lunes, 9 de diciembre de 2013

Poesías en aislamiento prevenido.

Su mano. Mi piel. Ni siquiera me había desabrochado el vestido.
Sentí arcos de impulsos. Me recorrió las vértebras-vértices azules (hasta el silencio).
Vacíos y abismos de punta.
Paró un segundo-eternidad y cogió el bolígrafo. Arrastró pedazos de (sin)sentidos negros y efímeros, y cerré los ojos para imaginar los microorgasmos que me dejaría escritos en la nu(n)ca, como pequeños mordisquitos de promesas por incumplir.
 Después vinieron los mordiscos de verdad.
Y allí estaba yo, sin el resto del mundo, viviendo una poesía en aislamiento prevenido, en los bajos fondos del autobús (o de mis ojos [o de los tuyos]).
Voy a mancharte las medias de pintalabios, vida, que quiero dejar marcas, y hoy todo me sabe a poema.
No sé en qué olor guardar este recuerdo, pero me "sobran" ganas, letras, y acordes. Y algunos tironcitos de pelo.
Mientras, Cheshire con la boca llena, nos sonríe por la ventana; y yo ni levanto la cabeza.

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