lunes, 16 de mayo de 2011

Ventanas...

 Desde mi ventana,
con mariposas entrelazadas en los dedos
y la cabeza apoyada en el cristal,
el cual se empapa con mis suspiros
mientras la brisa me hiela las manos.

Me gusta sentir el frío  en las muñecas,
me recuerda que estoy viva.


He dejado la ventana algo abierta.
Prometí cerrarla,
insonorizar mi habitación,
pero no puedo evitarlo.
Hay veces en las que me acerco demasiado
y temo traspasarla y caer al vacío,
y es entonces cuando mis manos
cierran la ventana por completo.


Y aguardo,
esperando.

Añorando el momento preciso
en el que los cristales se quiebren
con las gotas de lluvia.
Y será cuando el sol se filtre por mi ventana.
Y será cuando me siente sobre ella,
con los pies colgando,
desafiando al vacio,
pero no habrá miedo.

Pues si algo malo pasa,
tendré miles de cristales para reconstruir mi ventana.



La ventana se ha roto.
Esta vez no me acerqué demasiado,
fueron los rayos de la tormenta los que atravesaron mi cuarto
y me encontraron en un rincón.

Invisibles, quisieron que me precipitara hasta la nada,
pero no pudieron llevarme.

La madrugada ha llegado.

Abro los ojos,
el suelo cubierto de cristales rotos me da la bienvenida.
Con cuidado los recojo
y los pego a mi vetana, uno a uno.
-Tardaré demasiado- me repito, - pero sé que cuando termine,
habrá valido la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario