Que la jaula es menos opresiva cuando pasas la tarde guitarra en mano, escribiendo, y cocinando.
Y sobretodo haciendo planes para un futuro no muy lejano.
Acorralando continentes.
Que botas viejas, calles nuevas; eso si es poesía.
Y que no nos gustan las promesas, pero. Ganas.
Lejos.
De cómo acabar una tarde con la boca llena de chocolate, las pupilas sin drama para hoy, y las manos impregnadas de Marzo.
Siempre nos queda la calle...
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