Nos gusta disfrazarnos de piratas desorientados; sin loros, con asfalto. Acariciando los espasmos en la literatura de nuestros brazos, impregnada de saliva en los puntos cardinales clave. Como si supiéramos escribirnos, entre cervezas y tés que no son tés, si no secretos. Aguantamos la respiración, y somos partículas subatómicas bipolares buceando en agua fría. Me recita desde lo alto de una silla, y casi parece una nube con el pelo revuelto. Tiene los verbos llenos de nieve, y no sabe si es una hormiga o una nave espacial; yo digo que es las dos cosas. A veces es un párrafo, otras se pone sus galas de metáfora en una sola línea.
Hasta sus ojos son de fresa, pero se clavan; sobretodo cuando aletea y provoca huracanes.
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