viernes, 2 de septiembre de 2011

Sombras... y la nada.

A pesar de no haber estado nunca en aquel lugar, sabía con seguridad que allí no había nadie; sabía perfectamente cómo sería cada habitación, cada cosa, según iba avanzando; sabía, a ciencia cierta que las luces, todas, estarían apagadas. En su cabeza veía las imágenes antes de llegar a verlas de verdad. Pero al adentrarse en el pasillo, el resplandor en las estrechas paredes, provocado por la llama de una vela, inundó sus pupilas de destellos rojizos…

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