jueves, 16 de febrero de 2012

Necesito escribir, así que... improvisemos algo. Como salga ; )

La soledad dicta el paso del tiempo, y la nieve convierte en vaho el aliento.
No puedo dibujarte una mirada en el cristal, porque cada vez que lo intento, alguna de las gotas que juegan en lo alto de la ventana resbala y cae, y antes de chocar contra el suelo y morir, deforma los trazos que nunca llegas a vislumbrar.
Como pasando páginas de un libro, camino de puntillas para no hacer ruido, descubriendo lo que viene, perdiendo y encontrando el equilibrio.
Como un viejo vinilo dando vueltas en un tocadiscos, compartiendo, quizá involuntariamente, una canción, en una sala tan solo ocupada por un desgastado vaso de vino, con hielos ya derretidos.
Bajo el agua en una bañera de acero, un ahogado grito de auxilio. Palabras que viajan en pompas de oxígeno, que mueren en un vano intento de traspasar una barrera de jabón. Silencio comprimido. Movimiento reducido.
Exilio, en la oscuridad encendido,  bajo las mantas de la cama; un mundo paralelo de lo conocido.
Humo que juega a imitar a las nubes. Formas que se van, y no vuelven. Que no bajan, solo suben.
Conocimientos buscados, experiencias anheladas; influencias involuntarias. No pude elegir lo que quería saber y lo que no, siempre faltaron el “retroceder”, el “deshacer” y el “suprimir”. Un pequeño fallo en los supuestos cuentos de hadas.
Pero, ¿qué más da? Nunca me llamó la atención el príncipe azul, siempre me atrajo más el color malva.
Sin embargo últimamente no me he sentado con los pies colgando al borde de un acantilado, ni he encontrado mi reflejo perdido en el fondo de algún lago. ¿Se habrá asfixiado?
¿Acaso la ingenuidad tenía razón y te lo has llevado? Como quien hubiese el brillo a la luna robado. No… No es posible… Porque ni el más tenue resplandor se puede contener en un bolsillo. Quizá en un corazón… pero yo sé muy bien que en el tuyo nunca tuve un sitio.
Así que cogeré mis notas musicales; bailaré bajo la luz de las farolas que se cuentan cuentos en las calles.
Viajaré hasta el lago más cristalino de mi hermético mundo, y provocaré ese ligero sonido que producen las piedras al rebotar sobre el agua, hasta que mi reflejo despierte, y desperezándose como un gato adormilado, salga a la superficie para saludarme. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario