miércoles, 30 de mayo de 2012

Lija y terciopelo.

Despierta. Atenta. Mira cómo remienda el Sol; cómo me cose al colchón.
Y así no, fijo que no. No me hará falta mirar, ni alzar la voz, para ver como se desboca; cómo me quema en la boca.
Y en cuanto voy al rincón, "venga quillo, vámonos".
Ya sabes quien ha llegado, y hay que andarse con cuidado.

Se enmarañan hasta las patas de araña en su pelo.
Cuando besa tiembla el suelo.
Y soñaba calentar lo de abajo del ombligo.
Yo soñaba que quería soñar contigo. Sólo contigo.

ESO SOMOS TÚ Y YO.
EL SUELO Y EL CIELO.
PUTADAS Y AMOR.
PEREZA Y DESVELO.
LIJA Y TERCIOPELO.

Empréndelo. Que no, que no. Que para mí este vuelo se hace de un trozo de cartón.
Y si falla, se inventa.
Afuera la ropa, y ya salen las cuentas.
Y a besarte lo que pueda, en el tiempo que nos queda.
Y corrernos despacito.
(...)



miércoles, 23 de mayo de 2012

Y si no se puede dormir, pues se improvisa un rato...

Veamos qué sale... Y... disculpadme si es algo atroz, tened en cuenta la hora y la falta de sueño =) 
Ahí va: 



Así que allí estaba Ella, parada frente al edificio gris, en el que ya sólo quedaban tres ventanas despidiendo esa manchada luz amarillenta.
La lluvia oscurecía el color ceniza del edificio, al igual que el negro de su pelo. Los mechones empapados se pegaban a su abrigo verde, hasta la altura de su cintura.
El sonido de los truenos resbalaba por su cuerpo inmóvil.
Tenía la vista fija en una de las ventanas del edificio, una de las apagadas, aunque apenas la estaba viendo.
Notaba a su corazón estremecerse cada vez que latía, aunque seguía sin saber si era por la tormenta, o por la duda.
Allí estaba. Esperando. A que su miedo la empujase. A que su orgullo la dejase tirada, igual que hizo Él en alguna que otra ocasión.
"¿Y si nos equivocamos?"
Observando a través de los fríos muros el sueño tranquilo de su error favorito, se dio cuenta de que esa pregunta estaba fuera de contexto para ellos.
Claro que se equivocaban. La pregunta es... ¿se ha cansado Ella de equivocarse?
No quería sueños. No quería conformarse. Pero... ¿entonces?
Ella siempre ha odiado ese punto medio. Ese lugar silencioso y vacío, donde no se puede elegir, porque no hay opciones.
Soledad.
¿Por qué lo llaman "soledad"? Es un nombre tan... luminoso.
Quería comprenderlo. Quería comprender. ¿O no?
No se escuchaban pasos, sólo pensamientos. Como siempre.
Porque Él era ajeno a todo. Él vivía el cuento sin leerlo. Los cambios los recibía sin más, o los provocaba sin moverse.
Él miraba sin ver; nunca veía. Y Ella necesitaba alguien que compartiese el peso de su mundo, el peso de las cosas que se ven, las mires o no las mires.
Y preguntándose si alguien más en el mundo veía, se dio cuenta, de que las cuestiones, eran otras. Que su llanto estaba fuera de lugar en aquella carretera, que sus suplicas sobraban en aquella habitación.
Así que allí estaba, el viejo edificio gris, calado hasta los cimientos, escuchando apenas el eco de unos pasos lejanos, que se oía cada vez menos; observando las gotas morir contra una carretera desierta.

lunes, 21 de mayo de 2012

Intento de... algo.


Comprime mis pulmones, da de arder a mis pensamientos. Aspira el humo de mis miedos, y no lo sueltes. Deja que tu peso me muestre la levedad del mundo. Llama al orden a mis ganas, ahoga mis gritos en nuevas olas de placer. Quédate inmóvil, meciéndote por dentro. Mira a través del espejo que separa nuestros mundos.
Quítaré la venda de mis ojos, con cuidado, sin abrirlos, y la usaré para atar tus manos.
La presa del delirio de un presente que se cree pasado (o futuro), de una realidad (inexistente quizá) que se cree un sueño anhelado.
Notas musicales atrapadas en el cuerpo de un piano.
Siénteme cerca, sin notarme lejos. No destruyas las penas, sólo consuélalas.
Acaricia el calor. Baila con mis noches. Apodérate de mis horas sin olvidar un segundo.
Escúchame sin oírme. Provoca el añorado temblor de los cimientos sobre los que estoy construida.
Averigua los colores de mi alma, sin hacer trampas, sin estremecerla. Busca. Encuentra.
Calla. Dilo todo, sin mover los labios; deja la boca así, entreabierta, para que pueda ver el escondite de los pecados.
Conviértelo todo en un "seguro que". Dale vida con un "no sé si". El equilibrio perfecto en el ecuador de las dudas que saltan al vacío, por la grieta que abrieron los susurros a media luz.
Voz tenue que dibuja cuentos aún no inventados, que proyecta recuerdos aún no hallados.
Tropieza con las nubes que me caen encima cada vez que te vas. Trae tormentas de miradas desprovistas de mentiras, repletas de verdades ausentes.
Captura el olor de una noche atrapada en el ombligo de mi mundo.
Cierra la puerta. No me dejes huir.  No me dejes soltarte.
Quita los frenos a los aviones de papel, que vuelen por el techo, que se estrellen contra el suelo; que vuelvan a volar.
Trae a tus monstruos para que jueguen con los míos.
Enséñame lo que de verdad es la libertad. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Agridulce e incompleto.


Hoy es una de esas tardes.
Tardes de Los Smiths dando vueltas en el tocadiscos; de café; de humo de cigarros y de inciénso enredándose en las dudas; de papeles arrugados tirados por la habitación; de velas, de luces, que matan tanto la oscuridad como la luz, que sólo dejan espacio a un teatro de sombras temblorosas en el gotelé; de pintura derramada por el suelo; de tormenta, y brillante gris.
Tardes... de estar agusto en soledad con una misma. De no necesitar a nadie, ni nada más que lo que hay en este cuarto. De no querer que ninguna palabra rompa mi silencio, ni mucho menos que ningún silencio manche mis pensamientos.
Tardes casi de cuento. Tardes en las que eres casi feliz.
Pero todo es agridulce, y está incompleto. Como si faltase una última frase, para poder poner el punto y final. Tardes que serían perfectas...
Serían perfectas, si después de la soledad y la tarde, llega una noche de luna llena de cosas buenas; de Sabina en la radio; de humo lejano; de llamas más brillantes; de vino en copa, y una caja de pizza encima de un mantel de cuadros...
De sexo de postre, con amor espolvoreado. 

viernes, 18 de mayo de 2012

La ensalada de una equilibrista.

Desde que el sol amanezca entre montañas hasta que la noche te ofrezca tu abrigo,
despierta tus sentidos amigo,
no te pases la vida mirándote el ombligo.
Háblame de ti, cuéntame que te gusta hacer cuando no puedes dormir.


Y no te pido comprensión, pues no hay en mi mundo, ni medida, ni equilibrio, ni cordura, ni pretensión.


El dragón ha olvidado mi castillo y ya no hay nadie que custodie la torre en la que habitan mis flores.
Es una cuerda floja hoy, lo que ayer era hormigón.
Háblame de ti, poeta enamorado de una sensación fugaz,
de un sentimiento que viene y va, como tus palabras al cantar.


Y no te pido comprensión, pues no hay en mi mundo ni medida, ni equilibrio, ni cordura, ni pretensión.


Cuanto más busco la lucidez, más me alejo del punto medio que busca su madurez.
Equilíbrame, llévame donde la fuerza de la gravedad, venga en pac con un arnés, y no con el miedo a caer.
Es una cuerda floja hoy, lo que ayer era hormigón.


Y no te pido comprensión, pues no hay en mi mundo ni medida, ni equilibrio, ni cordura, ni pretensión


Vulnerabilidad que calla la voz de mi valor...
para dar por terminada esta canción.

Miradas de ocre y ámbar. Minireflexión.



Un mundo en el que nadie es un pez gordo. Estamos los pezqueñines, y después los peces mágicos, que nacen con un brillo y un color especiales, que ninguna pintura puede imitar.
Claro, que a pesar de todo, no es el futuro ni el destino quien decide si luchamos por tener una gama de colores intensos, aunque sean mate, o si nos conformamos con colorearnos mojando levemente el pincel en suaves tonos pastel, aguados en océanos blancos...

Cuando estoy contigo, soy uno de esos peces brillantes por un rato. 

sábado, 12 de mayo de 2012

Esperando todo. Esperando algo. Esperando nada.



El futuro, el futuro es como una gran sala de espera, como una gran estación con bancos y corrientes de aire; y detrás de los critales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme, tienen prisa, cogen trenes o taxis, tienen un sitio a donde ir, alguien con quien encontrarse; y yo me quedo sentada esperando,
- ¿Qué espera?
- Que me ocurra algo.

domingo, 6 de mayo de 2012

viernes, 4 de mayo de 2012

jueves, 3 de mayo de 2012

Hace tiempo que no improviso...


Como si fuera una bailarina encerrada en una caja, y alguien le hubiera dado cuerda, mucha cuerda, pero sin abrir la tapa. Mi corazón choca contra mi pecho una y otra vez en vanos intentos por salir, mientras mis ojos no se mueven ni un milímetro de tus labios entreabiertos.
Tu olor entra por mi nariz como el aire más ansiado… Esa mezcla de cuero y mora en la que viaja el recuerdo de noches sin farolas en el interior de tu viejo coche negro.
Humo de cereza en los espejos; vaho en los cristales. Música de fondo, de un CD que gira a duras penas… demasiados días acompañándonos a contar estrellas. Como una banda sonora propia.
Aquella espera eterna. El frío, el calor. El miedo, la impaciencia. La duda que grita que está segura. Las prisas, las ganas de que el momento dure para siempre.
Pero con la lluvia se fue la simpleza de las contradicciones.
El dolor ya no es dulce, todo está siempre incompleto. El vacío se llena de aire comprimido que me asfixia. Debajo del agua, ya no me hace sentirme sola el sonido de las cosas lejanas; me reconforta.
Los coches sólo son ruido molesto; los edificios gente despierta de madrugada; el pilla-pilla un juego de niños.
El polvo de hadas no es más que suciedad acumulada en las estanterías de mi cuarto, que ya ni siquiera baila en las franjas de luz.
No te arrepientas.
No me busques entre las sábanas de la cama en tu ático junto a la estación.
Ya no hacemos ruido. Ya no tentamos a la suerte. Se ha roto el hilo por el que últimamente hacíamos equilibrio.
Las horas no son mías. Los desayunos no son tuyos.
Intentos de arañar que no hacen sangre, sólo una fina línea blanca.
Esto no es a lo que yo llamaba latir.
Pero se sigue inundando mi mente cuando miro ese diminuto espacio por el que huye el aire de tu boca. Siguen haciendo un último esfuerzo mis pulmones para captar el olor de tu pelo rojo, que aún recuerdo pegado a tu frente y tus hombros por el sudor.
Arrepiéntete. Encuéntrame perdida entre los monstruos de debajo de esa cama.
¿Qué estamos haciendo mal?
¿Amor o nostalgia?
Mírame y devuélveme a la vida. Dime que tú también estás buscando las respuestas; dime que no me he equivocado de preguntas.