritoras de recuerdos olvidados podemos. Tenemos el privilegio de jugar con el tiempo y guardar los secretos de la imaginación. Lo malo es que, a modo de condena, mis ojos no saben distinguir lo real de lo irreal. Y entonces, en tardes nubladas y lluviosas como esta, mis muñecas sangran y mis manos se niegan a escribir acerca de recuerdos mortecinos disfrazados de reales que hacen caer a quien los lee y a quien los imagina. Entonces ya no es agua lo que cae del cielo sino lágrimas derramadas de recuerdos olvidados que no debieron recordarse.
- Yo soy Bianca. Soy camarera. O quizás soy la chica que está pintando siempre  junto a la farola, o la que se sienta en el banco a dar de comer a las palomas en el puerto, o la que les saca sonrisas a los niños desde detrás de un teatro de marionetas.
-Tan solo puedes ser lo que quieras ser-, me dijo la escritora con seguridad mirando al cielo mientras la lluvia nos seguía calando hasta los huesos.
-¿Pero por qué me cuentas todo esto a mí?- le pregunté, sin entender.
- Porque tú me lo has preguntado. Sin embargo, he venido a decirte lo que tú más deseas saber.
-Sabes dónde está- comprendí al instante.
-Te estaba buscando-, respondió ella, sin más.
-Eso ya lo sabía- le contesté de malos modos. Estaba empezando a impacientarme.
-Está dónde siempre estás tú cuando no estás en ninguna parte.
-¡El bosque!- grité. – ¡Está aquí!-. La escritora de recuerdos olvidados sonrió.
-Ya se ha marchado, porque es de día, pero si regresas mañana, no tan tarde como para que sea temprano, le encontrarás-. Le di un beso en la mejilla y corrí hacia casa.”

Así que allí estaba, ni muy tarde ni muy temprano, caminando por los senderos que formaban ya mi casa. Pero no tenía tiempo, tenía que darme prisa en atravesar mi paraíso inhabitado. La dibujante de las miradas me había advertido de ello, cuándo me la encontré de regreso a casa, después de hablar con la escritora de recuerdos olvidados:

“Hacía mucho calor y yo estaba parada en medio de la carretera. No había nadie más que yo. Yo y aquella extraña mujer que estaba arrodillada en el bordillo, sollozando y pegando puñetazos al asfalto. Me acerqué a ella. Llevaba un vestido que en su día debió ser blanco, pero que ahora estaba lleno de pinceladas azules, al igual que su largo y liso cabello rubio.
-¿Qué te ocurre?- le pregunté. Me cogió de la mano, y en lugar de apartarme, como habría hecho normalmente, me quedé parada, con mi mano en la suya.
-¿Puedes verme?-, me dijo, muy sorprendida.
-Pues claro. Yo lo veo todo-.Me miró a los ojos fijamente durante un rato.
-¡Por todos los cielos!-, exclamó-. ¡Tú conoces a la escritora de recuerdos olvidados! Y...y... ¡también le conoces a él! Él nos ha hablado mucho de ti. Eres su más preciado don, su ángel.
-Yo no soy un ángel-, dije  medio llorando, al recordarle.
-Bueno... en cualquier caso, eres lo que más ama. Te está buscando.
-Ya lo se. Y también se dónde encontrarle yo. Mañana volveremos a estar juntos.
-Pero debes darte prisa-, dijo la dibujante, con una alarma en la voz que realmente me asustó.
-¿Por qué? ¿Qué es lo que pasa?
-La bruja del cruce-, dijo.
-¿Quién es la bruja del cruce?
-La bruja del cruce es la gente- dijo. –La gente que cambia las miradas curiosas por las mentirosas, las alegres por las tristes, las únicas por las falsas, las de amor por las de traición. La gente que es destrucción y decepción.
-¿Y por qué he de tener cuidado con ella?- pregunté, sin entender nada.
-Ayer ocurrió algo horrible. La Niña de los Ojos Violetas se perdió, y acabó en el cruce. La bruja le hizo un conjuro. La niña regresó, las hojas color rosa anunciaron su llegada...o su huída. La niña de los ojos violetas sacudió el libro que tenía entre sus brazos, con violencia, estrujándolo entre sus pequeños brazos. Lo tiró al frío suelo de su cuarto. Había dejado de creer en los cuentos de hadas, en los castillos encantados y en felicidades eternas repletas de magia. De nada le servía aquel cuento que encontró debajo de su cama en el que el hada luchaba contra dragones y brujas dejando atrás lujos y títulos de hojalata, y donde al final alcanzaba la libertad en aquel lejano castillo que siempre había soñado conquistar. Ella no me vio..., me escondí tras sus cortinas. Allí estaba la niña de ojos violetas, en un rincón de su habitación rodeada de castillos de papel que aun con tantas lagrimas, había logrado hacer. Cerró los ojos y respiró hondo. Le dolían los dedos, se había cortado con el papel. Volvió a su labor y vio algo que la sorprendió, el libro que había estrujado estaba otra vez a su lado; yo lo había dejado ahí, pero ella no me vio...Lo miró con rabia y lo cogió entre sus dedos nerviosos mientras toda ella temblaba. La niña de los ojos violetas, estampó el libro contra la pared; vi cómo lo hacía. En el interior, el hada temblando murió sepultada bajo los cimientos de su castillo, el cual parecía haberse caído por arte de magia. Sangre rosa se distinguía entre las hojas del libro, ahora sin final, ahogado por la furia del destino.
-Dios mío- susurré, atemorizada.
-Cada vez que alguien tiembla, susurro palabras de aliento como si un libro hubiese muerto y su alma estuviese perdida.- dijo, desconsolada. –La bruja ha ganado. Ahora tiene el poder del hada muerta. Para llegar hasta donde está él tienes que pasar por el cruce, y si no pasas antes de que sea demasiado tarde, la bruja te encontrará. En caso de que lucharas con ella, aunque vencieras, tardarías demasiado, y ya sería demasiado temprano. El amanecer estaría cerca y él deberá ocultarse bajo tierra.
-Llegaré a tiempo-, le prometí. –Muchas gracias por decírmelo. Le encontraré, y juntos recuperaremos los colores, y te los traeremos para que dibujes miradas tan hermosas que no podrán ser sustituidas.- Le sequé las lágrimas con la manga de mi vestido negro y eché a correr por la carretera.”

-¡Au!- grité. Me había tropezado con una de las piedras del camino, lo que me sacó de mi recuerdo de la dibujante de las miradas. De pronto noté mi cara húmeda y descubrí que estaba llorando. Ya no se en que creer. No se que pensar. Todo es extraño, todo está muerto, y odio esta luz oscura que se filtra entre los árboles. Entonces oí un ruido extraño entre la maleza. Estaba lejos pero yo lo oía. Me dirigí hacia allí corriendo; no quería que se me hiciese tarde. Entonces descubrí a una criatura diminuta, sentada sobre una piedra, mirando hacia el cielo. Tenía el pelo blanco y corto, y llevaba un vestido gris tan largo que no se le veían los pies. Su voz sonaba como el repiquetear de las campanas:
- Susurros rompen el viento,
Caen como cristales sin aliento,
Traen sonrisas mentirosas y felicidades artificiales
De esas que las ves
Pero no las tocas.
De esas con las que  ríes
Pero luego lloras.
Dulce agua del olvido,
Vas mezclada con hielo,
Vas mezclada con fuego.
Tatúas en la frente lo perdido
De aquellos que te prueban
De aquellos a los que su mente cierras,
Enmudeces,
Ensordeces. –decía.
-¿Quién eres tú?- le pregunté.
-Yo soy El hada de La Reflexión, la Conciencia... tengo varios nombres- respondió.
-Yo... tengo que irme- le dije. Estaba intrigada, pero debía darme prisa.
-Sabes que no vas a poder evitar escucharme-, se limitó a decir, mirándome a los ojos. Y siguió recitando poemas sin fin, y yo me quedé sentada, escuchándola sin acordarme de que debía apresurarme.
Me cayó una gota en la nariz y de repente desperté. Me había quedado hipnotizada, atolondrada. Miré al hada con furia y ella salió corriendo despavorida. Miré el reloj. Tenía cinco minutos para pasar el cruce o tendría que enfrentarme a la bruja.
Y así fue. Llegué tarde. Ella me estaba esperando. Intentó mirarme a los ojos, pero yo aparté la mirada, una mirada llena de temor que a ella le daría fuerzas. Estaba muy asustada. Me golpeó, me empujó, pero yo seguía en pie, y si me caí, me volví a levantar. Pero entonces pronunció su nombre. Él... Él me estaba esperando, y pronto amanecería.
Levanté la mirada, para buscarle con los ojos, a ver si le veía. Y ahí estaba. La visión más hermosa del universo, esperándome, a mí y solamente a mí. Pero mientras le observaba maravillada dispuesta a avanzar hacia él, la bruja me miró a los ojos, y yo le devolví la mirada; y así fue como me venció. Caí al suelo, y caí sobre una rama, que me atravesó el vientre de lado a lado. Mientras mi sangre púrpura se esparcía, destiñendo mi vestido negro, volviéndolo blanco, todo a mí alrededor se despojaba de la luz oscura, y se volvía blanco puro, una luz sin color que indicaba que yo había perdido. Y él, mi Príncipe de Las Tinieblas se desvanecía poco a poco, en una bruma muy espesa, grisácea.
La bruja se agachó a mi lado, y me cogió de la mano, apretándola fuerte. Y así, con frío gris en los ojos y niebla verde en los labios le dije:
-Qué sonido tan lúgubre, tan solitario. ¿Te has sentido alguna vez así?
-¿Solitaria?
-Inquieta- le digo.- Como si aun no te hubieras encontrado a ti misma. Como si te hubieras metido alguna vez en la niebla y el corazón te diera un brinco. ¡Está aquí! ¡Me faltaba esa parte! Pero sucede tan deprisa que esa parte de ti desaparece otra vez en la niebla. Y te pasas el resto de tu vida buscándola. Pero todo se pierde y no consigues encontrarla.
-¿Tú te has sentido así?- preguntó.
-Toda mi vida- dije, ya con mucho esfuerzo.
-Pues entonces yo también. Pero a partir de ahora ya nunca más será así. Tranquila, ya no sentirás más nada. Todo acabó.

“¿Quién soy?” Aprieto las manos contra el espejo. “No soy nada”.