miércoles, 1 de mayo de 2013

Cobardía o egoísmo, o la fina línea. Pero da para poesía.

Como Chéjov llamando "cachorro de cachalote" a Olga Knipper. Como Emily Dickinson preguntándole a Thomas Higginson si sus poemas tenían vida. Como Edith Aron sin responder a las cartas de Julio. Como la bala con nombre que mató a Mayakovski. Como Ofelia ahogándose en las carcajadas de Hamlet. Como Verlaine decidido y Rimbaud indeciso. Como si Henry Miller y Anaïs Nin no se hubieran conocido nunca. Como Frida salvando a Diego de sí mismo y de sí misma. Como si Nabókov y Vera nunca hubiesen ido a aquella fiesta de disfraces. Como los hospitales azules de Neruda a Federico. Como mi Ángel con esperanza y sin convencimiento. Como si la Libertad de Paul Éluard hubiese acabado con Gala. Como Celaya convencido de que no merece la pena intentar transformar el mundo. Como Baudelaire sobrio de vino, de poesía y de virtud. Como Juan Ramón quejándose de la risa de Zenobia. Como si Wilde hubiese muerto en aquella cárcel de Reading. Como borrar los cuatro días en Viena de Kafka y Milena. Como Otelo confiando en Desdémona. Como Leonard Woolf evitando la caída de Virginia. Como Leonor y Antonio plantando un olmo juntos. Como Oliverio Girondo enamorado de un pájaro sin alas. Como si Matilda Wormwood nunca hubiese aprendido a leer. Como Bukowski mostrando una bandera blanca.
Otro valiente más muerto de miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario