martes, 19 de noviembre de 2013

Cosa vieja que andaba por ahí olvidada.

Por aquellos días en los que la ignorancia ayudaba a mantener realmente intacta la inocencia, y hacía que fuese tan sencillo escapar de los miedos como escuchar un poema o una canción, o refugiarse en la siempre tranquilizadora voz que los recitaba. 
Hoy escribo esto para agradecerle a tu voz ser capaz de recordarme cómo era esa sensación. Por aquella época sencilla de días felices; por estar a salvo otra vez de mis miedos nocturnos, como lo estuvo aquella niña. Dulces pesadillas.
“Tragasueños, Tragasueños, ven con tu cuchillo de madera, y tu tenedor de cristal. Trágate los malos sueños que de noche me dan miedo. Si así lo haces, Tragasueños, serás mi invitado; el invitado de honor.”
-(Y, por supuesto, un recuerdo especial a la persona que me recitaba cada noche esto antes de dormir, y lo introdujo en mi memoria para siempre.)-

No hay comentarios:

Publicar un comentario