Me apetece caminar, sin moverme de mi cuarto. Porque hoy
quiero estar aquí. 
Quiero coger un avión y aterrizar en nuevos porqués.                 
Quiero que me lleves a un túnel de lavado, a ver llover.
Porque podemos ver películas lentas, que son más poesía que
conflicto, pero es que, según a que latidos, una crea al otro. 
Podemos intentar escribir justo ahora, con la arena del
reloj metida en los ojos, y el centro del huracán en el ombligo. 
Y es que podría preguntarte cualquier cosa; y me
responderías. 
Podría (d)escribirte en veinticuatro moretones, de los que
parecen la aurora boreal sobre la piel, pero un poco más muerta. De los que no
tienen explicación. 
Y aún me sobrarían tres. Tres palabras. Beso y medio.
Porque ya no sé si costillas, o gramos. 
Si viento o carne…
Pero qué más da. Si se nos escapa igual. 
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