viernes, 18 de mayo de 2012

Miradas de ocre y ámbar. Minireflexión.



Un mundo en el que nadie es un pez gordo. Estamos los pezqueñines, y después los peces mágicos, que nacen con un brillo y un color especiales, que ninguna pintura puede imitar.
Claro, que a pesar de todo, no es el futuro ni el destino quien decide si luchamos por tener una gama de colores intensos, aunque sean mate, o si nos conformamos con colorearnos mojando levemente el pincel en suaves tonos pastel, aguados en océanos blancos...

Cuando estoy contigo, soy uno de esos peces brillantes por un rato. 

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