martes, 26 de noviembre de 2013

Últimamente confundo mucho la necesidad de escribir, con las ganas de leer.
La necesidad de un café con las ganas de un cigarro.
La necesidad de un vaso de agua (ese, único e inigualable, que siempre nos parece que está a rebosar), con las ganas de otra cerveza.
-O viceversa-.

Los versos pecera, con los versos mar.
La necesidad de follarte, con las ganas de quererte (que, como todo el mundo sabe, "es otra forma de querer"; pero no basta, y hago mucho ruido para oír lo que me falta).
-Y a esto no hay quien le de la vuelta. De hoja. De ojalá. O sí, porque pierdes el mechero todo el tiempo, pero al final lo encuentras (o lo encuentro)-

Hasta que me de por admitir (otra vez) que da lo mismo.
Pero por el momento, ojitos antireloj, voy a pedirte cinco minutos más.
Y otra poesía.

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